sábado, 31 de diciembre de 2011

¡Estamos en fiestas!

No seré yo el que niegue el poder arrollador de los símbolos. Me lo contaba el otro día Fede en una de sus clases magistrales. Es el subjetivismo, me decía. Los hay que pretenden desterrarle del mapa. No saben de qué hablan.

El subjetivismo, por dios bendito, pero si parece no haber otra cosa. Pensamiento mágico puro y duro. Ponerse unas bragas y un sujetador rojo para recibir el nuevo año. ¿Qué quiere decir eso? No se sabe, pero parece que funciona. Por lo menos para los que venden bragas y sostenes rojos.

El otro día estaba en la estación, para acudir a la cita con Fede, precisamente, y me vi en la tesitura de tener un rifi-rafe con una familia de gitanos, que nunca van de uno en uno. Dos de sus niños no paraban de hacer explotar petardos. ¡Estamos en fiestas!, les justificaba su madre con un tono entre indignado y amenazante. Pero no me arredré y les lancé una carga de profundidad: "luego se extrañan de que la gente les mire mal". Di en la diana y saltó el resorte de la susceptibilidad étnica. ¿Mal a quién?, gritaron dos de aquellas mujeres al unísono. A los que tiran petardos y no saben respetar a ls vecinos, les dije. Sin duda les había desconcertado porque callaron. Pero uno de los niños hizo explotar otro petardo y dijo: ¡pa ti! Entonces, un señor que había por allí y que se había mantenido al margen, se les acercó y empezó a reprocharles la actitud a todos. Llegó el tren, me subí a él e intenté continuar con la lectura que me habían interrumpido los gitanos. Pero no pude conseguirlo. Me habían puesto de los nervios. ¿Por qué demonios hirsutos no podré yo estar en fiestas como ellos?, me decía. Algo se me ha roto en la cabeza que invalida mis posibilidades como miembro de la comunidad.

Subjetivismo, pensamiento mágico, pura imbecilidad. El ser humano no tiene forma de sustraerse a ese círculo infernal. Los más avisados se dedican a racionalizar destruyendo los mitos vigentes y, en realidad, no hacen otra cosa que fabricar otros nuevos.

Se destruye a Dios y se entroniza la socialdemocracia. Lo comido por lo servido. Menos los gitanos, que le dan a todos los palos.



  

viernes, 30 de diciembre de 2011

Soft knowledge

Estaba ayer escuchando lo que le decía una eminencia a Charlie Rose y, al final, me dije, vaya, que por diagnósticos no quede, se lo voy a contar a mis amigos para que renueven su argumentario.

Sostenía su eminencia que la culpa de todo lo que está pasando, o sea, la crisis, la tiene una cosa llamada soft nowledge. Y el soft nowledge, por si no lo saben, es algo que ha venido de la mano del downsizing y el outsourcing. Las empresas adelgazan y contratan servicios a otras empresas.

Bueno, esto es algo con lo que yo, en principio, estaba muy de acuerdo, porque la multitud de pequeñas tareas auxiliares en las grandes empresas se prestan mucho al mamoneo. Tengo cierta experiencia al respecto y les puedo asegurar que se necesitaba mucha mano izquierda para conseguir que el mecánico del hospital viniese a echar una ojeada a algún aparato que no te iba fino. Y cuando venía, lo hacía dándote la sensación de que, porque eras tú que si no... porque estaba muy ocupado. Luego te enterabas de que con el aparataje y material del hospital se dedicaba a fabricar utensilios de quirófano que vendía por ahí. Bueno, los tiempos han cambiado, pero el espíritu de mamoneo no. Porque no es corrupción en sentido estricto. Es redondeo de las maltrechas economías. Así, al final, el mecánico ganaba más que el médico. Y de ahí gran parte de la desmotivación y el inicio del a ver quien la fa més grossa, que dicen en Cataluña. O sea, a ver quien choricea más.


Así es que parecía muy buena idea deshacerse de todo lo que no fuese el núcleo de la empresa en cuestión y, luego, cuando necesitases algún soporte a tu tarea ibas y lo contratabas en la calle al mejor postor. Todo eran ventajas. Mejor servicio. Menos personal. Menos liberados sindicales. Pero, ¡ay!, no hay bien que por mal no venga. Todo ese contratar al mejor postor exigía una red de conexiones controlada por unos tipos con unas caracteristicas muy especiales: flexibilidad, simpatía, disponibilidad, vista gorda, etc., en resumen lo que se ha dado en denominar soft nowledge. O sea, a triunfar en la vida sin necesidad de matemáticas. Urdangarín, un suponer.

Saber un poco de aquí, un poco de allá, y dominar el arte del enrolle. Rápidamente haces amigos y todo viene por añadidura. Te invitan a una tertulia de Telemadrid a que opines de lo que sea y caen tres mil o cinco mil del ala. Te casas con una princesa y a intermediar. Amiguismo, un buen traje y aires de circunspección. Te comes el mundo.

Total, que poco a poco vamos descubriendo la etiología de la enfermedad. O sea, las causas. Porque nunca es una sola. Suelen ser muchas, como las metástasis, y hasta que no las extirpas todas no consigues reparar el desaguisado.

No sé, pero me va a resultar duro aceptar que tenemos que volver a los liberados sindicales. Tiene que haber otro remedio.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Llegó el Comandante y mandó a jugar

Nunca se me pasó por la cabeza poner un pie en Venezuela. Y no porque sea un país considerado como uno de entre los más inseguros del mundo, no, es que tampoco se me pasa por la cabeza qué demonios podría pintar yo allí. Por lo demás, como en cualquier otro sitio de este maltrecho planeta que no sea por estos alrededores donde todavía puedo servir de relativa referencia para unos cuantos mortales.

Pero Venezuela, les confieso, siempre, desde los lejanos años de estudiante en Valladolid, ha despertado mi curiosidad. No por nada sino por haber compartido pensión, "La Leonesa", con dos estudiantes procedentes de aquel país. Pedro Mejías y Saud. Los dos manejaban la suficiente pasta como para permitirse lujos impensables para cualquier estudiante nativo. Saud vivía allí con su mujer y dos niños. Pedro cargaba con la manutención de la Trini y toda su familia. El padre de Pedro, según nos contaba, vivía a cuerpo de rey con su oficio de animador de velorios. Contaba chistes que Pedro nos repetía a nosotros. Todavía recuerdo algunos. Un buen día Pedro, agotadas sus existencias, desapareció del mapa y nunca más se supo. Dejó una nota encima del fogón de la cocina: "me voy porque me parece que no puedo pagar". Todavía estoy viendo, como si fuese hoy, a Silvano y Olvidito, los patrones, pasearse por el comedor enseñando la nota a los comensales. Ni que decir tiene que completamente desolados porque Pedro era hombre de tirar de extraordinarios y el montante de la deuda no debía de ser baladí. Por lo demás, Saud nunca pasó de segúndo de medicina y, Pedro, nunca superó el primero de derecho. Tenía atragantado el Derecho Romano. Y eso a pesar de las alambicadas reglas mnemotécnicas que era capaz de elaborar. Eso sí, sus libros eran los mejor encuadernados y sus juegos de lapiceros los más vistosos de todo el campus. Y muchas más cosas que podría contarles, pero temo aburrir. 

Y así es que mi curiosidad por ese país me ha llevado a admirar su fantástica infraestructura musical que extiende sus tentáculos hasta los últimos rincones. Sus orquestas de jóvenes de barrios marginales bien podrían servir de ejemplo al resto del planeta. Para quitarse el sombrero. 

Pero hay otra infraestructura venezolana de la que apenas se habla y sin embargo, a mi juicio, merece toda la consideración del mundo. Me refiero a la red de academias que preparan a las jóvenes para presentarse a los concursos de belleza. Miss Venezuela, Miss Mundo, Miss Universo y todo eso. No hay barrio por miserable que sea que no tenga una academia de esas. Y el caso es que, debido a esa red, Venezuela es el país del mundo con el palmarés mas alto en ese tipo de competiciones. Lo cual, reconocerán conmigo, no es asunto a despachar con dos chistes, ya que demuestra hasta qué punto todo es susceptible de mejorar con la actividad académica, incluso la escurridiza belleza. 

Y en esto llegó el comandante Chaves y todo empezó a encajar. Los misiles rusos, por fin, pueden apuntar a Norteamerica sin menoscabo de la seguridad. Lo que antaño, con Fidel, fue tragedia, hoy es comedia. Porque, Chaves, nada que ver con Fidel. Chaves le reconoce a USA poderes sobrenaturales. Ellos, dice, pueden provocar terremotos o inocular el cáncer a voluntad. Así que, reconocidos esos poderes, ya me dirán a quién le pueden asustar esos misiles. Como si fueran de juguete.   

miércoles, 28 de diciembre de 2011

La escuela más agradable del mundo

Me envía Jacobo el link de unos vídeos rodados en la escuela a la que envía a su hijo Victor. En mitad de la naturaleza, los niños, se diría, retozan a su antojo. Pero nada de eso. Que no tengan deberes, ni pasen exámenes no quiere decir que no estén sometidos a una disciplina que no por invisible es más perentoria. Actividades de carpintería, de agricultura, ganadería. Habilidades académicas básicas. Autonomía o desarrollo de la capacidad de pensar por si mismo. Cuando Victor iba a un colegio cualquiera de la megaconurbación de Tokio ya, desde los inicios, empezaba a dar muestras de desasosiego y rebeldía. Sus padres, que estaban a lo que hay que estar, no lo dudaron y escogieron lo que consideraron mejor para él a pesar del considerable precio de la empresa. Hoy, Victor, parece un niño feliz y sumamente habilidoso y adulto. Y los padres, ni te digo lo ufanos que respiran. No es para menos.

Cuando yo tuve a Ángela y Marga trabajaba en un ambiente de treintañeros que también, la mayoría,  acababan de ser padres. Treintañeros, ya se sabe, quiere decir estar todo el tiempo reunidos unos con otros, amontonados en el sofá o donde sea. Y claro, los pensamientos, las miradas y los orgones iban para donde ya se sabe, pero las conversaciones solían girar alrededor de los niños y la educación que les queríamos dar, nada que ver, por supuesto, con la desastrosa que veníamos de padecer nosotros. Y así era que los libros a propósito de Summerhill, de Freinet, de Montesori, nos los conocíamos al dedillo. Incluso hablábamos de montar una escuela al estilo Summerhil. Pero, claro, al final predominó la estulticia treintañera y cada cual se fue por su sitio a ver lo que pillaba y los niños, unos más, otros menos, abandonados a su suerte. A la de los sucesivos planes de estudios de los sucesivos gobiernos. Mea culpa.

La escuela de Victor es, claramente, remedo de Summerhil. El aprendizaje basado en la experiencia y el desarrollo de la idea de responsabilidad. La creación de individuos pensantes y autónomos, lo uno por lo otro. Recuerdo haber leído a propósito del destino que tuvieron los niños educados en Sammerhill y, bien, ninguno hizo una carrera brillante, pero, también, ninguno de ellos se quedó colgado. Todos al parecer, tuvieron un buen pasar, dedicados los más a tareas artesanas. Luego, lo de la felicidad, ¿quién se atrevería a valorar eso?

En fin, ya digo, colegios especiales para niños normales de padres difíciles, ¡a qué engañarse! O sea, lo que no se generaliza porque cuesta reconocer. Y también, pagar.

martes, 27 de diciembre de 2011

A las pruebas me remito

Pues hijo, lo que es por humo, que no quede. Vienen trenes hasta arriba de carbón. Otros se van rebosantes de ferralla. Las filas de camiones chatarreros parecen no tener fin. Y luego, los aviones, que cada vez son más los que aterrizan y despegan. Y el estruendo de las autopistas, que no hay hora del día que amaine. Y El Corte Inglés, que no cabe un alma más. Y lo mismo Carrefour. Se lo digo yo que todo lo controlo desde las terrazas de mi ergástula en los límites de la ciudad.

Y todo eso porque estamos en recesión, que sí no... ya digo, fuego por las fauces.

Por cierto, qué demonios estará haciendo el vecino de al lado. Son las nueve y cuarto y ya lleva media hora destrozándome los nervios. Para mí que está en trance de irse a las cruzadas y no sin antes haber fabricado un cinturón de castidad para su señora. Algo así tiene que ser, porque si no es difícil tanto empeño.

En fin, menos mal que siempre estamos de paso.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Chusma habemus

He amanecido con una rinorrea que se diría que son las mismísimas fuentes del Nilo lo que tengo en la nariz. Nada de particular porque ya se sabe que por estas fechas se debilitan las defensas y uno se lo agarra todo. Pues nada, me he dicho, me quedo tan ricamente en casa disfrutando de este solecillo reparador que entra por los ventanales. Todo muy bonito, todo muy lógico, pero, ¡ay!, chusma habemus.

Porque es que el chusma del piso de al lado no ha parado en todo la mañana de alternar el martillo con el black&decker. Es un tipo relativamente joven, pero presumo que está prejubilado. O sea, en la gloria. Poniéndolo todo, ya digo, un poco mejor. Un bonito estudio para presumir de culto cuando vengan visitas y cosas así. Lo normal.

No me quejo porque toda la culpa es mía. Durante toda mi vida tuve una especie de estúpido desprecio por la acumulación de capital. Una especie de vanidad infantil cultivada con abono de sacristía. Una soberbia de ignorante en definitiva. ¡Dios mío, que arrepentido estoy!

Si volviese a nacer, como se suele decir, no haría las mismas cosas que he hecho. Algunas sí, porque han sido y siguen siendo de mucho regocijo, pero muchas otras las cambiaría por un espíritu de hormiga. Acumular, acumular, acumular. Porque oportunidades no me han faltado. Y, así, ahora, en vez de por chusma black&deckera, viviría rodeado, un suponer, de un glacis de unos cientos de hectáreas de Campo Charro plantado de encinas. Glacis, ya saben, el territorio que tiene que atravesar el enemigo a descubierto antes de llegar a las murallas del castillo.

En fin, cada uno tiene y es lo que se busca con esmero. Así que les pido perdón por el desahogo. Por cierto que para desahogo el que se permite hoy Sostres en su blog Guantánamo. Les ofrezco una pequeña muestra:


"Los festejos navideños son típicamente femeninos. No hay ni un solo hombre en el mundo que acuda a una comida o cena navideña sin una cierta sensación de acudir al matadero, sin una pereza infinita, sin mil ideas rondándole por la cabeza sobre cómo disponer de su tiempo de un modo mucho menos peligroso y mucho más placentero.
 Por eso es un clásico y una tradición cada vez con más arraigo acudir borracho a este tipo de celebraciones."

domingo, 25 de diciembre de 2011

La estrella que lleva a Belén.

Pues no estaremos para cenas, pero mis vecinos, desde luego, hacen caso omiso. Porque están que se salen. Por la tarde, cual si de vigilia preparatoria se tratase, sesión de black&decker. Siempre queda sitio en el hogar para una última estantería o cuadro o lo que sea. El caso es taladrar. Hacer agujeros. Ponerlo todo mejor. Una vieja aspiración humana conectada con el submundo, ya digo, el lado oscuro.

Luego, ya metidos en arena, con la familia, la excitación de los regalos, las luces rutilantes, ji, ji, ja,ja. Los langostinos, el capón de cascajares, los dulces de jijona, el champan de cataluña, los villancicos... ¡menuda nochecita nos han dado! Hasta las siete o así. Antes, cuando la chusma todavía creía en algo trascendente, a las doce menos algo se iban a la misa del gallo, pero ahora... ahora te los tragas toda la puta noche. Y si no te gusta, una de dos, te suicidas o te vas.

Bueno, esta mañana, hacia las nueve o así, cuando suponía que ellos trataban de conciliar el sueño, he sentido un extraño regocijo al tocar la guitarra como un poseso. A lo mejor les estoy jodiendo bien jodidos, pensaba, y rasgueaba con más rabia. Pero no sé, me temo que es como llover sobre el mar o clamar en el desierto. Cuando alguien sigue la estrella que lleva a Belén, ni siente ni padece. Tendré que aprender.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Arma de destrucción masiva

Yo ya lo sabía de sobra y por eso vengo obrando en consecuencia desde tiempo inmemorial, pero es que me ha extrañado leer hoy, precisamente hoy, en no sé donde, que la Navidad es un arma de destrucción masiva.

Desde luego que sí. Mi madre que, a sus noventa y nueve, motivos tiene para estar estar de vuelta de casi todo me suele decir cada año por estas fechas algo así como: "como me gustaría dormirme y despertar cuando ya haya pasado todo". Todo, o sea, esa excitación enfermiza que tiene a media humanidad pelando langostinos y devorando capones. Y luego, ya, con la danza que sale de una panza sometida al tormento de una digestión laboriosísima, contemporizar con los parientes que quieren serlo más que nunca por medio de la obscena exhibición de ridículas sentimentalidades.

¡Por Dios bendito, qué mal gusto! Me pregunto cuando vamos a llegar a ese estado del desarrollo mental que permite disfrutar de la compañía de nuestros semejantes, incluso de nuestros más allegados, sin que para ello sea preceptivo -que diría el sindicalista- estar alrededor de una mesa atiborrándose de friandises.


Bueno, me digo que quizá no sea posible sobrevivir sin sacar de vez en cuando a la superficie nuestro yo más primitivo. Como una especie de comunión con los espíritus del submundo, las fuerzas telúricas o como quieran llamar a ese afán por el caos que, en teoría, es inicio de todo esfuerzo regenerador.

En fin, cada cual es muy dueño de hacer lo que le venga en gana, pero no olviden que nuestro recién estrenado gran timonel ha sentenciado: no estamos para cenas.

viernes, 23 de diciembre de 2011

La vuelta de la tortilla

Yo no creo que haya nada en este país que concite tanta unaninimidad en su valoración como la tortilla de patatas. Todavía estoy por conocer al primer español, sea del género y procedencia que sea, que no le guste la tortilla de patatas. Con cebolla, sin cebolla, y todas esas otras variedades que el I+D gastronómico ha ido colocando sobre las barras de bares y cafeterías. Bueno, tampoco me parece rara esa unánime aceptación porque, ingerir tortilla de patatas, es como inyectarse calorías directamente en vena, lo cual, bien es sabido, lo levanta todo, incluso el ánimo.

Teniendo en cuenta lo dicho, y siendo así que los símbolos siguen teniendo una importancia capital por su función cohesionadora, yo propondría a nuestras queridas autoridades que sustituyeran el toro de la bandera por la imagen de una tortilla como la que les muestro al inicio de estas reflexiones. Así, quitaríamos argumentos a los cuantiosos rebeldes periféricos que ven en el toro la imagen viva de la agresividad que los genocidia. Y, la tortilla, les puedo asegurar por haberlo comprobado de primera mano, les gusta tanto como a los más acendrados centralistas del Santiago y cierra España.

Bueno, ya puestos, también mandaría sustituir el Chunta chunta chum por Suspiros de España. Sería un himno nacional mucho más ajustado a la realidad sentimental popular. Pero esta es otra historia que hoy no toca.

Les sugiero estas excentricidades estimulado por la observación de los estragos causados entre los hemipléjicos morales de uno y otro lado por la reciente vuelta de tortilla que acaban de propiciar con sus votos los que han votado. ¡Qué exaltaciones de los unos! ¡Qué inquinas de los otros! Hoy ha caído mi mirada sobre un foro a propósito de la llegada a la alcaldía de Madrid de Ana Botella y ¡madre mía, qué demencia! ¿Cómo se puede odiar de ese modo? Bueno, a lo mejor la señora es un poco meapilas para mi gusto, pero por lo demás... más de lo mismo: pincho, o pintxo, de tortilla a media mañana y Suspiros de España a media tarde.

Sin embargo he tenido una verdadera hemorragia de satisfacción leyendo un artículo de Pilar Rahola. Nunca leo a esa señora por considerarla absolutamente predecible, pero hoy he cedido porque el asunto que trataba eran las Embajadas. Las que tiene la Generalidad distribuidas por las calles más caras de las ciudades más emblemáticas del mundo. En Madrid, en Alcalá, junto al Banco de España.  Un pastón considerable. Bueno, como primera y sorprendente sorpresa, valga el pleonasmo, no aparece en todo el artículo el término Cataluña. Y sólo una vez uno de sus derivados semánticos. Una verdadera epopeya, en fin. Pero es que, además, reivindica la necesidad de dejarse de mandangas victimistas y empezar a hacer autocrítica. Y entonces se pone a explicar en donde están esas embajadas, para qué sirven y lo que cuestan. Un verdadero escándalo y más cuando se están recortando servicios a lo más sensible, como los profesores para niños sordos o investigación del SIDA. Bueno, se diría que esta señora ya se ha curado, o está en trance, de su diarrea regionalista. Aunque no creo. Más bien me inclino a pensar que la reciente vuelta de tortilla le ha llevado a considerar estrategias más refinadas. Ya veremos. En cualquier caso, un soplo de aire fresco es un soplo. Bienvenido sea.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Mariguana

Leo en los periódicos que un tipo de no sé donde ha invitado a unos colegas a compartir una tarta sazonada con mariguana. A algunos de ellos les ha sentado fatal, lo que se conoce como "jamacuco", y, entonces, han acudido a las urgencias públicas y, nunca mejor dicho, se ha descubierto el pastel. Total, que al innovador cocinero le han dado el finiquito en su empresa. Una exageración a todas luces, porque los afectados eran todos mayores de edad y en posesión de sus facultades físicas y mentales. Es decir, ellos fueron los que optaron. En fin, un ejemplo más de que la moral oficial se la coge con papel de fumar en su afán de ejemplarizar ante una sociedad mayormente compuesta de niños malcriados.

Siguiendo con la mariguana, parece ser que a partir del próximo uno de enero ya no se dispensará a los extranjeros en los coffee shop de Holanda.  Curiosa cuestión que convendría considerar de cerca porque, muy a primera vista, la libre venta de tal producto encaminaba hacia allí a miriadas de turistas. Bien es verdad que los más de esos turistas eran chavalines en viaje de fin de curso, por lo general españoles con predominio de los de la parte conocida como catalana. ¿A qué conclusiones habrán llegado los calvinistas holandeses para tomar tal decisión? Bien, se me antoja que no les ha sido difícil. Se han debido de cansar de recoger porquerías de las calles y parques y, también, de soportar garrulería. Evidentemente, no les sale a cuenta y yo les comprendo. Aunque lo siento, porque hace no muchos unos años fui a Amsterdan con la intención de analizar el curioso fenómeno de los coffee shop y tengo que confesar que quedé maravillado por lo que me pareció ser uno de los más altos grados de civilización a los que ha llegado la humanidad. Claro que esta opinión quizá esté condicionada por el hecho de que casi todo el rato anduve colocado.

Y en esas estaba cuando voy, ayer, y me entero de que en el País Vasco andan en trance de legalizar el uso de la mariguana. Todos los partidos del espectro, como se suele decir, están de acuerdo al respecto. De hecho no se trataría sino de reconocer y aceptar lo que es de uso corriente desde los tiempos de Mariacastaña. Hacer ley de lo que es costumbre. Derecho consuetudinario que le dicen.

Bueno, es más que probable que la mariguana haya sido una suerte de bálsamo de Fierabrás para muchos jóvenes del País Vasco. Sin su consumo quizá se hubiesen visto abocados a rebelarse contra la estupidez aberzale. Pero ya se sabe que los psicotropos no son otra cosa que integradores en el medio. Dulcifican y embellecen todo lo que te rodea. Y ya no digo nada cuando se consumen en un ambiente de pertenencia al grupo. Entonces se llega al éxtasis. La verdadera comunión de los santos. Sin duda somos los mejores.

Bueno, tengo que reconocer que de vez en cuando miro un rato la tele vasca. Nunca se sabe muy bien lo que se está viendo. Si no aplicas la clave de humor puedes llegar a desesperarte por el grado de ombligismo que lo impregna todo. Incluso mayor que el de la tele catalana. Ayer debatían la huelga del metro y no tardaron ni dos minutos en transferir la problemática al mantra soberanista. Demasiada gente no acepta que el lekandari sea españolista. O sea, traidor. Esa es la lógica que lo impregna todo. Hasta los pintxos se ven sometidos a test de pertenencia. En fin, niños jugando a mayores. Los torpes que no pueden pasar de la provincia haciendo como que no les importa. La España de las autonomías. Y entonces puedes ver opinando a una como la de la foto que por lo visto estaba allí en su calidad de "técnica de igualdad". Y ni que decirlo que estaba muy a favor de la huelga y de que se vayan los españoles. De traca. Seguro que estaba fumada.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

¿Cómo puede ser?

Ya les dije el otro día que me había comprado un libro electrónico y andaba un tanto desesperado tratando de cogerle el punto. Bajar libros de la red, instalar diccionarios y esas cosas. Bueno, a estas alturas ya todo eso es pan comido. Y, no se engañen los nostálgicos, el invento es una de las siete maravillas de la creación. Poder llevar encima lo mismo El Quijote que la Autobiografía de Thomas Jefferson, pasando por donde quieran hasta unos cuantos miles de títulos, no es cosa baladí. Por muchas razones, entre las cuales no es la menor que ya no se justifica el ancla que supone una biblioteca de papel, con balumba de bibelots para más inri, para transitar por la vida. Ahora los intelectuales, ya sean orgánicos, de izquierdas o de derechas, podrán ir de aquí para allá livianos de equipaje sin por ello perder de vista sus útiles de trabajo. 

Pero no todo son parabienes. Hoy me entero que una tal Lucía Echeverría anda desesperada porque a consecuencia de la maravilla que vengo de alabarles  su oficio de escritora no le da para vivir. Primero le toco a la música, luego al cine y ahora a la literatura. Y no creo que haya marcha atrás. ¿Que se acabará la creación? Bueno, eso ya lo veremos. Aunque tampoco, supongo, sería grave. Porque, si no ando equivocado, todo lo que había que decir ya está dicho. Ahora sólo hace falta que lo asimilemos por tal de ser un poco mejores.

Pero volvamos a Lucia. Una vez la vi en un programa literario de la televisión y no me convenció un pelo. Demasiado rebelde para cosa buena. Por lo visto había escrito una novela con mucho sexo de la que se hizo un película que barrió en taquilla. Mejor para ella. Supongo que aprovechando aquel tirón se habrá forrado vendiendo libros que no pasarán a la historia. Pero todo filón acaba por agotarse y al suyo ya le toca. Tengo una hija, lloriquea, y con lo que ahora gano escribiendo no la puedo mantener. Porque la gente, según ella, se ha acostumbrado a robar -bajar de la red libros gratis- y esto no va a cambiar hasta que se desacostumbre. ¡Menudo razonamiento de lumbrera!

Bueno, no voy a entrar ahora en disputas sobre si esta bien o mal bajar de la red cosas gratis. Ya les dije alguna vez que esa controversia es inútil. Mientras las circunstancias lo permitan sin arriesgar nada por ello, ya me dirán... No, lo que yo les quería señalar es esa especie de ingenuidad de las editoriales y demás que se sienten víctimas del atropello. ¿Cómo puede ser que cuando, inocente tú, vas y te acercas a ellas para comprar un libro electrónico, las muy ladinas pretenden cobrarte como cuando antaño ibas a la librería a comprar un libro de papel? La verdad, no se me alcanzan las razones que les asisten. Y si piensan que con leyes se van a salir con la suya, van dados. La red tiene tantos caminos para transitar que es imposible controlar todos los carrefures. Sólo la buena voluntad de los consumidores podría funcionar y eso, ¡ay!, para cuando los peces canten opera.

martes, 20 de diciembre de 2011

Antigüedad

En Palencia hay un pueblo por la zona del Cerrato que se llama Antigüedad. En Antigüedad hay varias peñas de esas que montan los mozos para divertirse de lo lindo durante las fiestas. De entre esas peñas destaca por su capacidad bullanguera la conocida como la de Los Cavernarios. Tiene su gracia: Antigüead y Cavernarios. ¿Lo cogen? Yo nunca he estado por allí, pero tenía in mente darme una vuelta cualquier día desde que unos amigos muy aficionados a los viajes me contaron historias del lugar de corte entre exotérico y psicodélico. Que si hay allí una ciudad subterránea de la que nadie quiere hablar. Que si el del bar tiene la llave pero se hace el loco cuando se la piden. Cosas en fin, que cuentan los que viajan a los que no viajamos para que sepamos lo que nos perdemos. Bueno, la verdad es que una vez ví un reportaje que pasaron por TelePalencia sobre el pueblo en cuestión y lo que sí había era una loma llena de las secuelas de una antigua mina de no recuerdo qué. Decía una del lugar que no se podía entrar porque todo se venía abajo con sólo mirarlo. Por lo demás sé que en Antigüedad hay una bicicleta a guisa de monumento a Armstrong y unos cazas a reacción en memoria de unos hermanos del pueblo que fueron pilotos durante la guerra civil del 36. Y, en fin, por dar otra pincelada al cuadro, les pongo al corriente de que en las últimas fiestas de Antigüedad actuaron "Las Guarras de Madagascar".

El caso es que todo esto me ha venido a las mientes a causa de haber visto en la tele esta mañana a un parlamentario de nombre Antigüedad. Y lo sorprendente es que con ese nombre tan palentino era el portavoz de los parlamentarios vascos de la, por así decirlo, izquierda aberzal. Por si no lo saben les diré que izquierda aberzal es el eufemismo que se usa en Euskadi para decir nazi. Y sí, lo confieso,  me pareció que al tipo le venía su nombre como de molde. Tal como recién venido de pasar las fiestas con sus colegas Los Cavernarios. O sea, en plan paso de todo tío. Porque con las cosas que le ha dicho Rajoy, otro más despierto se hubiese tirado al monte. Pero él, ha aguantado el tirón como si nada: que si Kofy Anan por aquí, que si Tony Blair por allá... el muchacho estaba intentando que le rebajasen la tarea. ¡Jo! Lo que ayuda el pertenecer a lo que sea, he pensado. Ya veremos en qué queda la cosa, porque con la pinta de desgraciados y palentinos que tenían él y sus colegas daban, a pesar de lo que sabemos de ellos, cierta pena.

Desde luego que si Sabino Arana levantase la cabeza no sé donde iba a meterla a toda prisa porque la verdad es que se lo han puesto muy chungo: las más puras esencias de la patria en manos de palentinos cavernarios. Tanto enredar para llegar a esto.

lunes, 19 de diciembre de 2011

"The Wire"

Como las cosas están por lo visto tan mal, es natural que los que pasamos mucho tiempo en casa sacando pelotillas de la nariz nos preguntemos de vez en cuando por el porqué de tanta calamidad. Y, entonces, lo mismo que, según dicen, cada día tiene su afán, en este caso, cada día tiene su disparatada explicación. Y, para hoy, ya la tengo.

La culpa de lo que nos está pasando tendrá, qué duda cabe, múltiples causas, pero apuesto con ustedes lo que quieran que una de las mayores es aquella que se fraguó el 10 de diciembre de 1948 cuando a unos señores muy importantes, allí en New York, no se les ocurrió mejor idea que firmar un documento que dieron en titular: "Declaración Universal de Derechos Humanos". Ni al demonio se le ocurre.

¿Quién no se va a apuntar a semejante bicoca? Yo, desde luego, el primero que me lo creí todo a pies juntillas. Un montón de derechos sin puto deber que les contrapese. ¡Anda que no!

Y así corre la historia. Ayer, les cuento, combatí la horrible meteorología viendo capítulos de "The Wire" y no pude sino llegar a la misma conclusión que cuando vi los capítulos de "Breakin Bad": la cosa tiene ya mala solución. Pero que muy mala, como diría el honorable Pujol. Por cierto, recuerdo ahora que allí por los comienzos del XX había un catalán de nombre Pujol que se ganaba la vida por los cabarets de Paris tocando de oído las arias de las más famosas óperas, nada extraordinario sino fuese por que lo hacía a golpe de ventosidad. El otro día pasaron un documental en ARTE donde se pudo ver la extraña habilidad del citado Pujol. Perdón por la digresión.

Pues sí, como les decía nos lo creímos a pies juntillas. Sólo necesitábamos madrugar un poco para ir a recoger el maná. Ni había que plantarlo, ni abonarlo, ni na de na, sólo cogerlo y devorarlo. Y a subir montaña tras montaña, sin miedo a la fatiga porque para todo había la solución idónea: los polvos mágicos.

Y así estamos, que existen por el mundo en la actualidad unas tropecientas mil organizaciones no gubernamentales dedicadas a velar por la meticulosa observancia de aquellos 30 artículos de lujo de que se componía la famosa declaración de marras. Y claro, material para denuncias nunca les falta porque ya me dirán por donde se pasan los derechos de los otros los que sólo tienen deberes, o sea, los vulgarmente conocidos como poderosos... o "éllos", por usar la palabra tan cara a personajes entrañables del estilo de García Calvo.  

Pues sí, derechos sin deberes es lo que hace que siempre que salgo a pasear tenga que hacerlo con la vista clavada en el pavimento so pena de pisar lo que no hace falta que les diga. Hay ordenanzas al respecto, sí, pero los poderosos, o "ellos", se las pasan por donde les viene en gana. Y así, se le quitan a uno las ganas de salir.

¡Ya te digo!

domingo, 18 de diciembre de 2011

Los genes que regulan la personalidad y otras historias

Apenas han leído la primera página de la larga novela y ya saben cómo acaba. Chicos listos que se dice de los que un cantamañanas como Eduardo Punset podría ser el perfecto portavoz.

La cosa en cuestión consiste más o menos en lo siguiente. Cogen a un tipo cualquiera y le dan a comer, pongamos, una tableta de chocolate. Nada del otro mundo si no fuese porque mientras come le tienen metido en una especie de ratonera que en realidad es un aparato de lo que se ha dado en denominar resonancia magnética. Y el aparato, entonces, mientras come, le está tomando unas borrosas fotos de lo que pasa en el cerebro. Un aumento de la opacidad por aquí, un poco menos por allá. Nada de particular. Pero entonces viene el experto y encuentra similitudes con lo que encontraron cuando sometieron al tipo, o a otro tipo, al mismo experimento, pero en este caso sin chocolate y con una fantástica morena al alcance de la mano. ¡Aja!, dicen, éste es el lugar donde se centran las emociones que procura el placer. Bueno, nada que objetar, es el método científico y, ante eso, punto redondo.

Bueno, punto redondo si no fuese porque de tan liviana adquisición extraen los nuevos predicadores unas conclusiones que podríamos calificar de definitivas. Tan definitivas que es como si ya estuviésemos a dos pasos de saber por donde hay que cortar en caso de una pulsión incontrolable por el chocolate o las morenas. Nada nuevo por otra parte.

Digo nada nuevo porque recuerdo haber contemplado un caso parecido cuando estudiante en Madrid. El profesor Vara del Rey nos trajo una chica a clase a la que habían rebanado el lóbulo frontal para curarle una obsesión por la limpieza. La obsesión  había sido tolerable hasta que la chica tuvo un hijo al que  estaba despellejando por tal de verle limpio. Curada, sí, pero zombi. Cosas de la ciencia que no todo lo puede a la primera de cambio.

Lo de la primera página de la larga novela venía a cuento de que el otro día se lo escuche a un periodista científico que respondía así a los reproches de ligereza que le hacían. El buen señor se había lanzado a fabular y como nadie le decía nada, pues adelante. Pero como no debía ser tonto, no le costó recular cuando se topó con un sensato. Estamos en la primera página de la novela, metaforizó. Y tan novela, pensé yo. Por lo de la ficción.

Porque es que, no sé si se habrán dado cuenta, pero últimamente circula por ahí una nueva especie de religión: la neurofilosofía. Algo así como el estudio de los mecanismos cerebrales por los cuales pensamos esto en vez de lo otro. Una ciencia que, les confieso, me tendría acojonado si no fuese porque no creo absolutamente nada de lo que propone como verdadero. Pero el personal necesita creer en algo y como Punset es un lince... pues se apunta a Redes. Magia potagia.

En fin, les digo, para mí hay dos cosas de las que todavía no es que no se haya escrito la primera página es que nadie tiene ni idea de por dónde empezar. Verbi gracia, el funcionamiento del cerebro y el origen del universo. El día que se sepa eso ¿para qué seguir?

sábado, 17 de diciembre de 2011

Avidity

Avidity es la palabra que, en opinión de algunos sabios, mejor encarna la crisis que nos señorea. Anoche se lo escuché decir a Hitchens en la entrevista póstuma que están emitiendo a todas las horas este fin de semana por la BBC. Hoy lo leo en un artículo que escribe Rafael Argullol en El País.

Sí, la verdad es que prácticamente todos, desde el más poderoso al más ruin, podríamos decir aquello de: marchemos francamente, y yo el primero, por la senda de la avidez. Haría falta salir a la calle con la lámpara de Diógenes para encontrar un hombre, o mujer, ¡qué caray!, que no esté gravemente afecto de esa pulsión autodestructiva.

Avidez de dinero, de poder, de placer. Cualquier minuto de la vida que no esté proyectado en esa dirección es un minuto perdido. Siempre maquinando la mejor relación precio/calidad o sacrificio/beneficio. No hay alternativa a esa ecuación so pena de pasar por tonto y hundir la autoestima en la miseria.

Y yo el primero, lo digo con sonrojo. Toda la vida corriendo tras quimeras. Como un poseso, ajeno a los estragos colaterales. Yo, yo, yo, como un robot programado. Programado con autojustificaciones de toda laya. Hasta las más vergonzosas. En fin, menos mal que me queda el consuelo de los tontos, porque es que no conozco a quién que no esté en las mismas o parecidas.

Coda.-  Durante toda su vida tuvo Hitchens por divisa aquella originalidad nietzscheana de que "todo lo que no me mata me hace más fuerte". Bien, pues ahora, avistada ya la barca de Caronte, todos sus esfuerzos parecen dirigidos a desmontar la patraña. Si quieren más información al respecto, lean la entrevista que le hacen en el último número de "Vanity fair".

 

viernes, 16 de diciembre de 2011

El burro del gitano

Sabido es de sobra que para salir de la crisis no basta con apretarse el cinturón. Hay que crecer o, de lo contrario, muy pronto te pasará como al burro del gitano que se murió justo cuando ya se había acostumbrado a no comer.

O sea, que a crecer se ha dicho. Y todo el mundo manos a la obra. A la búsqueda de "nichos" que diría un sindicalista. Y ya se empiezan a notar los hallazgos.

Por ejemplo, en este mismo blog vas y escribes una determinada palabra y automáticamente se crea un link que te conduce a un anuncio de lo que sea. Supongo que todo ello no será más que una estratagema de la empresa que da el servicio, en este caso Google, para crecer. Y crecer es dar más dividendos a los accionistas. Ergo los accionistas pueden consumir más y más consumo, ya saben, más crecimiento. Ya ven, una especie de varita mágica, cuento de la lechera, o como quieran llamarlo, que nos proporciona comida para el burro del gitano.

Otra, los "minijobs". 400 del ala al mes. Una idea que me parece excelente a más no poder. Una cuestión de justicia. Porque a cada cual según sus habilidades o nos vamos al pozo. Que ya está bien de hacer el socialdemócrata o el democratacristiano (perdón por el pleonasmo). O es que acaso no les parece a ustedes, no digo ya insensato sino de todo punto aborrecible, que cobre más por hora la señora que se sienta al lado de mi madre por las tardes que mi profesora de matemáticas. ¡Clama al cielo!

Otra, la liberalización de los horarios. "Es que no voy a poder ir con la familia a asar chueletas a la casa del pueblo", lloriquea el carnicero de la esquina. ¡Es increíble! Cuando vivía en Barcelona conocí a un tipo que tenía una carnicería en un mercado de barrio. Pues bien, ese tipo ganaba al mes unas diez veces más que cualquiera de los médicos y profesores que le frecuentábamos como amigos. Muy edificante. En fin, el caso es que si vives del turismo porque vives del turismo y si no por lo que sea, el hecho de que las tiendas estén abiertas da vidilla a la ciudad y, por lo general, alegra al viandante y le incita a consumir. Por no hablar de los centros comerciales, lugar ideal para pasar la tarde del domingo cualquier familia con niños. Y no digamos ya si llueve o hace un calor torrante. Conclusión final: puestos de trabajo y crecimiento. Más comida para el burro.

Y ya tenemos al burro en condiciones de trotar. Ahora vamos, nos encaramamos en su lomo, y dejamos que  nos lleve a una universidad de esas que enseñan oficios tipo Silicon Valley. Lo demás por añadidura.  

jueves, 15 de diciembre de 2011

Pero que muy mala

Jordi Pujol ha vuelto a escaparse del geriatrico y anda por ahí diciendo que "la relación entre Catalunya y España es mala, pero que muy mala". Faltaría más.

De entrada, ya, a la primera frase, ha pronunciado la palabra sortilegio: Catalunya. Y eso es lo que cuenta. No desperdiciar ocasión. Porque si has nacido en Catalunya (nada de eñes, vade retro) y eres como Dios manda tienes la sacrosanta oligación de no irte ningún día a la cama antes de haber pronunciado al menos mil veces la palabra sorrtilegio o cualquiera de sus derivados semánticos.

Despues, la segunda obligación, no menos sacrosanta, es la de marcar las diferencias. Catalunya y España: dos entidades distintas sin dios verdadero que las una. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, el axioma predilecto de los de la seva que es la suya y se pronuncia igual que la ceba que es la cebolla. O sea que, cuando dices los de la seva no sabes si estas diciendo los de la suya o los de la cebolla, pero si sabes que te estás refiriendo a los que son com cal ser si la gracia divina les concedió el inmenso don de haber nacido en nada más ni nada menos que el paraíso que el diablo ofreció a Jesucristo cuando le tentó en el desierto: tibi dabo.   


Y luego, ya, de propina, y como para cuadrar el círculo, viene la imperiosa querencia de poner a parir a Aznar. No por nada, sino porque para uno de la seva, o la ceba, que no sé, que se precie de tal, Aznar es algo así como uno de esos cocos o asustaniños que sustanciado en monigote es apaleado y quemado por los lugareños en las fiestas del pueblo. Tiene su lógica. Aznar=España. España=Caspa. Luego, dar palos a Aznar es sacudirle la caspa a España y, de paso, liberar a Catalunya de las diversas opresiónes.  Impecable.

Por lo demás, ya pueden apreciar por la foto lo mal que se llevan el President de la Nació Catalana con el Principe de la casposa Espanya.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Las sagradas formas

El otro día fue María y dijo a sus alumnos: vamos a ordenar la clase porque está hecha un asco. Entonces, una mocosa de ocho años le contestó: para qué, si no va a venir nadie.

Todo el mundo sabe que los niños y los locos son los únicos que dicen la verdad. Y la verdad es que si no te ve nadie es de todo punto irrelevante e innecesario guardar las formas. ¡Buena gana! Con lo agradable que es abandonarse a la condición animal que nos es propia. Como esas vacas de las granjas de Cantabria que rumian tumbadas en esa mezcla de barro y mierda que rodea sus pesebres. O los chones en sus pocilgas que cuanta más basura hay más tienen en donde hozar y gruñir de contento.

El caso es que todo esto de las formas me parece un buen asunto para la reflexión porque es que las hay que de tanto guardarlas ya apestan a naftalina y otras que de tanto darlas de lado nos están dejando inermes para la pacífica convivencia.

No sé, porque cada uno tiene su particular olfato. Pero a mí, no sé muy bien por qué, me huelen a naftalina las formas de las monarquías, las iglesias, las navidades, la familia comechuletas, las vacaciones, el lujo, los museos, la lealtad inquebrantable, el juvenilismo y, en fin, las de los que blasonan de saber montárselo en general.

Por contra, echo mucho a faltar las formas propias del pensar que existe el otro. Es decir, las del respeto, la austeridad, la autodisciplina y autocontención del deseo. Todas esas cosas, en fin, que los padres no pueden enseñar a sus hijos porque están muy ocupados ganando dinero o ligando con el vecino del quinto. Y los profes, ya me dirán, que el día que no tienen que hacer magosta, tienen que poner adornos navideños o tienen que ir al bosque a ver que hace el oso en su madriguera. Y así, unos por otros, la casa sin barrer y 45% de paro juvenil. O sea, 45% por cientos de los jóvenes todo el día por ahí dando rienda suelta a sus instintos animalescos. Rebuznar, tirar pedos y esas cosas.

Ya digo, para pensárselo. La forma y su correlato el fondo.

martes, 13 de diciembre de 2011

Reivindicación de la aristocracia

Esta mañana me he tomado de aperitivo un vídeo en el que se veía a Savater disertando sobre las ideas. La verdad es que algo me molestaba que su silueta distendida destacase sobre un fondo como de corbata a topos... que no eran otra cosa que el logotipo de La Caixa. Pero luego me he dicho, ¡qué bobada!, cuánto mejor es que sea una entidad privada la que financia estos actos que no que sea el Estado escoralotodo con el dinero de todos.

En resumidas cuentas, La Caixa. o Caixabank como le dicen ahora, ha esponsorizado un ciclo de conferencias sobre la creación del mundo. Sobre la creatividad, en definitiva. Muy interesante, se lo puedo asegurar, y si no tienen nada mejor que hacer le pueden echar una ojeada. Está al alcance de un click, como casi todo lo que merece la pena cuando, como les decía, no hay nada mejor que hacer, o sea, cuando no se tienen ganas de arriesgar un poco el pellejo.

¿Un poco? Bueno, escuchando a alguna de las lumbreras del elenco de conferenciantes, he llegado a la conclusión de que con un poco no basta; para que la cosa funcione hay que arriesgar bastante, ser valiente, que no en vano valiente es la cosa que vale, que tiene valor.

Prefiero bajar en bote por los rápidos de un río que visitar un museo, dice Patricia Churchland, filósofa de postín. Eso es tener valor.  

Ser o no ser valiente, eh ahí la cuestión. Aristócrata o plebeyo. Dudante o repetidor. Individuo o rebaño.
 

domingo, 11 de diciembre de 2011

Se la juega

"El comercio se la juega en Navidad". "Estamos con la soga al cuello". Así, de este tenor, son las declaraciones de los de la Cámara de Comercio. ¡Caray!, digo yo, cualquiera lo diría.

Ayer, domingo de peperipingo, fuimos por ahí en bicicleta, por esos maravillosos valles cántabros que más lo serían si no fuese porque los millones de coches que los cruzan tienen una prisa de mil demonios y el olor a mierda de vaca lo impregna todo, espíritus incluidos. La hora de la comida nos pilló por la parte de Villacarriedo y Selaya. Buscamos un menú normal, pero todos eran de 25 o 30 €. Es que son platos de carta, se justificaban. Chicos y chicas listos y listas, al fin y al cabo. Hasta que dimos con uno de 15, que no es poco por cierto. Una porquería y como que no nos trataron muy bien. Como si fuésemos parias. Claro que en la única mesa ocupada, salvo nosotros, había un constructor con su familia tirando de solomillos. Pa que luego digan que si la construcción tal, que si la construcción cual.

Pasamos luego por los altos de Villafrufe al valle de Toranzo. Desde allí, siguiendo el curso del Pas abajo y el Pisueña arriba, llegamos a Sarón donde habíamos dejado el coche. Un poco cansados, la verdad. Y algo hartos de patria chica. Demasiada mierda de vaca para nuestro gusto, ya digo.

Ya era de noche cuando avistamos Astillero. Allí, a la izquierda, un bullicio inusitado en los alrededores del centro comercial a la orilla de la Ría de Solía. María me dijo que merecía la pena visitar aquello y ¡vaya que si la merecía! Tuvimos que dar varias vueltas para aparcar y al final lo hicimos en el quinto carajo como vulgarmente se dice. El caso es que todas aquellas tiendecitas que allí había antaño han sido arrasadas por "La Gran China". Es "La Gran China" una superficie de varios miles de metros cuadrados rebosante de todo lo que uno se pueda imaginar que existe en el mundo. Y a precios de risa. Por ejemplo, una bata de andar por casa, de un tacto exquisito, 13€. Compramos un escurridor de cocina de acero inoxidable y dos cuadernos de espiral por cinco €. ¡Dios, como estaba aquello! María se encontró como con veinte de sus  alumnas que por allí pasaban la tarde dominical en compañía de sus progenitores. Todos con su árbol de navidad plastificado. En fin, fiesta, fiesta, fiesta, y con canciones cántabras de fondo, que es que estos chinos no se cortan un pelo.

Luego, en casa ya, traté de profundizar un poco, internet mediante, en el fenómeno sociológico del que veníamos de ser parte y arte. Muy interesantes los foros sobre el subject. Unos que lloriquean porque es el fin de un mundo armonioso, el de la vida de barrio. "Sabor de barrio/ tesoro antiguo/ falsamente popular", que diría el Gato Pérez. Otros, regodeándose por el fin de una casta de atracadores insaciables. Los de más allá aceptando el cotidiano transcurrir con sus inevitables vaivenes. Y todos conscientes de que algo de grandes consecuencias está teniendo lugar.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Demasiados gallos en el corral

Se veía venir. Y quizá sea ahora cuando empiece a solucionarse el problema. Se pone una valla en medio del corral y tú a tus gallinas y yo a las mías. Porque con dos gallos en el mismo corral aquello es un capharnaüm. O todo manga por hombro, para que mejor se entienda.

El Reino Unido se ha quedado, como quién dice, fuera de la Unión. Pero es que, claro, ¿cómo hubiese podido ser de otra manera? Le estaban pidiendo que pusiese en cuestión su principal fuente de riqueza. La City sigue siendo a día de hoy la principal plaza financiera del mundo mundial y dejar que otros, que por cierto no han demostrado ser muy espabilados, metan la mano allí, sería algo próximo al suicidio. Mejor me voy, han dicho. Y ahora ya sabe cada cual a qué atenerse.

El problema ahora estriba en comprobar si los nuevos corralitos van a dar para satisfacer las necesidades biológicas de sus respectivos gallos. Porque el mundo ya no es lo que era y proliferan los gallos por doquier, ¡y qué gallos! En fin, es evidente que uno no sabe gran cosa de estos asuntos, pero escucha lo que se dice por aquí y por allá, y llega a la conclusión de que Europa tiene poca solución. Y porque existe la bomba atómica que si no no sé la de veces que ya se habría vuelto a las andadas. Porque ni Dios cede un ápice. Prefieren morir antes que perder la vida, como decíamos de niños en nuestros juegos.

Con lo fácil que hubiese sido: Londres, capital financiera; Frankfurt, capital política. Por ejemplo. Una utopía imposible cuando de gallos se trata.

jueves, 8 de diciembre de 2011

El hombre en la sombra

En los últimos tiempos, de un par de años para acá, no paro de cuestionarme la cantidad de cosas que sobran en este mundo. Empezando por mí, que soy bien consciente de lo pasada que está mi hora y lo poco que se iba resentir el mundo con mi ausencia. Pero, en fin, permitan que me excluya de esta razia  inocente sin más objeto que divertir al enemigo.

El caso es que me decía el otro día Jacobo que esperaba como agua de mayo mi valoración de los presuntamente lamentables hechos acaecidos alrededor de la elegante figura del Sr. Urdangarín. Y, bien,  ya le dije que, cuando vivía en Barcelona, tenía un vecino, vasco del PNV por más señas, que no hacía otra cosa que robar, robar y robar, de forma subrepticia. O sea, con los papeles siempre en regla. Por si las moscas. Por eso, a pesar de las miles de citaciones judiciales que tuvo que hacer frente en vida nunca se vio en la tesitura de tener que dormir a la sombra. Los del PNV, ya se sabe, tres cosas a las claras, bazoki, misa y familia. A las oscuras, putas y choriceo. En realidad nada que no tenga que ver con la doble moral propia de la burguesía decimonónica. Negocios permitidos por la Iglesia. La reina Victoria y todo aquello. Una reliquia del pasado que convendría arrasar.

Urdangarin, adepto del PNV, supongo que para no enfadar a papá, va y se casa con la princesa. Transido de amor, por qué no. Y a vivir que son dos días. No te preocupes que ya hablo yo con tal, no te preocupes que ya hablo yo con cual. ¿Y quien se va a atrever a no escucharle? Influencias por aquí, influencias por allá, al final no hay guiso del que no sea la salsa. El hombre en la sombra imprescindible para sacar subvenciones para cualquier mamarrachada. Un tonto del culo de dos metros de alto.

La monarquía, valor simbólico. ¿Sí? ¿Todavía? ¿No será un puro anacronismo? El mito de la transubstanciación tan ferozmente defendido por cierta Iglesia, la católica para más señas. Voltaire se ríe de él. Pinta a un obispo retorciendo la nariz al Príncipe delante de su padre el Rey. El Príncipe se queja y el Rey se cabrea con el obispo. Vea su Majestad, dice entonces el obispo, le hago daño al Príncipe y le duele  a vuesa Majestad. ¿Acaso necesita otra prueba más fehaciente de la transubstanciación del padre en el hijo? ¡Menudo pájaro el obispo! El caso es que un día, hace muchos años, quizá siglos, un señor destacó por sus cualidades entre sus conciudadanos y estos le hicieron rey. En adelante sus descendientes seguirán ostentando el cargo porque las cualidades se transubstancian.  No falla. Lo sostienen los obispos.  

Para mí que con todo esto del valor simbólico convendría andarse con mucho cuidado. Por supuesto que, si por mí fuese, sería una de las cosas a enseñar en la escuela con mayor denuedo. La mitología clásica y todo su juego de significados encubiertos. O sea, la racionalización del pensamiento mágico. Pensamiento que señorea el mundo sin que haya visos de que la cosa vaya a cambiar por el momento. ¡Por Dios, bendito! ¿Entre linaje y merito con cuál se quedaría usted? Hay tanto que convendría ir arrumbando.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Más que discutible

En mis tiempos de estudiante en Salamanca conocí a un tipo realmente singular. Así quedó descrito en el Anuario de "La Cofradía" del 1992: "Sorprende en Pepe su asombrosa capacidad para la adaptación al medio. Difícil es concebir una escucha más atenta que la suya: seguir las mudanzas de su mirada es respuesta inequívoca al discurso asimilado. Avaro con las palabras -sabe bien lo que valen-, muy de vez en cuando, haciendo gala no sé si de una socarronería manchega o de una ironía británica, como Diana Cazadora, arroja sus dardos certeros y es difícil que falle. Sus escasos juicios siempre vienen a cuento y el que no los entienda peor para él. Mitad quijote, mitad lobo estepario, recorre los yermos de la ciudad, clandestino y enfrascado, dejando aquí y allá tierna muestra de sus travesuras"

Podría contar muchas sabrosas anécdotas con Pepe de protagonista, pero no se preocupen que no me voy a poner Cebolleta. Si le traigo hoy a colación es porque me lo ha recordado una noticia que repiten  los medios machaconamente para, supongo, olvidarla mañana. "Golpe mortal" a la Amazonia brasileña. Así de contundentes se pronuncian unos y otros porque el gobierno brasileño ha decidido que los propietarios roturen si quieren sus bosques hasta un cierto porcentaje. Discutible medida, por supuesto, aunque leído lo leído, y sin excepción, la sentencia ya esta echada. Un desastre del copón. 

El caso es que un día que andábamos escampando la boira por el Teso de Arapiles, fue Pepe, se echó la mano al bolsillo, sacó un libro y me lo dio. Te puede gustar, dijo. "Más que discutible" de Oscar Tusquet. ¿Cómo no le iba a gustar a Pepe un libro con ese titulo? Para él, antidogmático empedernido, cualquier cosa era discutible. Aunque también es verdad que albergaba un fino olfato para saber cuando merecía la pena la discusión.

Como no podía ser de otra manera al llegar a casa me puse a leer el libro. Y, sí, me gusto. Se dedicaba a dar la vuelta a unos cuantos tópicos utilizando argumentos que, si no inapelables, sí, al menos, eran tan sólidos como los que sustentaban el tópico en cuestión. Las vacaciones, la fotografía, el diseño, la facilidad, la ropa... la naturaleza. Y aquí precisamente, en lo de la naturaleza es donde he hilado fino y me he acordado de Pepe y del libro que me regaló.

Sostiene Oscar Tusquet que todo eso del peligro que conlleva la deforestación de la Amazonia es una soberana chorrada. Deforestando la Amazonia, dice, no sólo no empeora la calidad de aire sino que mejora y mucho. Y cita unos cuantos estudios de prestigiosos científicos para apuntalar su opinión. Porque, según esos estudios, la Amazonia emite a la atmósfera millones de toneladas de gases perniciosos cada día, no por nada sino por la putrefacción de las ingentes cantidades de materia orgánica que genera. Así es que, ante tal desaguisado, sirve de muy poco consuelo las grandes cantidades de CO2 que puedan chupar de la atmósfera los árboles.  ¿Verdad? ¿Mentira? ¡Yo qué sé! Ahora que de una cosa sí que estoy bastante seguro: cuando se exhibe tanta unanimidad ante una certeza de difícil demostración empieza a picarme la mosca detrás de la oreja y ya no puedo parar hasta que la espanto. Porque es que de religiones ya hemos tenido bastante. Y vivir con incertidumbres tampoco es que mate.

martes, 6 de diciembre de 2011

La Constitución

Bien, hoy se celebra que tenemos una Constitución en la que, al parecer de algunos entendidos en la materia, el peso de los derechos que se nos garantizan sobrepasa con mucho al de las obligaciones que se nos exigen. Y por tal es que debemos estar la mar de contentos con ella. La Constitución, una madre para todos. O casi todos. Porque sabido es que los hay que no pasan por el aro. Ellos, respecto de esa madre se sienten hijastros y no paran de manifestarse en  tal sentido tan pronto como la que pintan calva se presenta. Y aunque no se presente, que para ellos el hacer pasar al Pisuerga por Valladolid no es problema que les suponga trastornos de conciencia sino todo lo contrario.

Así es que estos últimos días se han oído al respecto cosas desternillantes a políticos de las comunidades por así decirlo bastardas. Que porque les tenemos sujetos con grilletes y cosas así, que si no salían corriendo y ya no podríamos seguir robándoles más. Bueno, bueno, échenle una ojeada a los foros que siguen a las noticias que da La Vanuguardia y amárrense los machos so pena de morir de risa.

El caso es que luego va uno y trata de hilar fino y se da cuenta de que las cosas no son como parecen a primera vista. Ni lo que dicen esos políticos y esos foros tiene mucho que ver con la realidad, ni, tampoco, el tiempo pasa en vano. Y es que, así, como por casualidad, mi vista ha caído sobre una entrevista que le hacen a Andreu Buenafuente con motivo de una obra de teatro que va a estrenar en Madrid.

Andreu Buenafuente estuvo muchos años al frente de talk show que emitía la televisión catalana. Al más puro estilo Jay Leno. Pero en cutre, todo hay que decirlo. Yo lo solía ver en mis zappeos de antes de ir a la cama. Raramente me enganchaba más allá de unos segundos. Y cuando resistía un poco más, era más que nada por la cosa del placer masoquista. Porque el bueno de Andreu no escatimaba elogios a su audiencia por el grosero procedimiento de denigrar al supuesto enemigo. Por eso era que siempre estuviese sacudiéndole la espalda a un funcionario de Madrit para quitarle la caspa. Y cosas por el estilo.
 
Pero, como digo, el tiempo no pasa en vano. Y por el camino la gente se suele caer del caballo. Lean lo que dice Buenafuente a propósito de Madrid a día de hoy:

 "Estar aquí "es renacer como actor; aquí te enfrentas a un mundo nuevo, sin complejos, sin prejuicios y sin tópicos". Porque la gente cree que aquí todo es política, instituciones, bancos grandes, "y no es así". Y tanto que no es así, añade Buenafuente: "Madrid tiene un enorme magnetismo, es una gran ciudad mundial, es extrema en todos los campos". Aquí, como ocurre en Nueva York, en París o en Londres, "la gente parece que va de paso, pero vive la ciudad a tope, y muchas veces se queda a vivir, porque la ciudad le ofrece fascinación pero también calor de acogida".


Y añade:


"Y entre sesión y sesión de teatro (desde hoy hasta el domingo), a vivir Madrid. "En Madrid", dice Buenafuente, "vivo el doble. Como más, duermo menos, estoy como una esponja, absorbiendo todo... Y hay tanto que ver, hay tantas cosas pendientes. ¡Lástima que ya no esté Antonio López en el Thyssen! Pues veré a sus maestros, en el Prado, ¿no te parece?".


Como se suele decir, quién te ha visto y quién te vio. O era... no sé, pero lo que si es verdad es que este payo se apunta a todas. 

lunes, 5 de diciembre de 2011

Gente pa to


Supongo que todo el mundo conocerá la anécdota, pero, por si acaso no, la repetiré. Se trata de lo de que contestó un famoso torero cuando le señalaron por la calle a un tipo que por allí pasaba. Mira, le dijeron, ese es Ortega y Gasset. Y ese Sr. a qué se dedica, contestó él. Es filósofo. Desde luego, remató el maestro, que tiene que haber gente pa to.

Desde luego que la hay. En Santander, por ejemplo, acabo de enterarme de que hay un "Movimiento en defensa de la identidad de la bahía". ¡Vaya por Dios! La identidad, cosa que yo creía propia y exclusiva de vascos y catalanes, resulta que también la tiene la bahía. !Por cien mil demonios hirsutos, que no me la toquen! Y es que Botín quiere hacer no sé qué para turistas en una de sus orillas. Y los del movimiento dicen que "rompe absolutamente" e "impide" la integración de la ciudad y la bahía. Bien, sus razones tendrán, que un  "Movimiento" que se precie de tal nunca hace tan rotundas afirmaciones sin disponer de estudios previos en los que poder basarse. Porque los "Movimientos", ya saben, de otra cosa no, pero de gente capacitada para hacer sesudos estudios andan sobrados.

Y, luego, que me he enterado de que quieren mover "el monumento". Y eso sí que no. Por ahí no pasamos, han dicho los del "Movimiento".  Porque, ¡leches!, mueves el monumento y toda la identidad se va al carajo. Y ya me dirán qué hace una bahía sin identidad.

Bueno, ya digo, pa to. Y así es que uno nunca sabe qué pensar y, aun menos, cómo posicionarse, porque si uno hace lo que le pide el cuerpo luego pueden venir los del "Movimiento" a afearle la conducta. Que no sería la primera vez en haber tenido problemas con algún tipo de "Movimiento". Así que ¡quita, quita!

Ahora que lo que sí creo que podría ser una magnífica iniciativa por parte de la ciudadanía santanderina sería la creación de un movimiento (a secas) de opinión a favor de las escaleras mecánicas, los ascensores, los teleféricos, los túneles, cualquier cosa, en fin, que ayude a salvar los desniveles de los que la ciudad tiene para dar y tomar. Porque es que, ¿saben?, hay una realidad que parece de mal gusto recordar: Santander tal como está no es ciudad para viejos.  Se lo digo yo que lo soy.

viernes, 2 de diciembre de 2011

El arte de la guerra

Pido perdón de antemano porque sé que me voy a meter en un jardín prohibido. Prohibido desde que el Sagrado Corazón de Jesús fue entronizado en todo el mundo occidental... que es tanto como decir que se propagó esa terrible infección, mortal de necesidad, que destruye el cerebro y entroniza al culo como órgano pensante.

Dicho lo dicho, entro a saco en el jardín prohibido, o sea, en lo que desde los albores de la civilización humana, milenios ha, se ha dado en llamar "el arte de la guerra".  Porque la vida, pese a quien pese, o es guerra o es un asco. Y es que sólo hay una forma de conseguir lo que queremos: luchando. Y que nadie se engañe: todo lo que se consigue sin lucha es, simple y llanamente, basura.

Primera y última ley del arte de la guerra: al enemigo no se le vence a medias; si no le arrasas has perdido la guerra.

Empezando por el enemigo más cruel, el que no da tregua, nuestra propia ignorancia. Nunca son suficientes las bombas que le arrojamos, siempre resurge por algún rincón del que desconocíamos su existencia. Y vuelta a empezar, con disciplina y método. Y así toda la vida o estaremos derrotados.  

Siguiendo por el enemigo exterior. ¿Qué chorrada es esa de los objetivos selectivos? Al enemigo le destruyes el chiringuito bélico y le dejas con vida y hacienda y lo único que consigues es que te odie más y se prepare a fondo para hacerte todo el daño que pueda. A los nazis se les doblegó porque cuando acabó la fiesta los cuatro que quedaban no podían pensar en otra cosa que en cómo conseguir un mendrugo de pan para sobrevivir.

Todo esto viene a cuento de que anoche, mirando la BBC, vi como una colla de afganos se divertían de lo lindo arrojando piedras a una mujer que estaba enterrada de medio cuerpo para abajo. ¡Delicioso espectáculo! Y ahora me viene a la memoria un libro que me recomendó mi hija Marga. Se llama "El volador de cometas" o algo así. Es, mayormente, la autobiografía de un afgano que vive exilado en los EEUU. El caso es que las circunstancias le llevan al Afganistán gobernado por los talibanes. Y, allí, en Kabul, se ve obligado a asistir a un partido de fútbol. En el descanso del partido, entran unos tipos con picos y palas y hacen un agujero detrás de una de las porterías. Acto seguido, otros tipos traen a una mujer cubierta con un burka, la meten en el agujero hasta la cintura y rellenan el sobrante para que no se pueda mover. Luego viene un camión con piedras y las arroja al suelo cerca de la mujer. A continuación invitan por los altavoces al respetable a arrojar las piedras sobre la mujer. Terminada la faena con el éxito que es de suponer, se reanuda el partido.

Yo, la verdad, no sé qué pensar de todo esto, pero para mí que si las tropas occidentales hubiesen entrado en Afganistán como entraron en Alemania, a sangre y fuego, sin perdón, a esta hora ni lapidaciones, ni talibanes, ni amapolas, ni leches. Lo que habría en Afganistan sería una cabeza de puente del mundo racional en aquel bourbier que es todo el Medio Oriente.

¿Y a quién en su sano juicio le puede importar que maten cuantos más mejor de esos que se regodean arrojando piedras a una mujer semienterrada? Yo, lo juro, si pudiese, no dejaba ni uno y después iba a dormir a pierna suelta.

jueves, 1 de diciembre de 2011

La culpa es del otro

Uno de los capítulos más desternillantes, según para quien, de la serie televisiva británica "Fawlty Towers" es el dedicado crear equívocos con unos turistas alemanes. En él  podemos ver a John Clease aireando lo que el inconsciente colectivo de las islas guarda pudorosamente bajo las alfombras. Y es que hay cosas que, por muy bueno y educado que sea uno, son difíciles de olvidar en una o dos generaciones. El zumbido de los V-1 y V-2  todavía resuena para muchos por los cielos de Londres.

El caso es que estamos viviendo unos días que, porque ya no nos creemos nada, que si no nos estaríamos apretando los machos. Porque, según cada vez más comentaristas de los que saben de todo, la sombra de la Alemania más siniestra vuelve a sobrevolar nuestras cabezas. Nos ha utilizado, dicen, de forma sibilina para conseguir su reunificación y, ahora, conseguido ya su objetivo, ahí os las apañéis con todas las supuraciones que he contribuido a produciros. Y es que uno va por ahí y, efectivamente, no cuesta darse cuenta de que todas las supuestas ayudas recibidas de Alemania, vía Comunidad Europea, no han tardado en volver a donde salieron: Mercedes, BMWs, y demás cacharrería con el sello inconfundible de la ingeniería teutona. No hay otra cosa digna de mención.

Do you mean worst?, le preguntan a un experto en la CNN. ¡Beyond worst!, responde éste con cara de las peores circunstancias del mundo.

Estamos apañados. Claro, la CNN es anglosajona. Lo mismo que la CNBE, BBC, Blomberg, etc.. Se supone que arriman el agua a su molino. O sea a la City y a Wall Street. La libra esterlina y el dólar. Y, enfrente, quedándose seco, Frankfurt, con toda la Eurozona a cuestas y nadie que le defienda.

Demasiadas monedas de referencia para una región que ya no es lo que era. Ricos venidos a menos con inflación de inteligencia. Todos concluyen lo mismo: la culpa es del otro. Que cada palo aguante su vela.

Desde luego que no hay que ser un lince para darse cuenta de que esto de la Unión Europea ha sido un fraude en toda regla. Frankfurt y Londres. ¿Para qué necesitábamos dos? Cincuenta idiomas que no son diversidad cultural sino barreras al entendimiento. Cincuenta telekones que son vampiros que nos dejan secos a nada que vamos cuatro pasos más allá de nuestra casa. Cincuenta de todo para que no podamos hacernos una idea de lo que somos y dónde estamos.

Sí, muy bien, y ahora, ¿qué hago yo con mis ahorros? Porque si me los convierten a pesetas... apaga y vámonos. Bueno, no creo que lleguemos a eso, porque también he oído decir en France24 que los que más iban a perder si el euro se va al garete serían los propios alemanes. Claro que en France24 son jueces y parte de la otra parte.