viernes, 3 de febrero de 2012

Me lo sigo partiendo


Érase una vez un periodista francés que iba por La Habana haciendo un reportaje. Como no podía ser de otra manera, le acompañaba el preceptivo comisario político. En un determinado momento el periodista dijo alarmado: "¡Pero todas estas casas están amenazando ruina!". Entonces, va el comisario y replica con contundencia : "No, compañero, ruina no, nosotros decimos peligro inminente de derrumbe". 


Es sólo una anécdota más o menos graciosas, pero para mí es un claro exponente de cómo las ideologías socialistas pretenden cambiar el mundo birlibirloqueando el lenguaje. Bueno, no es que yo piense que las ideologías conservadoras estén menos dotadas para la imbecilidad integral, pero como los que las sustentan suelen ser de mejores familias y, por tanto, han acudido a mejores colegios, saben más de disimulos y de meterla doblada sin provocar grandes alharacas. 


Les cuento esto porque me he enterado de que los socialistas españoles andan de diversión congresual. En resumidas cuentas, que están "a veure qui la diu més grossa", por decirlo en plan vernáculo. O sea, soltando perla tras perla, que es que parecen nacidos para la producción en cadena. 


Sería fácil llenar el cesto, pero también aburrido. Así que sólo les diré, para que se enteren, que por ser ustedes ciudadanos del siglo XXI, y sin mayor esfuerzo, se les tiene concedido el don de la "multidimensionalidad". Lo cual, no es en absoluto una cuestión baladí, porque ese don les da derecho a un nuevo carné, el carné de ciudadano. Bueno, la verdad es que por uno más tampoco es cosa de ponerse así. Ayer mismo me dieron uno en Carrefour que me supuso un ahorro de tres euros en la compra. Y sólo por ser viejo. 


El caso es que ese carné adquiere toda su dimensión si se le relaciona con  "el socialismo de la reactivación y las oportunidades recurrentes". Que, ¿qué quiere decir eso? Se lo digo: que se va a "premiar" la "implicación de los ciudadanos" en lo público y se van a "reconocer los esfuerzos individuales". ¿Cómo? Muy sencillo: un sistema de puntos. Por ejemplo: tú, coges, agarras, y ayudas a una ancianita a cruzar el semáforo. Normal. Acto seguido vas a la oficina ciudadana más cercana a que te pongan en la banda magnética del carné el punto al que te has hecho acreedor por tu "implicación individual voluntaria en una tarea común". Y así, puntito a puntito vas adquiriendo derechos aún no especificados pero de fácil suposición si se tiene en cuenta que los proponentes son de ideología progresista. Derecho a hablar mal de los banqueros, a insultar a los curas, a tutear a la autoridad. Quizá, para los sobresalientes, un viaje a Cuba con opción a jinetera. Pero, en fin, ya lo advierten, estas cuestiones están aún por debatir. 


En fin no se lo pierdan. Mucho mejor, incluso, lo que ya es decir, que un capítulo de "Miss Marple". O de Hércules Poirot. Mucha más intriga en cualquier caso. 

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