domingo, 5 de febrero de 2012

Lo que son las cosas


De repente, vas, enchufas la televisión, el interné, los periódicos, lo que sea de cualquier lugar del mundo, y ¿qué es lo que te aparece en un lugar preeminente de la primera página? Pues que en el Museo del Prado ha aparecido una imagen de la Gioconda, seguramente una copia hecha por algún discípulo de no sé quién. ¡Muy interesante! A partir de ahora, no lo duden, las cosas empezarán a cambiar. Como si ya, por fin, hubiésemos visto la luz al final del túnel. 


Sí, sí,  no crean que lo digo con sarcasmo. Ni mucho menos. Lo digo fundándome en realidades incontrovertibles. Porque, a partir de ahora, siete, setenta, setenta veces siete, millones de cretinos, no volverán a dormir tranquilos hasta que hayan contemplado de cerca tan trascendental hallazgo. ¿Se imaginan lo que supone eso? Ya puede Iberia ir encargando nuevas aeronaves y Melía, Husa, NH, construyendo nuevos hoteles. Por no hablar de la hostelería de a pié, la de las tapas, pinchos y pintxos, raciones y cazuelitas. Picoteo en general. Más todo lo que tiene que ver con las chicas de meter y los chicos de sacar. Y un sin fin más de esos puestos de trabajo que se ha dado en calificar de indirectos. Gorrillas, wistoneros, proxenetas, pickpockets, pasenyvean, bailarines regionales y todo eso. 


Ya ven qué fácil era. Tanto presumir de ocurrentes y hemos tenido que esperar una barbaridad a que fuera un hecho casual el que nos sacase del marasmo. ¡Cuánto sufrimiento inútil! Por culpa todo de unos mandatarios inútiles. Absolutamente faltos de imaginación y sentido de la oportunidad. En fin, ya digo, con lo fácil que hubiera sido inventarse la trama. Y así, fiados a la casualidad, un par de años, por lo menos, perdidos. 

2 comentarios:

  1. Recuerdo cuando era niño que salió un día Dalí en el "Un dos tres". Ibañez Serrador le hizo una reverencia muy profunda como correspondía al Genio, y éste, tomó una calabaza, la puso sobre un lienzo, le echó por encima un bote de titanlux, quitó la calabaza y mostró al asombrado público el inefable resultado de su genialidad. Kiko Ledgard informó: "Esta obra de arte cuesta no sé cuántos millones y puede ser suya si aciertan la puerta adecuada". Siendo un niño sentí que aquello tenía bastante de mamarrachada. Hoy, adulto, lo de la Giocconda del Prado me parece un hito, un descubrimiento inconmensurable del mundo mundial. Cómo iba a ser de otra manera.

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  2. Sobre todo eso del arte creo la última palabra está en "La carte et le territoire" de Houellebecq. No hay más arte que el de saber venderse. Aunque, precisamente, Houllebecq creo que es algo más que eso. La excepción que confirma quizá.

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