miércoles, 23 de noviembre de 2011

Una humilde proposición

 "Por aquí no hay pudor en las palabras ni respeto al decoro de la mesa; aquí reina la impúdica Cibeles..."

Así se despacha, o despecha, Juvenal en una de sus sátiras.  Lo vine leyendo en el tren y al llegar a Madrid no tuve mayor prioridad en la cabeza que la de darme una vuelta por Cibeles para contemplar el conjunto desde otra perspectiva, la de la impudicia. Porque dicen que Cibeles es una diosa de la fertilidad y la naturaleza, hija de Rea y Cronos, y casada con Urano el que comía a sus hijos. Pero a la hora de la verdad, el símbolo está marcado por los ritos que le sustentan y en el caso de Cibeles los ritos son orgiásticos  y dirigidos por sacerdotes castrados. La chusma iba en procesión, bailando y tal, ciegos de lo que fuere, y, entonces, cuando ya no podían más iban los sacerdotes castrados y lanzaban sus oráculos. Y ni que decir tiene que la chusma los tomaba al pie de la letra. Que el populacho, ya se sabe, ni semánticas, ni semióticas, ni, ni siquiera, epistemologías.

Pues sí, no sé qué sería lo que llevó a los munícipes madrileños a colocar a esa diosa en el lugar más emblemático de la capital. Escoltada por el capital, por las comunicaciones, por la milicia y, la aristocracia. Una aristocracia que, por cierto, todos sabemos lo que representa desde que vimos la película que filmó Berlanga en ese palacio de Linares, hoy Casa de las Américas o cosa por el estilo.

Sí, ahí esta. Y cada sí y cada no vienen las turbas inflamadas a rendirle culto. Y los Casillas u Raules de turno ofician de castratos. Y todos parecen felices y nadie se cuestiona nada.

Y digo yo: si la famosa crisis es sobre todo de valores, ¿no iría siendo tiempo de meter mano a los símbolos que representan esos valores? Porque, la verdad, lo que representa esa diosa se acompasa mal con las necesidades que nos urgen. Quizá fuese procedente sustituirla por un Apolo, el de la mirada clarividente por distante. O por su hermana Artemisa, la de los dardos certeros. O, mejor, por Atenea. Sí, Atenea, diosa de casi todo lo bueno, empezando por el arte de la guerra. Aunque, bueno, a los atenienses no parece que les haya servido de mucho tenerla de patrona por los siglos de los siglos.

En fin, nunca se sabe. Era sólo una digresión, mientras descanso en hotel.

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