sábado, 4 de febrero de 2012

Pequeños paraísos



Hace unos días escribí en este blog una entrada, "Qué bonito sería que las cosas fueran como nos gustaría que fuesen", que trataba del asunto ese tan controvertido y de rabiosa actualidad de las descargas por internet. Bueno, no se preocupen que no voy a insistir. Sólo quiero reproducirles aquí el comentario que hizo una corresponsal anónima  a tal entrada.  


"Ruego a todos los santos, santitos, y dioses que ha habido y habrá, que nuestros gobernadores no lleguen nunca a reparar en que existen unos locales públicos llamados bibliotecas...
Llevan poco presupuesto, apenas el sueldo escaso de un titular y un par de auxiliares, y una calderilla para compras. Los usuarios no se reúnen en grupos, suelen ir de uno en uno y sentarse lejos unos de otros, así que no hay mucho peligro de asociación ilícita.
No concibo sin embargo para mi solaz y salud mejor lugar. La que me corresponde por distrito es un lujo. Tiene de todo. Sirve al tiempo como gimnasio si decidimos ese día cultivar el córpore también, pues, además del paseo hasta el lugar, permite decidir si utilizar ascensor o trabajarse los 30+descansillo+38 escalones del acceso, pues se ubica en la tercera planta de un grandioso edificio -antaño Capitanía General y Cuartel de Infantería, y hoy Centro Municipal de Usos Múltiples: esto sí que es "todo por la patria"-.

Una vez allí, el silencio, la luz adecuada, el olor neutro, altos techos donde ensimismarse, un laberinto de estanterías donde hacer flexiones y extensiones, y toda suerte de ejercicios oculares.
Y es apto para todos los públicos: sin discriminación. Yo, incluso, me hago acompañar a menudo de mis hijos, pues tienen una zona especial habilitada para enanos; esto está muy bien pensado, porque los ejercicios de estantería y las zonas de asiento están a su altura y, como suelen ser menos silenciosos al desplazarse, no molestan nada a los adultos. En cualquier caso, tengo comprobado que, en general, hasta los niños se transforman al visitar el sagrado lugar: insospechadamente, empiezan a hablar muy poco y muy bajito, o directamente pasan de ti como si no existieras, y quedan a su aire entre una verdadera montaña de cuentos (no tienen aún el gusto formado, claro, y tienen que verlo todo).
La mía tiene un grandiosa colección de música. Y no está nada mal servida en películas: muchos clásicos y buenos documentales.
En fin, uno de los paraísos terrenales al alcance de mi mano.
Abrazos,
Anónima "



Verdaderamente bello. Como bellos son los recuerdos que me ha despertado. Aquellas tardes de los jueves del invierno oscuro de mi niñez pasadas en la biblioteca Menéndez Pelayo. Las aventuras de TomSawyer. Huckleberry Finn. La trilogía del Bounty. La Isla del Tesoro. Robinson Crusoe. El Conde de Montecristo. La lista sería interminable. Buena calefacción, anonimato en la penumbra, sillas confortables, lamparitas de tulipa individuales. Un mundo révolu. Aquella biblioteca para cuatro gatos nunca la he vuelto a ver. Creo que ahora sólo es para estudiosos con carné. 


Por otra parte el Viernes, 15 de julio de 2011, escribí una entrada en este blog a propósito de las bibliotecas. "Bibliotecas versus libro digital". Hablaba de la Municipal de Palencia que por aquel lejano entonces me estaba procurando muy buenos momentos. La comparaba con la Central de Santander que me parecía mucha col para tan pequeño caracol. Y, luego, lo único que no comparto con mi corresponsal anónima, que tanto en la de Palencia como en la de Santander hay un verdadero ejercito de funcionarios tocándose las bolas o lo que sea la mayoría del tiempo. Bueno, en la de Santander creo que ha habido sus más y sus menos al respecto porque Revilluca quiso recompensar a unos adeptos a su causa con el contrato de por vida.  


El caso es que ayer tomé el tren que venía de Liérganes y nada más sentarme pude comprobar que las dos personas más cercanas estaban leyendo en libros digitales. Y en el metro de Madrid ni te digo. Y estas cosas son las que me llevan a reflexionar sobre el futuro de las bibliotecas públicas y si ese futuro no debiera ser ya presente. Porque se me antoja que sería fácil y barato tener todas las bibliotecas públicas en casa a golpe de ratón. De hecho, ya se tienen cantidad. En fin, como me dice Pedro con mucha razón, son un espacio público agradable en donde la gente se encuentra, está caliente, se sacude uno a la familia si la tiene, se aísla si quiere, lee la prensa, etc. Sí, desde luego que son pequeños paraísos al alcance de la mano. Pero para mí que sobran funcionarios y faltan e-books. Nada que no tenga fácil solución. 

4 comentarios:

  1. Borges decía que el paraíso sería algún tipo de biblioteca. No puede ser de otra manera.

    ResponderEliminar
  2. ¡Ay, el paraíso! ¡Cuántas vidas destrozadas! Un caballo, una guitarra y Joan Crawford.

    ResponderEliminar
  3. http://www.radioparadise.com
    JP

    ResponderEliminar
  4. Sabes, JP, me he puesto a escuchar Radio Paradise y me he sentido transportado a aquellos maravillosos años de petas y demás.

    ResponderEliminar