viernes, 6 de abril de 2012

Tenga la bondad caballero







-.Tenga el caballero la bondad de sonreír un momento, para no tener el aspecto de un domador de focas.


-.Le pondremos el nombre de cualquier empresa que nos lo esponsorice.


Dos formas de entender el mundo. Xaudaró y El Roto. ABC y El PAÍS. Cada uno es muy libre de preferir. Yo lo tengo tan claro que ni siquiera necesito manifestarme. Seguro que se me nota en la cara. Se me nota el regodeo que siento al pensar en la santa indignación que exhibirán las componentes de las huestes de los colectivos por la igualdad entre los sexos al contemplar el chiste de Xaudaró. Parece que ya les estoy escuchando escupir lo que ellas consideran insultos decomunales: misógino, machista y demás metralla asesina. 


Eso es lo peor de toda esta impostura del feminismo rampante, que todo se lo toman al pie de la letra. Les pasa como a los islamistas y todos los demás "istas" e "ismos", que han convertido el sentido del humor en su enemigo más mortal. Porque, ¡leches!, tía, si se ríen de ti o te insultan, haz como los negratas del Sahel, exprime tu ingenio y contéstales con la misma moneda. Haz un mundo más llevadero, en definitiva. 


Pero no me engaño. Nada se puede hacer con los que convierten sus pretensiones en gigantescos tabúes. Mi tabú ni me lo toques porque me irrito y te pongo una bomba bajo el culo. Los eternos airados. Los reivindicativos de quimeras. Ellos quieren un mundo sin empresarios, sin lenguaje sexista, sin güesecitos de la guerra civil enterrados. Y venga y dale, cada día, a la matraca. Y, claro, EL PAÍS, al loro. Explotando el inagotable filón de los resentidos. 


Lo mismo que hace el ABC con los meapilas. Pero hay alguna diferencia, los meapilas, los del nasciratus y todo eso, no sabes si van en serio o de broma. Porque a la hora de la verdad, nadie hace puñetero caso y, llegada la necesidad de transgredir, se hace la vista gorda y santas pascuas. Y es que nadie como un meapilas para saber a ciencia cierta que la hipocresía es un homenaje que el vicio hace a la virtud. Así que lo comido por lo servido. Por la mañana a misa, por la tarde llevo a la niña a abortar o voy de putas, y por la noche escucho Intereconomía. ¡Y que me quede como estoy, virgencita!


Pero, bueno, a lo que iba, a que cada vez que veo el chiste de Xaudaró me troncho de risa. No lo puedo evitar. Ni tampoco quiero. 

2 comentarios:

  1. Me encanta ese neologismo del nasciratus, "nasci-iratus". El que no nace de esa manera se queda toda la vida en nasciturus (o nascitura, que no se nos enfade nadie por un ven y quítame allá... en fin).

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  2. ¡Jo! Sí, es que eso de cambiar las palabras ara hacerlas más musicales es algo que me debió pegar el Sr. Manolo, el marido de la Sra. Esperanza, en cuya casa me alojé varios años como pupilo cuando estudiaba en Valladolid. Él en vez de "dauphine", aquel famoso coche de marca Renault, decía daupilifine, lo que a todas luces es más elegante. Y en vez de Zurich, Zurín. No perdonaba, sobre todo los domingos por la noche cuando venía de ver bordar fútbol al Real Madrid.

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