miércoles, 30 de noviembre de 2011

Dependencia

Es curioso comprobar como, por arte de birli-birloque como quien dice, uno se ha ido convirtiendo en algo así como un Mr. Gadget cualquiera. No hay cometido que me proponga realizar para el que no deba recurrir al preceptivo artilugio. Si me pongo a enumerar todos los que he acumulado estoy seguro de que mucho antes de acabar ya estaría deseando hacer cualquier barbaridad que mejor es no mencionar. Porque es insoportable saber hasta que punto uno es dependiente. Absolutamente para todo. 

Viene a cuento el triste cuento que les estoy contando porque el otro día en Madrid me emponzoñé un poquito más. Fui al Corte Inglés y compré un libro electrónico. Y ahora ando tratando de aprender cómo funciona. Una verdadera lata. Que vaya a la página web tal, que vaya a la página web cual, y todos queriendo sacarte dinero. ¡Y vaya que si te lo sacan! Porque como andas desesperado no te importa tirar de tarjeta. ¡Dios! Con lo que uno ha despotricado en esta vida del pensamiento mágico. ¿Y de qué otra cosa sino de eso es de lo que estoy imbuido hasta los tuétanos? ¡Me cagüen...! He ido superponiéndome tantas corazas defensivas contra el ocio y demás, que ya casi no me puedo ni mover.

No sé, porque uno ya sabe que en esta vida sólo y exclusivamente se va a, y por donde, le llevan. Y que toda pretensión de propia iniciativa es mera ilusión. Pero, como se suele decir, de ilusión también se vive y, por tal, bueno sería ir proponiéndose realizar determinadas operaciones encaminadas a una menor dependencia de nada en particular y de todo en general. Es decir, el cabanon como metáfora de lo que es posible. Limpieza general. Auto de fe. Morir para renacer. Renacer a una vida con algo de independencia.

martes, 29 de noviembre de 2011

Tormentas de hierro

Cuando un servidor tenía diez años vivía la mayor parte del año en un internado regido por religiosos que se denominaban a sí mismos como "Hermanos de las Escuelas Cristianas". Bien, pues entre las muchas ventajas de las que se gozaba en aquella situación había una, no menor, que consistía en que cada quince días, domingo sí, domingo no, nos llevaban a los campos de sport a ver jugar al Racing de Santander. La verdad es que no recuerdo mucho sobre mi atención a lo que pasaba en el terreno de juego, pero sí que esperaba con ansiedad aquel acontecimiento porque era una forma de pasar la tarde con mi padre y sus amigos. De tú a tú, como quien dice. Quizá sea por eso por lo que no se me ha olvidado que existe el Racing de Santander y que todavía conserve un lejano interés por ver si resiste a los embates de una competencia feroz. 


Pero es que, además, el trajín que se traen los buitres que merodean la carroña  futbolera no deja de tener un punto de comedia de enredo con tintes de esperpento de cariz militarista. Así rezaba ayer la crónica de los acontecimientos en curso:

"El consejo de administración dejó caer ayer un auténtico bombazo sobre el campo de batalla en el que los accionistas minoritarios y el grupo liderado por Jacobo Montalvo y Nereo se atizaban por el dominio del club y, con una operación casi militar, aniquiló a ambos adquiriendo por 40.000 euros las acciones suficientes como para llegar a la Junta General de Accionistas con el camino al poder completamente despejado siempre que el actual dueño, Alí Syed, no utilice su mayoría accionarial"


Supongo que el tal Nereo será el de las funerarias de toda la vida, dado lo cual no me extraña nada que se haya puesto del lado de los pequeños inversores que son los que suelen pagar a plazos sus futuras, Dios quiera que lejanas, exequias. Total que, "el Día D", Nereo con sus huestes, 22000 € sobre la mesa. El consejo, con Pernía al frente dejó caer "la bomba", es decir, "aplastó toda su competencia con un golpe seco de talonario": 40000€. Adiós a las expectativas de los inversionistas de base. De base, los que siempre pierden por exigencias del guión. 


Pero es que ahí no acaba el enredo, porque los de base con Montalvo, el socio de Nereo, al frente, le tienen puesto pleito al indio Alí Syed por incumplimiento de contrato. Porque, por lo visto, Alí Sayed, no ha cumplido nada de lo que prometió. Pero tiene el 98,8% de las acciones y mientras no se resuelva el juicio tiene la sartén por el mango. ¿Y si se presenta de súbito en Santander y dice que todos a freír puñetas? Porque está en su derecho. Y también es su derecho vendérselas, las acciones, al gran villano, Sr. Piterman, un ucraniano que las hizo gordas en el pasado, cuando era el dueño del club. Y esto es, sobre todo, lo que quieren evitar los de base, y de ahí su fallida lucha. 


Total, Alí Sayed amenaza a los de Pernía, es decir, el Consejo. Piterman amenaza a los de base con Montalvo y el de la funeraria al frente. Y todos buscan un inversor en Brasil que pudiera ser la salvación, porque es que, saben, el Racing va el primero por la cola.  


En fin, dicen los sociólogos de la cosa que los clubs de fútbol son una metáfora de la ciudad que les sustenta. ¿Quién sabe? A lo mejor es verdad, porque visto lo visto...





lunes, 28 de noviembre de 2011

Jesuita insignificante.


"Hube de aguantar la verdad al verme allí, porque, como es de suponer, fui a mí mismo a quien busqué primero. Nunca tuve una idea noble de mi presencia física, pero nunca la sentí tan nula como al compararla con las otras caras, bien conocidas por mí, en aquella alineación de habituales. Parezco un jesuita insignificante..."


Otra vez traigo a colación al gran Pessoa. No por nada sino porque ayer, gran día para el recuerdo, fuimos de excursión por las montañas de San Roque de Río Miera y, como el que no quiere la cosa, cayeron unas cuantas fotos, cosa que, por cierto, con los gadgets que todos llevamos hoy día en el bolsillo, es casi inevitable.

El caso es que Pessoa está un día cualquiera en la oficina y de pronto nota que hay un revuelo inhabitual. Es que el jefe ha tenido el capricho de hacer venir a un fotógrafo para que tome una instantánea de todos los empleados juntos. Dos días después, al llegar al trabajo observa que todos sus compañeros están alrededor de una mesa absortos en la contemplación de algo. Pronto descubre que son las fotografías de marras. Él también las mira y, de vuelta ya en casa, siente la necesidad de ponerse a escribir sobre lo que esa contemplación le ha hecho sentir.

"Mi cara delgada e inexpresiva ni tiene inteligencia, ni intensidad, ni cosa alguna, sea lo que sea, que me destaque por encima de aquel agua estancada de las otras caras. Del agua estancada, no. Hay allí rostros realmente expresivos. ... . Hasta el mozo -reparo sin poder reprimir un sentimiento que quiero suponer que no es de envidia- tiene una seguridad de cara, una expresión directa que dista sonrisas de mi apagamiento nulo de esfinge de papelería. "


Supongo que todo ese discurso tendrá algo que ver con la autoestima o cosa por el estilo. Porque es seguro que también hay personas a las que les encanta verse en las fotografías. Se ven bien, atractivas y tal. Y quizá sea así en la mayoría de los casos. Sin embargo, también me costa que a mucha gente le produce una desazón pareja a la de Pessoa. Incluso algunos, para disimular su desagrado, argumentan que hacerse fotografías roba el alma. Una tontería, sin duda, pero con su miga. Porque, si no el alma, que nadie sabe lo que es, si que el verse retratado tiene algo de confrontación con uno mismo con el consiguiente riesgo de desasosiego. Y es que, qué duro es no gustarse físicamente. Mejor que nadie te lo recuerde. Así, te vas olvidando y acabas por sentirte un ser normal.

Bueno, en cualquier caso, tampoco está de más desasosegarse de vez en cuando. Como si de bajar los humos se tratase.

En fin, cosas de adolescentes.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Día histórico

"Día histórico y euforia para la gastronomía de Cantabria". Así de modesto comienza el artículo periodístico  en el que se da cuenta de que dos restaurantes de la provincia han sido distinguidos con una estrella Michelín. Desde luego que a estos periodistas se les llena la boca con cualquier cosa. ¿Histórico? Mejor histérico. Al menos esa es la sensación que uno tiene cuando comprueba la importancia que han adquirido unos conocimientos que no pasan de ser una modesta artesanía. Y malo, pero que muy malo, cuando la cúspide de la notoriedad de un país la ocupa un cocinero. Síntoma de decadencia donde los haya.

Se lo digo con conocimiento de causa, porque en las entrevistas que hace Charlie Rose en el canal televisivo Blomberg a las personas mas influyentes del mundo mundial, el único español es un cocinero. Empresarios, intelectuales, economistas, innovadores y, el único español, ya digo, cocinero. O sea, un modesto artesano elevado a los altares por mor de que a falta de pan...

Me van a decir a mí ahora, después de haber escuchado a Teresa Panza lo de que la mejor salsa es el hambre. Tienes hambre y todo te sabe a gloria. No la tienes y vomitas. Ahí reside el noventa por ciento del arte culinario. Y, luego, como resulta que el ocio, del que producimos a espuertas, genera ansiedad, y la ansiedad da hambre, pues ya tenemos la ecuación resuelta y miles de obesos mórbidos paseando por las calles en busca de condumio, que lo tienen fácil.

Que eso si que es algo por lo que convendría empezar a preocuparse en serio. La obesidad que hace estragos. Por muy diversas causas, no siendo la menor la de ensalzar a cocineros en vez de a dietistas. Aquí, si miran en google lo comprobaran, la palabra  dietética está asociada a conocimientos esotéricos. Y por eso uno de los mayores negocios del país, pertenecientes a la multinacional de la hipocondria, son las tiendas de productos dietéticos. Como si no fuesen tal los que se venden en Día y Carrefour.

En vez de enseñar a cocinar, enseñar dietética. O sea, cómo hay que comer para comer bien. Y al ser posible en un solo plato para que los camareros no tengan que echar tantas carreras. Enseñar a comer, que empieza por las cantidades y continua por las proporciones. Y es que, porque seas rico no tienes porqué forrarte a proteínas. Ni porque seas un simple tienes que creerte lo de lo "natural" y "productos de la tierra". Ni tampoco porque te sientas muy español tienes que alimentarte de tapas, tan sabrosas ellas gracias a la alta proporción de grasas saturadas. Eso déjaselo a los turistas, que disfruten del hallazgo.

En fin, se lo digo sin acritud, mala cosa cuando se piensa tanto en la comida. Y peor cuando empiezan a sobresalir las prominencias. Entonces, no leas a Schopenhauer porque te vas a deprimir.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Chilaquiles


Como iba con tiempo me apeé en la Plaza de Castilla y fui al VIPS que hay allí al lado a hacer eso que llaman brunch,porque apenas había desayunado y a la hora de comer iba a estar cruzando las llanuras castellanas a doscientos cincuenta kilómetros por hora. Me atendió una chica mejicana muy amable. Ella fue la que me dijo que mejor que un café con leche pidiese una coca-cola. Y menos mal que le hice caso, porque me disponía a hincarle el diente  a unos chilaquiles que no vean lo picantes que estaban. Me hicieron sudar más que la subida al Curavacas. Pero me alegré de haber hecho esa elección porque al final de todo me quedó una especie de relajo como de sauna. No tuve que hacer ningún esfuerzo para quedarme allí contemplando como se pasa la vida, como se viene la muerte, hasta la hora del tren.


Si me dan a elegir una fecha para visitar Madrid no dudaría en elegir estos finales de noviembre. Digamos que es cuando la ciudad se parece más a si misma, más que nada porque es cuando el turismo en vez de horda pestilente deviene en simple detalle pintoresco; uno más. Y así, entre una densidad llevadera, una temperatura ideal para pasear, la luz de marras o Velazqueña que le dicen, la extrema diversidad de la oferta y, en fin, que uno tiene recuerdos ligados a aquellas piedras... no sé, pero cuando estoy en Madrid es como si estuviese en el mundo.



En el mundo, sí, pero un mundo de genio y figura. Y no tiene pinta de ceder. ¿Anarquía, dicen? Nunca vi orden más perfecto y espíritus más sosegados. Oficiaba Dña. Manolita. A las ocho de la mañana cuando he salido a desayunar ya eran legión los que esperaban a la puerta de su establecimiento. Luego, a media mañana, la cola subía por Mesonero Romanos, torcía por la calle Abada, llegaba a la Gran Vía, torcía a la izquierda hasta Callao, bajaba por El Carmen a la sombra del FNAC al que bordeaba para subir luego por Preciados hasta Callao otra vez. Y ni un mal gesto, ni una palabra más alta que la otra. Todos esperaban pacientes, como rumiando pensamientos con sabor a paraíso. ¡Dios, si me toca...!

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Una humilde proposición

 "Por aquí no hay pudor en las palabras ni respeto al decoro de la mesa; aquí reina la impúdica Cibeles..."

Así se despacha, o despecha, Juvenal en una de sus sátiras.  Lo vine leyendo en el tren y al llegar a Madrid no tuve mayor prioridad en la cabeza que la de darme una vuelta por Cibeles para contemplar el conjunto desde otra perspectiva, la de la impudicia. Porque dicen que Cibeles es una diosa de la fertilidad y la naturaleza, hija de Rea y Cronos, y casada con Urano el que comía a sus hijos. Pero a la hora de la verdad, el símbolo está marcado por los ritos que le sustentan y en el caso de Cibeles los ritos son orgiásticos  y dirigidos por sacerdotes castrados. La chusma iba en procesión, bailando y tal, ciegos de lo que fuere, y, entonces, cuando ya no podían más iban los sacerdotes castrados y lanzaban sus oráculos. Y ni que decir tiene que la chusma los tomaba al pie de la letra. Que el populacho, ya se sabe, ni semánticas, ni semióticas, ni, ni siquiera, epistemologías.

Pues sí, no sé qué sería lo que llevó a los munícipes madrileños a colocar a esa diosa en el lugar más emblemático de la capital. Escoltada por el capital, por las comunicaciones, por la milicia y, la aristocracia. Una aristocracia que, por cierto, todos sabemos lo que representa desde que vimos la película que filmó Berlanga en ese palacio de Linares, hoy Casa de las Américas o cosa por el estilo.

Sí, ahí esta. Y cada sí y cada no vienen las turbas inflamadas a rendirle culto. Y los Casillas u Raules de turno ofician de castratos. Y todos parecen felices y nadie se cuestiona nada.

Y digo yo: si la famosa crisis es sobre todo de valores, ¿no iría siendo tiempo de meter mano a los símbolos que representan esos valores? Porque, la verdad, lo que representa esa diosa se acompasa mal con las necesidades que nos urgen. Quizá fuese procedente sustituirla por un Apolo, el de la mirada clarividente por distante. O por su hermana Artemisa, la de los dardos certeros. O, mejor, por Atenea. Sí, Atenea, diosa de casi todo lo bueno, empezando por el arte de la guerra. Aunque, bueno, a los atenienses no parece que les haya servido de mucho tenerla de patrona por los siglos de los siglos.

En fin, nunca se sabe. Era sólo una digresión, mientras descanso en hotel.

lunes, 21 de noviembre de 2011

El árbol caído

No hay nada que me produzca tanta satisfacción como hacer leña del árbol caído. No me importa confesarlo por más que me tachen de mezquino. Recuerdo que, cuando vivía en Alar, agarraba la bicicleta y me iba por los caminos de sirga hasta la segunda exclusa. Había allí un gigantesco nogal al que los elementos habían tumbado. Llevaba años así, pudriéndose poco a poco, sin despertar ni la curiosidad ni la codicia de nadie. Hasta que llegué yo y empecé a llevarme un saco tras otro de ramas secas como la yesca. Nunca vi nada mejor para encender la chimenea. Y parecía haber allí material para una eternidad. Pero un buen día llegué y encontré el lugar barrido. Alguien había utilizado, sin duda, medios caterpillar para robarme las ilusiones. En fin, choses de la vie.


En realidad los vientos, por muy violentos que sean, no suelen tumbar un árbol si es que éste está sano. Si cae es porque está seco o podrido. Y aún así, seco y podrido, suele aguantar lo suyo siendo un potencial peligro para todos los que pasan por allí. Por eso es una bendición que caiga de una vez: deja de ser peligroso y sirve para hacer leña.

Me he acordado de estas cosas viendo en las crónicas postelectorales unas fotos de Revilluca. Se le ve abatido al hombre. Y yo que me regocijo. Porque, en mi particular sistema de valores, el que se abata ese tipo es un bien para la humanidad. Porque se abate lo arcaico, lo demagógico y populista. Lo necio para simplificar.

El regionalismo, la estafa que no cesa. Se empeñaron y tuvieron su universidad. Y los jóvenes no fueron ni a Valladolid, ni a Madrid, ni a Barcelona a estudiar. Se quedaron en la casa de sus padres hasta edades provectas. ¡Y vaya que si se les nota! Ahora, todos son expertos en anjanas, ojancanos, cerratomitos y tentirujos. Y cuando tienen un hijo lo llaman Laro para procurarle una identidad sin fisuras. Y luego, puestos a innovar, van y montan una empresa dedicada al embotellamiento de la berza cántabra. Y, en fin, rematan su exaltación de lo propio con una multitudinaria paella de Vicente, las que dan de comer a más gente, o con unas familiares chuletas a la brasa, en una cualquiera de las adecuaciones recreativas que el poder político ha distribuido por el territorio con la misma aleatoriedad con la que nacen los hongos.

Sí, estamos de enhorabuena. A Revilluca "no le van a oír" en Madrid. Y con un poco de suerte no le volvemos a oír por aquí. Y con un poco más de suerte... bueno, tendría unas cuantas propuestas que hacer, pero mejor me callo que todo el mundo sabe que la gente de provincias suele ser muy susceptible.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Face au crime

Hacía años que algo no me enganchaba tanto a la pantalla del televisor. Para ser  sincero, confesión de flaquezas incluido, les diré que no me sentía así desde aquellos maravillosos años cuando me fumaba un canuto antes de sentarme a ver un capítulo de "Los gozos y las sombras" o "Retorno a Brideshead" o "Dr. en Alaska" o uno de esos breves entremeses peligrosamente desternillantes como "Frasier" o "Bad men behaving badly". Bueno, les podría dar otras cuantas citas sin por ello despeinarme, porque si a algo he sido adicto en esta vida es a las series televisivas. He sido y sigo siendo porque la calidad del material no cesa, a mi juicio, de mejorar. Lo comentaba el otro día con Pedro a propósito de un capítulo de "Mad men" que acabábamos de ver. Las series televisivas le quitaron la primacía al cine porque retoman uno de los momentos estelares de la creación artística, el de la novela del XIX, la comedia humana y todo eso. La descripción minuciosa de la realidad sin obviar ángulo de visión alguno. Destripan todo lo que tocan, eso sí, con la natural elegancia de los cirujanos preciosistas. En fin.

Así que, como les decía, empecé a trompicones anteanoche, no por nada sino porque tenía compañía, pero anoche, vuelto a mis soledades, me enganché a las 20,40 y, salvo intermedios para pisar, no me moví hasta las doce. Me hervía la cabeza. ¡Dios, qué intensidad! Cóctel de amor y masacre a dosis de alma rusa servido en copa berlinesa. El Berlín eterno de "Cabaret" y "El Ocaso de los Dioses". No les digo más porque si la quieren ver lo pueden hacer en la página de ARTE.TV. Por lo demás, un servidor se va a abstener esta noche, tercera entrega, por si las moscas. No vaya a ser que me estalle el coco.

Por cierto, anoche dormí como dicen que lo suelen hacer los ángeles. Ya se me había olvidado que pudiera ser así. ¡Qué cosas tiene la vida!

miércoles, 16 de noviembre de 2011

La sombra de Lutero

Lo que no pudo Lutero  lo va a conseguir Frau Merkel. Y no por nada sino porque, como dice la canción, lo que no son pesetas son puñetas.

Frau Merkel, la bestia negra que recorre el sur de Europa. Había que ver el otro día al Sr. Boyer poniéndola de chupa de dómine. Ella por lo visto tiene la culpa de que no corra el dinero. Porque si corriese... como pasó con aquel famoso Plan Ñ de Zapatero, que se produjo una mejoría de libro según el exministro socialdemócrata.

Los alemanes, otra vez los malos de la película. Con su obsesión por la inflación, producto de sus malas experiencias del pasado, dicen los analistas sureños. Con los franceses a la cabeza, dejándose  llevar por su verborrea grandilocuente para agitar fantasmas del más sombrío pasado. Ridículos a más no poder, pero también peligrosos.

Y Frau Merkel impasible. Que no, que ella no va a dejar que le den a la manivela. Que lo que tienen que hacer los del sur es más taller y menos playa, más iglesia y menos bar, más escuela y menos humos. Más Lutero y menos Roma en definitiva.

¿Lo conseguirá? ¿No lo conseguirá? La pelota está en el aire y los ánimos expectantes.

La hiena

La hiena es un animal con fama de reírse mucho. No sé de donde le viene pero así es. Quizá es por su forma de enseñar los dientes. En cualquier caso da igual porque, ya saben, coge fama y carga con ella. Y así es que cuando yo era joven se hacía escarnio de la hiena por esa supuesta propensión a la risa. Se decía: folla una vez al año, come mierda y encima se ríe, ¿de qué se ríe?, sin duda tiene que ser estúpida.



Sí, es el misterio de la risa fácil. Risa que sale de dentro cuando nada por fuera propende a provocarla. Incluso cuando todo está en su contra. Algo, supongo, que tendrá que ver con las hormonas. La hormona de la felicidad caiga quien caiga.

Bueno, les cuento esto porque esta mañana hojeando el periódico local voy y me encuentro estas fotos de médicos y enfermeras partiéndose de risa mientras le hacen masaje cardiaco a un moribundo.

La verdad, no he sabido qué pensar. Y no es que no conozca por dentro esos oficios y la necesidad que imponen de tomarlos con deportividad so pena de craquer. Pero, ¡leches!, entre eso y descojonarse ante el respetable hay un gran trecho.

En fin, en cualquier caso doy la enhorabuena a ese equipo que según asegura el periódico es el mejor de España en su especialidad. Provincia obliga.

La prima de riesgo

Le cogen el gusto a un palabra y no cesan de armar titulares con ella. Ahora le toca a la prima. La prima, que no es la donna o una como la que yo tengo en Albuquerque casada con un experto en magdaleniense.  No, a la prima que andan todos refiriéndose es a la de riesgo, es decir, la diferencia entre los intereses que tiene que pagar un tipo serio y los que tiene que pagar un tipo menos serio, cuando piden dinero prestado. Fácil de entender, a uno poco serio le pides mayores intereses porque como no estás muy seguro de que te lo vaya a devolver prefieres ir cobrándoselo por adelantado. Y, lo tomas o lo dejas. O sea, lo tomas, porque prefieres huir hacia delante que plantarte frente a las fieras. Y el día de mañana que sea lo que dios quiera.

Los que prestan el dinero, los financieros, esa lacra de la humanidad. Lo he escuchado tanto que a estas alturas ya debiera estar convencido. Pero no lo consigo. Quizá, sea por aquello que dijo Nietzsche de que opinión es sinónimo de situación. Y es que, aunque a muy pequeña escala, huelga decirlo, yo también soy prestamista, financiero, o como le quieran llamar al que pone sus ahorrillos al albur de una más que dudosa coyuntura. Yo y mis amigos, todos somos financieros. Porque evitamos los bares, y los coches de alta gama, y la ropa de marca y el fardar en general. Y, claro, así, se nos acumula la pasta. Y entonces la prestamos con afán de lucro. Cuanto más mejor. Porque ese es el legítimo derecho de cualquiera que no sea musulmán, a dios gracias.

Sube la prima de riesgo y entonces van los indignados y ponen el ojo sobre las "agencias de calificación". Otro chivo. Y se quedan tan anchos. Como si la culpa de la fiebre la tuviese el termómetro. Pensamiento mágico en acción. Hay que prohibir a esas agencias decir lo que saben, proponía ayer el ministro francés del ramo. Y todos se rieron de la ocurrencia. Como si no supiésemos todos los que tenemos dos dedos de frente que prescindir del diagnóstico de esas agencias sería como conducir un coche con los ojos vendados. ¡Catacrasss!

En fin, un verdadero galimatías del que costará salir porque el pensamiento racional, o científico si quieren,  siempre tendrá las de perder frente al pensamiento mágico de las ideologías o, más propiamente dicho, de las religiones. La ofensa de la verdad contra el halago de la mentira. Porque vamos a ver, vas y dices, lo que nos está pasado es que hay aquí demasiados millones de camareros, albañiles y low skilled workers en  general, viviendo como si fuesen ingenieros. Y entonces van los buscadores de feligresía y se te tiran encima llamándote facha o cualquier cosa peor. Lo que tu quieres es bajar el sueldo a esa pobre gente. Vale, pues no se lo bajamos, y que tomen el sol los lunes mientras la prima sigue subiendo y mis ahorros se van al garete. ¡Bonito panorama!

domingo, 13 de noviembre de 2011

El chico interesante

Hace una tarde premonitoria, dijo entonces Matías Prat Senior con su habitual prosodia de tipo épico, como de ir a por todas. Nunca logré saber de qué iba a ser premonitoria aquella tarde, pero eso a quién le podía importar. Matías no recitaba para los cuatro desgraciados que habíamos estudiado un poco de propedéutica, él lanzaba sus hiperbatones, ditirambos, epanadiplosis y paranomasias para macizar a las masas antes de camuflar unos cuantos anzuelos ideológicos.

Macizar, es decir, atraer a la masa con el engaño de la superabundancia. Masa, lo que corre detrás de cualquier cosa que se mueve, en este caso el macizo.

Pero,como les decía, los que hemos estudiado propedéutica sabemos algo acerca de los signos, de su importancia o irrelevancia, si son premonitorios de algo o simple amago de nada.

Signos, o sintómas, premonitorios. Es difícil que no se den días, meses, incluso años, antes de que la enfermedad se manifieste con toda su tiranía. Y por eso es que sea tan importante saber detectarlos cuanto antes, porque, aunque a veces de nada sirva ya, en otras se llega a tiempo para actuar y detener el avance del mal.

Claro que no basta con saber detectarlos, el buen profesional también tiene que saber como explicar lo que se avecina sin por ello crear rechazo. Porque es que, cuando los síntomas premonitorios se dan, el futuro paciente se encuentra como una rosa y sin ganas de que venga alguien a aguarle la fiesta. Como cuando los troyanos mandaron a paseo a Casandra porque les advirtió de los pocos telediarios que les quedaban.

Y, también, como les ha pasado a los que ya hace bastantes años empezaron a advertir de la que se venía encima. Se les tachaba de cenizos. O de envidiosos. Y, sin embargo, los síntomas premonitorios eran meridianos. Había que querer estar ciego para no verlos y olerlos. Porque eran gigantescos y además  apestaban.

Les cuento esto hoy a propósito de la caída de Berlusconi. Porque nada como su ascensión fue signo premonitorio de una decadencia galopante que nadie estaba dispuesto a aceptar. Él, como todos sus colegas de la eurozona, especialistas en vender duros a cuatro pesetas -el macizo-. Los demagogos que se decía en la Atenas clásica. Los populistas que le decimos hoy. Los verdugos, inevitables quizá, de esta forma de organización política que llamamos democracia y que en realidad no es otra cosa que el imperio sin paliativos de los que corren detrás de cualquier cosa que se mueve... y condenan al ostracismo a los que hacen figura de propedeutas.

viernes, 11 de noviembre de 2011

El rayo sosegado

Yo no creo en absoluto que el mundo haya sido alguna vez mejor de lo que es ahora. Por mucho que haya que aguantar el rugir de los aviones, la radio del vecino, las cagadas y ladridos de los perros, el humo de las fundiciones, los pitidos de la marcha atrás de los caterpillar... tendría que parar varias veces para tomar aire y poder seguir con el recital de inadecuaciones perniciosas.

Pero es que estoy convencido de que nos hayamos en una de esas fases gloriosas de la humanidad de las que del estar bien se sale al estar mucho mejor. Una de esas fases en las que, como dijo el poeta, una gran nube mental está descargando su rayo sosegado.

¿En qué me baso para tales optimismos? En lo que creo observar por doquier. Un continuo ataque a la estupidez, a la superchería, a la mentira. Mitos que caen. Chorizos que se desenmascaran. Falsos paraísos que se derrumban. En definitiva, uno de esos hitos de la humanidad en los que no sin mucho sufrimiento se consigue que el pensamiento racional le gane unos cuantos palmos al mágico.

¡Qué estupidez pensar que vivir en piso en propiedad es fuente de felicidad! ¡Qué estupidez fiarlo todo a la salud! ¡Qué estupidez hipotecar la vida a la seguridad! ¡Qué estupidez, en fin, todos esos millones de cursos y cursillos sobre la forma de esquivar los estropicios del ocio sin necesidad de recurrir para ello a la lucha a brazo partido!

¡Qué estupidez es echar la culpa a los otros! ¿Acaso no fuiste tú el que prefirió ser engañado? ¡Ay, las noches de botellón, qué caras que nos salieron! ¡Ay, la segunda vivienda, qué ruina para mis hijos! ¡Qué estupidez creer que el perrito va a suplir los desafectos del prójimo! Y qué ingenuidad querer verlo todo de cerca. ¿Es que nadie te habló de la claridad que proporciona la lejanía?

Y entonces supimos que nada es como nos quieren hacer creer los mercaderes de lo fácil. Y empezamos a encontrarle su aquél a la intemperie.

jueves, 10 de noviembre de 2011

La canción podrida

Dar con el portillo del caer en la cuenta, le dice Critilo a Andrenio. Si de mi dependiese lo que más iban a hacer los chavales en la escuela sería leer El Criticón. Una y otra vez hasta que cada uno de los educandos se sintiese identificado en cuerpo y alma con Andrenio. El bueno y tonto de Andrenio se deja embaucar por cualquier cosa con oropeles. Como cualquier niño. Nada de lo que preocuparse siempre y cuando no se  tarde demasiado en dar con el portillo del caer en la cuenta. Si se tarda demasiado, a veces pasa que el portillo está entonces demasiado alto para poder saltar desde él sin hacerse daño al aterrizar.

Viene a cuento lo dicho con que esta mañana me ha llevado el paseo cotidiano por los medios a los diarios de Arcadi Espada. Pocas cabezas hay en este país por las que sienta más admiración que por la suya. Tuve la oportunidad de verle en directo varias veces y siempre me estremeció con su agilidad dialéctica. Sus oponentes, siempre nacionalistas catalanes, todo hay que decirlo, quedaban para el arrastre o, dicho de otra manera, a la altura del betún. Aunque, bueno, tampoco es que para conseguir eso se necesite mucha cabeza, más bien corazón por aquello de que es en ese órgano donde la sabiduría popular ubica el coraje, el que hay que tener para enfrentarse a un coro hostil de fanáticos inasequibles al desaliento.

Su entrada del día se llama "La canción podrida" y hace referencia al hastío de tener que escuchar una vez más las quejas o agravios de un prohombre de la patria catalana. Todo lo que escriben al respecto, él y sus corresponsales, hace pensar que están al borde del suicidio. Es un no poder ya más como de noche de los muertos vivientes. Se metan donde se metan les sale al encuentro uno con todas sus inmundicias al aire. ¡Dios mío, qué tormento! Y entonces voy yo y me pregunto: ¿Pero estos señores, tan listos como son, cómo es que no dan con el portillo del caer en la cuenta y saltan por él al vacío? Por mucho daño que se hiciesen al aterrizar nunca sería tanto como los dolores de ese parto que nunca llega a término.

Ya digo, no me lo explico. Porque tengo mi experiencia al respecto y les puedo asegurar que nunca salté con más provecho. Aunque ésta es otra historia para exclusivo consumo interno.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Se la tirará o no se la tirará

 El otro día escribía sobre la habilidad para sortear la censura. Decía que "La Codorniz" era maestra de ese arte. Hoy, por circunstancias de la vida, me acuerdo de uno de sus gags más famosos. Una pareja está tumbada a la sombra de un árbol en actitud todavía casta, pero denotando atrevimiento. Subido al árbol, entre el follaje, en la vertical de la pareja, hay un tipo con algo entre las manos que parece va a dejar caer. Al pie de la viñeta el siguiente comentario: se la tirará o no se la tirará. Bueno, no se imaginan el éxito que tuvo aquel sobrentendido que fue inmediatamente interpretado como una muestra más de la debilidad del régimen. Entre ese y aquel otro sobre la fortuna que tenía Marilín entre las dos piernas dieron para mantener esperanzados a millares, o quizá millones, de oyentes de Radio  Pirenaica. ¡Qué tiempos aquellos!

El caso es que ayer, en mi cotidiano repaso nocturno por los canales del ASTRA, pude comprobar que se repetían con insistencia dos noticias que eran con frecuencia comentadas en tono no exento de cierta histeria. Una, que Sarkosy le había dicho a Obama que no soportaba a Netanyahu porque era un mentiroso. Ni una palabra de lo que le había contestado Obama. La otra, que todo parece indicar que los iraníes ya tienen la bomba atómica al alcance de su mano.

Bien, vamos hilando con lo de días precedentes sobre el supuesto apoyo que le prestarían a Israel los EEUU y el Reino Unido en caso de que... en fin, ya saben. Y ahí es donde me ha venido a las mientes aquello que les comentaba sobre si se la tirará o no se la tirará. ¡Hagan apuestas señores!

Ya saben, se empieza de farol y se termina haciendo cola en las gasolineras. Anden prevenidos.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Tapatología

Ya se me había olvidado lo que era un fin de semana santanderino con temporal del noroeste. Y además, como para redondear, allí en lontananza ha estado sonando desde el viernes por la tarde hasta esta misma mañana una alarma. Llamé al 112 y me dijo la policía que se iba a dar una vuelta por allí. Se ve que los pobres no pudieron hacer nada. En fin, menos mal que el sábado tuvimos velada con amigos que si no...

Y en esas estaba ayer por la noche, con la cabeza más espesa que un puré de guisantes, cuando de pronto doy con el programa de la televisión andaluza que dirige Jesús Quintero. Bien, el tipo dijo unas cuantas grandilocuencias entre entrevista y entrevista, pero por lo demás me pareció de lo más interesante. Para empezar sacó a una pareja compuesta de locuaz y circunspecto que nos pusieron al día en todo lo referente a la tapatología, nueva ciencia que se estudia en una facultad creada al efecto. Son muchas las materias que allí se enseñan, pero de entre ellas hay tres que destacan por merito propio: la tortillología, el ensaladillismo y la croquetología. Cada una de ellas se divide en varios subgrados. Por poner un ejemplo, dentro del ensaladillismo se estudia la palitosis, abominación que consiste en añadir a la ensaladilla esos palos sintéticos de marisco fabricados con sabe dios qué. En resumidas cuentas, que si una de las palancas para levantar nuestra economía van a ser las tapas, me parece de perlas que el asunto se enfoque desde una perspectiva científica. Porque es muy importante para el éxito de la empresa saber de qué forma y con qué están rellenas las croquetas. O cocletas, que también así se pueden llamar. O, por poner otro ejemplo meridiano, es de cajón que no puede ser lo mismo disponer o no de un experto en voltear tortillas.

No había salido todavía de mi asombro cuando, tras cuatro o cinco grandilocuencias del presentador a mi juicio mucho más que prescindibles, apareció allí un señorín de pelo blanco perfectamente peinado a ralla que resultó ser un lord inglés de procedencia galesa y antiguo ministro de los gabinetes de la Thatcher. Poco más tengo que añadir porque con tales credenciales ya se pueden imaginar lo interesante que tuvo que ser la entrevista. Sólo les apuntaré que me dio la impresión de que Andalucía sigue teniendo tirón para ciertas élites anglosajonas que huyen de la mojigatería antropomorfista que viene devastando sus países desde que las masas se pusieron a consumir con fruición productos de la factoría Walt Disney. Bueno, aquí en España también hay algo de eso, pero, cuanto más al sur, parece que menos. A Dios Gracias.

Terminó el programa con un cuadro flamenco que presentaba la nada desdeñable novedad de añadir a su elenco una pianista gitana que contrapunteaba con rara habilidad las falsetas trufadas de tritonos de la guitarra. Aires de renovación sin duda alguna.

Concluyendo, que una vez más la salvación de este país parece que nos va a llegar por el sur. Porque el norte, ¡madre mía!, gloomy, gloomy, gloomy.

sábado, 5 de noviembre de 2011

The Swerve

Siempre he detestado de todo corazón a los que limitan su experiencia a lo más cercano, a lo particular. . Como diría Shopenhauer, son los que ponen el conocimiento al servicio de su voluntad. Es decir, como los animales, sólo tratan de aprender lo que les sirve de inmediato para satisfacer sus deseos. Es primario, animalesco y todo lo asqueroso que quieran, pero sería torpe no reconocer lo efectivo del procedimiento. No hay más que mirar alrededor. Por todas las partes mandan gentes que mueven el rabo tan pronto oyen palabras como Corocota, El Pilos o tonterías por el estilo. Y es que, claro, ¿qué cosa hay que le guste más al pueblo llano que ver a un perrito moviendo el rabo? ¡Es tan entrañable!

En fin, me podría extender en el tema todo lo que me diese la gana porque lo tengo muy pulido, pero no es esa mi intención para esta entrada. De lo que quiero tratar es exactamente de lo contrario, de la ampliación de la experiencia hasta los confines de lo general. Una pasión por conocer liberada de la tiranía de la voluntad. Saber por saber, para entender la forma de manifestarse que tiene el mundo. Un placer nada desdeñable. Y ahí termina su utilidad. No hay rabito para seducir al populacho.

Siendo así que, aún a sabiendas de su escasa utilidad práctica, mis preferencias se decantan sin paliativos hacia el conocimiento en general, no es de extrañar que lo primero que haga cuando estreno casa es llamar al instalador de antenas para que me coloque una parabólica dirigida al ASTRA. Quizá les parezca excentricidad, pero no saben el alivio que me supone y las alegrías que me da. Alivio, porque, así, ni por error veo una cadena ombliguista. Alegrías, porque se suelen ver cosas de mucha consideración.

Y así fue anoche, que en BlombergTV pude ver a Charlie Rose entrevistando a un tal Stephen Greenblatt. Stephen Greenblatt es un profesor de historia de Harvard que acaba de publicar un libro sobre la vida de Lucrecio. "The Swerve: How the World Became Modern". Swerve viene a querer decir algo así como virage brusco. O sea, el que pegó el mundo cuando un tipo llamado Poggio Bracciolini, allá por el año 1417, echo la vista encima de un manuscrito que había en un monasterio alemán y decidió copiarlo. El manuscrito no era otra cosa que el De rerum natura de Lucrecio, un texto que por diversas causas de fácil comprensión había permanecido en el olvido mil años o así.

Las causas de fácil comprensión a que les hacía alusión no eran otras que el pretender Lucrecio derrocar el monstruo de la religión por medio de las leyes científicas que explican lo que puede y no puede producirse. Doctrina, ésta, que está muy lejos de ser impía ya que ha sido precisamente la religión la principal causa de los mayores crímenes y horrores de la historia. Luego está el miedo a la muerte confundido con las penas de ultratumba que es el origen de los errores y creencias alimentados por mitos y ensueños. Contra ese miedo se levantará la explicación racional: los mecanismos de los astros; los de las almas y sus fantasías.

Bueno, no es preciso seguir para que se comprenda que ese era el mensaje que estaba esperando recibir mucha gente en aquellos tiempos del incipiente Renacimiento. Lo que pensaban, pero no se atrevían a decir por miedo a los guardianes del templo. La historia de siempre en definitiva. No termina de acabarse una era que ya no funciona y las cabezas pensantes están al acecho de los nuevos signos que son el preludio de lo que se ha dado en llamar nuevo paradigma. Aire fresco para mejor entendernos. Y así fue que el libro de Lucrecio empezó a iluminar las mejores mentes de la época. Y a algunas las iluminó tanto que los guardianes no pudieron soportar los destellos y las decapitaron. Ya digo, la misma historia de siempre.

En fin, en estos tiempos, quizá también de incipiente Renacimiento, estamos atentos a la llegada de los Lucrecios de turno que vienen a denunciar el montón de supercherías que nos impiden respirar a pleno pulmón. Y claro, por lo menos en mi caso, el ASTRA es la mejor atalaya para abarcar el mundo. Así que, vengan por donde vengan, es probable que les pille.

Por lo demás les diré que entre los escasos libros que he salvado de la quema está "De la Naturaleza de las cosas" de Lucrecio en edición de Agustín García Calvo. Así que he ido a la habitación de al lado y no me ha costado encontrarle. Y ahora lo estoy leyendo con toda la motivación inspirada desde el ASTRA.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Estamos mal, pero vamos bien

Estamos mal, pero vamos bien es una brillante adversativa que la humanidad debe a aquel, tirando a esperpéntico, presidente de Argentina, llamado Menen. Sí, tenemos que reconocer que Argentina no sólo ha dado al mundo sus maravillosos tangos, también nos ha proporcionado una notable caterva de hacedores de grandilocuencias. Pero eso es historia para otro día que, la de hoy, va de lo que se ha dado en denominar optimismo antropológico.

La cuestión es que la frase de Menen me viene como de molde para dar rienda suelta a los pensamientos más esperanzadores de entre los que me han asaltado en lo que va de semana. Y es que, como dice Noséquién, ¡vaya semanita! De pronto, así, como el que no quiere la cosa, por mor de unas palabrejas soltadas al unísono por Merkel y Sarkosy,  van mis equities y se revalorizan en 10000 euros o así, dejándome como todos ustedes se podrán suponer. Pero dura poco la felicidad en casa del especulador de pacotilla: a los dos días del subidón va un tal Papandreu y dice no sé qué inconveniencias y no sólo pierdo los diez mil ganados sino otros diez mil del ala que, como también podrán suponer, me ha provocado algunas incertidumbres sobre lo acertado de mis previsiones.

Pero, pelillos a la mar, porque sé de sobra que todos esos altibajos no son más que las naturales oscilaciones de una corriente que tiene que ser por fuerza alterna so pena de perder por el camino  el interés de un capital que sueña con revalorizarse. Y así ha sido que, cuando ya va de retirada la semana, voy y me entero de que la cosa se está poniendo caliente de verdad. Y no, precisamente, con paños, sino por el progresivo acercamiento de dos polaridades de reconocida incompatibilidad. Y ya saben, si se siguen acercando, en alcanzando cierta proximidad, es inevitable que salten chispas. Y si la cercanía es total, rayos y centellas.

Pues sí, señores, se vuelve a las andadas. Todo el mundo sabe que una gran crisis económica sólo la  resuelve una guerra. Cuando la del 29 se pensó que convirtiendo a los obreros en consumidores se conseguía cuadrar el círculo, pero sólo fue un engaño. De la crisis sólo se salió cuando todos se pusieron a fabricar aviones, cañones y demás artilugios con los que poder machacar a los malos de la película. Porque es lo que tiene la guerra, que tienes la certeza de que vas a vender todo lo que fabriques y más que pudieras. Y así es como la corriente que impulsa a las equities pasa de alterna a continua: suben y suben y vuelven a subir hasta que están tan altas que ya ni siquiera se ve al enemigo y se puede pasar página sin peligro de reincidencia... por el momento.

Y en esas estamos. Netanyahu ha pedido a sus socios que le echen una manita para parar los pies al matón de turno que no es otro que Ahmadinejad. Parecía que la cosa se había calmado, pero no, estaba ahí latente y a la espera de una ocasión propicia. Y el caso es que los socios, Obama y Cameron, han dicho que sí, que cuente con ellos. Y andan estudiando las medidas a tomar para poner por obra lo que hasta ahora sólo eran promesas. Bueno, en resumidas cuentas, es una puerta que se abre a la esperanza de que las cosas mejoren en lo que hace a las equities que es tanto como decir en todo lo demás. En fin, si dios no lo remedia, me voy a forrar. Ya digo, estamos mal, pero vamos bien.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Quelques extrémistes

Effrayant effectivement. Il me semble cependant que la très grande majorité des musulmans en France est pacifique. Inutile de les stigmatiser à cause de quelques extrémistes.


Supongo que saben que "Charlie Hebdo" es una revista satírica francesa. Hacer una revista satírica no debe ser cosa fácil. Sobre todo cuando la libertad de expresión es más o menos total. Si no pasa nada por publicar la verdad es fácil comprender que por fuerza les ha de quedar muy poco terreno a los sobrentendidos. Los sobrentendidos que son el material del que mayormente está  hecho el humor. Los españoles de mi generación tenemos mucha experiencia en estas cosas. 


Cuando los primeros años de la dictadura el tirano estaba para pocas bromas. Por eso aquella famosa revista, "La Codorniz", hacía uso del sobrentendido de forma bastante críptica. La gente lo solía entender, pero porque, a golpe de precaución, había alcanzado un grado increíble de sutileza. Y al censor le quedaban pocas bazas que jugar porque si entraba a saco en tan inocentes perversidades lo único que conseguía era darlas publicidad. Y así fue como todo el mundo en España se enteró de que: bombín es a bombón como cojín es a X; me importa dos X que me cierren la redacción. Y entonces al censor no le quedó más remedio que cerrar la redacción. Y hubo más publicidad para la revista. 


Luego, ya, cuando se terminaba todo aquello y el dictador estaba para sopitas, apareció "Hermano lobo". Nos hacía mucha gracia, sí, pero por la novedad más que nada. Los sobrentendidos eran tan entendibles que apenas rozaban el subconsciente. Por así decirlo, pasaban de largo. Y así fue que la revista no resistió la adversidad que le supuso el final de la censura. Después, ya libres, vimos nacer a "El Papus". Humor grueso. Es decir, cuando es difícil distinguir entre el humor y la provocación. Así y todo creó algunos personajes entrañables. Hasta que un día quelques extrémistes no lo pudieron resistir y pusieron una bomba. Desde luego que la bomba, si no recuerdo mal, sirvió para poco a efectos de publicidad porque la publicación fue perdiendo fuelle hasta morir pocos años después. En definitiva, quelques extrémistes se salieron con la suya. 


Bueno, todo esto viene a cuento de que hoy quelques extrémistes musulmanes han incendiado la redacción de "Charlie Hebdo" porque no les ha gustado la forma que ha tenido la revista de tratar lo que ya se conoce a nivel mundial como "primavera árabe". Y así ha sido que el periódico socialdemócrata por antonomasia del mundo mundial se ha apresurado a remarcar: Inutile de les stigmatiser à cause de quelques extrémistes. Pues no, miren ustedes señores socialdemócratas, pas quelques extremistés, oui beaucoup de monde que contempla esas acciones violentas con sumo agrado. Lo mismo que con sumo agrado contemplaron los lamentables sucesos del Papus muchas personas que no estaban por la labor de verse escarnecidas con tan poca sutileza. 


Quelques extrémistes nunca existen si no hay detrás una corriente de simpatía que les impulsa. Sirve para los islamistas. Sirve para ETA. Sirve decir a los señores socialdemócratas que ya esta bien de hacer el capullo.