lunes, 26 de diciembre de 2011

Chusma habemus

He amanecido con una rinorrea que se diría que son las mismísimas fuentes del Nilo lo que tengo en la nariz. Nada de particular porque ya se sabe que por estas fechas se debilitan las defensas y uno se lo agarra todo. Pues nada, me he dicho, me quedo tan ricamente en casa disfrutando de este solecillo reparador que entra por los ventanales. Todo muy bonito, todo muy lógico, pero, ¡ay!, chusma habemus.

Porque es que el chusma del piso de al lado no ha parado en todo la mañana de alternar el martillo con el black&decker. Es un tipo relativamente joven, pero presumo que está prejubilado. O sea, en la gloria. Poniéndolo todo, ya digo, un poco mejor. Un bonito estudio para presumir de culto cuando vengan visitas y cosas así. Lo normal.

No me quejo porque toda la culpa es mía. Durante toda mi vida tuve una especie de estúpido desprecio por la acumulación de capital. Una especie de vanidad infantil cultivada con abono de sacristía. Una soberbia de ignorante en definitiva. ¡Dios mío, que arrepentido estoy!

Si volviese a nacer, como se suele decir, no haría las mismas cosas que he hecho. Algunas sí, porque han sido y siguen siendo de mucho regocijo, pero muchas otras las cambiaría por un espíritu de hormiga. Acumular, acumular, acumular. Porque oportunidades no me han faltado. Y, así, ahora, en vez de por chusma black&deckera, viviría rodeado, un suponer, de un glacis de unos cientos de hectáreas de Campo Charro plantado de encinas. Glacis, ya saben, el territorio que tiene que atravesar el enemigo a descubierto antes de llegar a las murallas del castillo.

En fin, cada uno tiene y es lo que se busca con esmero. Así que les pido perdón por el desahogo. Por cierto que para desahogo el que se permite hoy Sostres en su blog Guantánamo. Les ofrezco una pequeña muestra:


"Los festejos navideños son típicamente femeninos. No hay ni un solo hombre en el mundo que acuda a una comida o cena navideña sin una cierta sensación de acudir al matadero, sin una pereza infinita, sin mil ideas rondándole por la cabeza sobre cómo disponer de su tiempo de un modo mucho menos peligroso y mucho más placentero.
 Por eso es un clásico y una tradición cada vez con más arraigo acudir borracho a este tipo de celebraciones."

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