sábado, 28 de enero de 2012

Y demás hierbas


A veces he dicho que haber estudiado medicina es una buena carta de presentación para un político. Claro, ya sé que siempre que se hace una generalización de este tipo se debe dar uno prisa a matizar - donde dije es debiera haber dicho debiera ser- porque si no rápidamente vendrán los amantes de la sinécdoque a tirarte por el suelo la teoría. Porque maté un perro, me llaman mataperros. ¡Y dale con los perros!


De hecho, todo el mundo sabe que Cataluña ha estado y está gobernada mayormente por médicos. Y ya ven por donde la han despeñado. Hoy mismo hemos podido constatar en qué ha quedado su gran conquista de los aires, Spanair, un "hub" continental en Barcelona, y todas esa palabras raras que tanto gustan utilizar los catetos de provincias para deslumbrar a su parroquia. También Cantabria, de soltera Santander, tuvo un mandatario médico al que conocí bastante de cerca y puedo dar fe de que era cualquier cosa menos cultivado. Le bastó con la fachada. Ya digo, cosa de provincias a las que, si de mi dependiera, no les dejaría otra competencia que la de los bailes regionales y el levantamiento de piedras en el caso de los vascos. 


En fin, como siempre queda bien añadir en qué te basas cuando lanzas una propuesta, les diré que según mi concepción de la jugada, la política es una ciencia que trata del manejo de un sistema complejo. Es decir, un conjunto de múltiples elementos que interactúan unos con otros y todos entre sí. O sea, el mundo, los estados, las naciones y, como metáfora de todos ellos, el cuerpo humano que bien podríamos considerar que es la primordial y más íntima nación en la que cada cual vive, o debiera vivir, su propia vida como individuo independiente. 


Así las cosas, creo necesario hacer una advertencia: cuidado con las metáforas. Porque ya saben que no todo el mundo está dotado para tomarlas por lo que son. Es más, apostaría a que la mayoría de la humanidad tiende a tomarlas en su literalidad. O, peor aún, a beneficio de inventario. Según la propia conveniencia, para que se entienda. 


Pero, en definitiva, un sistema complejo es un sistema complejo y el que ha estudiado uno, por muy tonto que sea, estará mejor capacitado para entenderlos que el que no ha estudiado ninguno. Porque, el caso es, ya digo, que todos se parecen. Y es ley reina de todos ellos que no hay pieza que al moverse no cree una conmoción en todas las demás. Y ahí, precisamente, está la gran explicación de muchas cosas que pasan: hacen falta estudios, o una gran inteligencia natural, para entender esa verdad meridiana. 


Sí, esa es la triste realidad, el común de los mortales, iletrados por querer de los dioses, o por su propia vagancia, se siente cómodo y seguro asignándole a cada efecto una causa y sólo una. Por eso, muerto el perro, ¡otra vez!, se acabó la rabia. Esa es la base, y el éxito momentáneo, de las medicinas alternativas.  Esa es la base, y el éxito momentáneo de las políticas populistas. Todo el mundo las entiende y cuando se aplican y, como no puede ser de otra forma, fracasan, se suele argumentar para explicarlo la falta de valentía para llevar el despropósito a sus últimas consecuencias. Se empieza por masajes, se sigue con pastillas, se acaba extirpando el miembro. Se empieza poniendo una multa, se sigue con penas de cárcel, se acaba organizando treblincas. Así ha corrido y corre el mundo por mor de la ignorancia y demás hierbas. 


En fin, ya estuvo bien de largar... por hoy. 





5 comentarios:

  1. Tu comentario de hoy me ha recordado a un médico que conocí una vez -era mi casero- y que me contó cómo había estudiado medicina: recién terminado segundo de carrera cogió una pistola y se pasó entretenido con ella los tres años siguientes de la Guerra civil. Al volver a la Universidad, con la misma pistola en la mano él y sus camaradas asaltaron el despacho del rector y le obligaron a convocar los famosos exámenes patrióticos del que aquel mismo junio salió mi casero licenciado en medicina. Lo contaba, ya de jubilado, con el mismo orgullo que si hubiera ganado una beca para Harvard. Luego me enteré que lo mismo había sucedido con los ingenieros, arquitectos, abogados, en fin, todo el que se había cubierto de gloria en aquellos también gloriosos años.

    Los cuarenta años de franquismo fueron lo que fueron, pero habida cuenta de estos presupuestos, quiero decir, que no se cayeron todos los puentes que se construyeron, que no se murieron todos los pacientes, que hasta hubo un cierto desarrollo y se multiplicó por bastante el PNB... Vaya, que a lo mejor incluso sin universidades bien dotadas, sin un duro para investigación, vete tú a saber; puede que nos convirtamos en una potencia que asombre al mundo. Y entonces se demostrará que el genio hispánico es realmente eso, genio. Y que inventen otros... maricones, que diría el Gran Patriarca. El sí que sabe de sistemas complejos. Se ha pasado la vida con ellos entre manos

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  2. No he entendido la última parte de tu comentario, Jacobo. Por lo demás, sí que conocí, y de muy cerca, a alguno de esos titulados patrióticos. Mayormente eran médicos, abogados y de letras. Para partirse el culo por no llorar. Ingenieros, no sé, pero no creo. Los que conocí después de la guerra eran militares e hicieron grandes obras que aún perduran, como las presas de Los Arribes.

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  3. Eso de no entender el sarcasmo debe ser cosa de provincias. ¡Que aburrido es esto! Echo en falta un poco de gracia e ingenio que otrora se usaba por este sitio. ¿Quien sabe?Quizás ya esté todo dicho y esperar mas es perder el tiempo.

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  4. Al final me refiero a Ruiz Mateos, cuyos tejemanejes sí que eran de verdad sistemas complejos. Podría haber hablado de la infanta y su marido, del Guertel o de Pepiño Blanco y el resto de las muestras de industria de los grandes hispanos que en el mundo son. Pienso que es posible que si les dejáramos las manos libres nos salvaríamos por pecadores, ya que por justos está demostrado que es imposible. De ahí la comparación con el franquismo.

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  5. Seguramente, Anónimo, esperar es perder el tiempo.

    Entiendo, Jacobo, a falta de otros medios quizá debamos confiar en la putrefacción para generar energía.

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