miércoles, 7 de diciembre de 2011

Más que discutible

En mis tiempos de estudiante en Salamanca conocí a un tipo realmente singular. Así quedó descrito en el Anuario de "La Cofradía" del 1992: "Sorprende en Pepe su asombrosa capacidad para la adaptación al medio. Difícil es concebir una escucha más atenta que la suya: seguir las mudanzas de su mirada es respuesta inequívoca al discurso asimilado. Avaro con las palabras -sabe bien lo que valen-, muy de vez en cuando, haciendo gala no sé si de una socarronería manchega o de una ironía británica, como Diana Cazadora, arroja sus dardos certeros y es difícil que falle. Sus escasos juicios siempre vienen a cuento y el que no los entienda peor para él. Mitad quijote, mitad lobo estepario, recorre los yermos de la ciudad, clandestino y enfrascado, dejando aquí y allá tierna muestra de sus travesuras"

Podría contar muchas sabrosas anécdotas con Pepe de protagonista, pero no se preocupen que no me voy a poner Cebolleta. Si le traigo hoy a colación es porque me lo ha recordado una noticia que repiten  los medios machaconamente para, supongo, olvidarla mañana. "Golpe mortal" a la Amazonia brasileña. Así de contundentes se pronuncian unos y otros porque el gobierno brasileño ha decidido que los propietarios roturen si quieren sus bosques hasta un cierto porcentaje. Discutible medida, por supuesto, aunque leído lo leído, y sin excepción, la sentencia ya esta echada. Un desastre del copón. 

El caso es que un día que andábamos escampando la boira por el Teso de Arapiles, fue Pepe, se echó la mano al bolsillo, sacó un libro y me lo dio. Te puede gustar, dijo. "Más que discutible" de Oscar Tusquet. ¿Cómo no le iba a gustar a Pepe un libro con ese titulo? Para él, antidogmático empedernido, cualquier cosa era discutible. Aunque también es verdad que albergaba un fino olfato para saber cuando merecía la pena la discusión.

Como no podía ser de otra manera al llegar a casa me puse a leer el libro. Y, sí, me gusto. Se dedicaba a dar la vuelta a unos cuantos tópicos utilizando argumentos que, si no inapelables, sí, al menos, eran tan sólidos como los que sustentaban el tópico en cuestión. Las vacaciones, la fotografía, el diseño, la facilidad, la ropa... la naturaleza. Y aquí precisamente, en lo de la naturaleza es donde he hilado fino y me he acordado de Pepe y del libro que me regaló.

Sostiene Oscar Tusquet que todo eso del peligro que conlleva la deforestación de la Amazonia es una soberana chorrada. Deforestando la Amazonia, dice, no sólo no empeora la calidad de aire sino que mejora y mucho. Y cita unos cuantos estudios de prestigiosos científicos para apuntalar su opinión. Porque, según esos estudios, la Amazonia emite a la atmósfera millones de toneladas de gases perniciosos cada día, no por nada sino por la putrefacción de las ingentes cantidades de materia orgánica que genera. Así es que, ante tal desaguisado, sirve de muy poco consuelo las grandes cantidades de CO2 que puedan chupar de la atmósfera los árboles.  ¿Verdad? ¿Mentira? ¡Yo qué sé! Ahora que de una cosa sí que estoy bastante seguro: cuando se exhibe tanta unanimidad ante una certeza de difícil demostración empieza a picarme la mosca detrás de la oreja y ya no puedo parar hasta que la espanto. Porque es que de religiones ya hemos tenido bastante. Y vivir con incertidumbres tampoco es que mate.

2 comentarios:

  1. Si hacemos caso a los periódicos, vamos fritos: los transgénicos, horrorosos; las ondas de telefonía, mortales; la acupuntura, la medicina china, el reiki, panaceas universales. Nuevas religiones, ya se sabe. Más leer manuales de ciencia y menos papeles volanderos. Al que lo dude le aconsejaría que se acercara a uno de esos baretos de Madrid o de provincias por los que suelen andar los periodistas y escuche conversaciones.

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  2. El otro día por la noche vi una película de Robert Altmann titulada Pret a Porter. El mundo de la moda que no sería nada sin los periodistas. Y sin caniches. Y las cacas de los caniches que pisan sin cesar. Y sin socialistas me atrevería a decir. Recuerdo que cuando gobernaron los primeros socialistas no había día que no saliesen desfiles de moda en el telediario. Bueno, ahora han cambiado la moda por los cocineros. Lo que sea con tal de que no haya que sostener libros entre las manos.

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