viernes, 23 de diciembre de 2011

La vuelta de la tortilla

Yo no creo que haya nada en este país que concite tanta unaninimidad en su valoración como la tortilla de patatas. Todavía estoy por conocer al primer español, sea del género y procedencia que sea, que no le guste la tortilla de patatas. Con cebolla, sin cebolla, y todas esas otras variedades que el I+D gastronómico ha ido colocando sobre las barras de bares y cafeterías. Bueno, tampoco me parece rara esa unánime aceptación porque, ingerir tortilla de patatas, es como inyectarse calorías directamente en vena, lo cual, bien es sabido, lo levanta todo, incluso el ánimo.

Teniendo en cuenta lo dicho, y siendo así que los símbolos siguen teniendo una importancia capital por su función cohesionadora, yo propondría a nuestras queridas autoridades que sustituyeran el toro de la bandera por la imagen de una tortilla como la que les muestro al inicio de estas reflexiones. Así, quitaríamos argumentos a los cuantiosos rebeldes periféricos que ven en el toro la imagen viva de la agresividad que los genocidia. Y, la tortilla, les puedo asegurar por haberlo comprobado de primera mano, les gusta tanto como a los más acendrados centralistas del Santiago y cierra España.

Bueno, ya puestos, también mandaría sustituir el Chunta chunta chum por Suspiros de España. Sería un himno nacional mucho más ajustado a la realidad sentimental popular. Pero esta es otra historia que hoy no toca.

Les sugiero estas excentricidades estimulado por la observación de los estragos causados entre los hemipléjicos morales de uno y otro lado por la reciente vuelta de tortilla que acaban de propiciar con sus votos los que han votado. ¡Qué exaltaciones de los unos! ¡Qué inquinas de los otros! Hoy ha caído mi mirada sobre un foro a propósito de la llegada a la alcaldía de Madrid de Ana Botella y ¡madre mía, qué demencia! ¿Cómo se puede odiar de ese modo? Bueno, a lo mejor la señora es un poco meapilas para mi gusto, pero por lo demás... más de lo mismo: pincho, o pintxo, de tortilla a media mañana y Suspiros de España a media tarde.

Sin embargo he tenido una verdadera hemorragia de satisfacción leyendo un artículo de Pilar Rahola. Nunca leo a esa señora por considerarla absolutamente predecible, pero hoy he cedido porque el asunto que trataba eran las Embajadas. Las que tiene la Generalidad distribuidas por las calles más caras de las ciudades más emblemáticas del mundo. En Madrid, en Alcalá, junto al Banco de España.  Un pastón considerable. Bueno, como primera y sorprendente sorpresa, valga el pleonasmo, no aparece en todo el artículo el término Cataluña. Y sólo una vez uno de sus derivados semánticos. Una verdadera epopeya, en fin. Pero es que, además, reivindica la necesidad de dejarse de mandangas victimistas y empezar a hacer autocrítica. Y entonces se pone a explicar en donde están esas embajadas, para qué sirven y lo que cuestan. Un verdadero escándalo y más cuando se están recortando servicios a lo más sensible, como los profesores para niños sordos o investigación del SIDA. Bueno, se diría que esta señora ya se ha curado, o está en trance, de su diarrea regionalista. Aunque no creo. Más bien me inclino a pensar que la reciente vuelta de tortilla le ha llevado a considerar estrategias más refinadas. Ya veremos. En cualquier caso, un soplo de aire fresco es un soplo. Bienvenido sea.

10 comentarios:

  1. Eso de que la tortilla sea aceptada por tirios y troyanos no lo veas tan claro, que hay gente para todo. Acuerdate del: "Pues cuando comemos patata estofada es un genocidio y una gamberrada..."

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  2. De vez en cuando Rahola hace artículos muy buenos. Y sobre el tema de Oriente Medio y el islamismo radical, saber muchisimo. Creo que es bastante heterodoxa. A mi me interesa a menudo.

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  3. Seguramente tienes razón Jose Luis. Recuerdo haber leído algún artículo sobre oriento medio y el islamismo que me gustó. Pero lo que pasa es que después de haber pasado unos años en Cataluña aguantando la matraca uno está lleno de prejuicios que procuraré corregir en adelante.

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  4. Pues no caigo, Jacobo, a qué te estás refiriendo con lo del genocidio de las patatas. De todas formas como pa to tiene que haber gente, pues me hago una idea.

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  5. Siento desilusionarles, pero la Rahola es una mujer brillante que cuando habla de algo suele estar bien documentada,su energía es vibrante y su lógica aparentemente impecable, pero no se ha bajado del burro nacionalista y sigue escribiendo artículos acerca de la deuda fiscal y temas similares que hacen salir ampollas.

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  6. La cita poética que traía a colación era de La Trinca de los años ochenta. Era una canción que decìa algo así como: "Pasa con el Darwin tanto dar la lata si el hombre viene de la patata". No era la mejor de todas, sino aquella en la que los tres se vestían de señora despechugada y cantaban aquello de "Qué tendran ellos que no tengamos nosotras... " Qué tiempos.

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  7. Por cierto, no sé a qué esperas para hablar de Soralla. No podemos soportar la dilación...

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  8. Quiero decir, Soraya, claro. Aquí ya son las tantas después de la cena de nochebuena. Sorry.

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  9. Pues sí, Anónimo, ya sé que la Rachola siegue dando la matraca. Precisamente por eso me había sorprendido que tratando de las cosas de a casa nostra no echase la culpa a los de siempre.

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  10. Jacobo, a mí el que me gusta de La trinca es ese de "lo haremos toda la noche". Me parece genial. A Soraya no la he seguido mucho la pista, pero por ahora... creo que ya conté que la vi una vez en un reportaje que le hacían en Telepalencia por el Camino de Santiago. Andaba haciendo fotos por Villalcazar de Sirga. Me pareció espabilada.

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