lunes, 2 de enero de 2012

Requién por la burbuja gastronómica

Siempre he pensado, y así se lo he dicho a mis allegados, que por mucho bombo y platillo que se haya dado a la burbuja inmobiliaria la verdadera burbuja que nos estaba asfixiando era la hostelera. Y todo indica que ya ha empezado a desinflarse. O a estallar según el diagnostico de los más alarmistas. U optimistas, que nunca se sabe. 

La cosa ya se vio venir cuando Ferrán Adriá anunció que iba a cerrar El Bulli. Para repensar "el concepto", dijo a guisa de justificación. ¡Ya te digo! El concepto, o sea, la rentabilidad. Porque las empresas faraónicas lo son hasta que los cuatro nuevos ricos y snobs se han dejado ver por allí. Después, sólo los snobs como Arcadi Espada y Salvador Sostres que han hecho bandera de una cierta sensibilidad exquisita aguantan el tirón... por no defraudar a su parroquia más que nada.

Me lo pasé muy bien el otro día viendo como Arcadi se tenía que tragar las consideraciones sobre  la comida y el arte que estaba haciendo Stephen Vizinczey, uno de los intervinientes en el ciclo de conferencias sobre "la creación del mundo" del que el propio Arcadi era mentor y organizador. Sostenía Stephen, apoyándose en Tolstoi, que mucha gente cree que lo más importante lo mismo para la comida que para el arte es la forma y la belleza. El placer de la ingestión, la exquisitez de los alimentos. Olvidan esos, decía, que la principal función, lo mismo del arte que de la comida, es nutrir. El espíritu uno, el cuerpo la otra. Porque sin nutrición nos morimos. Por eso, añadía, ¡ojo al parche!, porque si uno no distingue acaba muriendo de inanición. O perdiendo la libertad. En fin.

Y hoy, en mi gira matinal, he leído: "Réquiem por los restaurantes caídos". La burbuja empieza a hacerse añicos. Cierran y cierran y vuelven a cerrar, por emplear un sintagma navideño. Empezando por los de más postín. Y, luego, los de menos, cuando ustedes pasan por delante y miran dentro, los ven llenos, sí, pero no se fíen. No hagan juicio de ello a la primera de cambio. Porque parece ser que la gente sigue acudiendo en masa a sus bares de referencia, pero una vez dentro esperan y esperan a ver si entra un conocido con trabajo y les invita a lo que sea. El consumo, dicen, ha caído en picado.

Bueno, les tendré al corriente de lo que pasa con "Los hijos de Gelín", aquí, al lado de casa. Me consta que su evolución puede ser un indicador fiable de la coyuntura. De precios medios, dieciséis euros el menú, siempre está animado. Su calidad y amabilidad lo justifica. Ya digo, les tendré al corriente de cómo le afecta la rebaja de Paco que ya tenemos encima.    

2 comentarios:

  1. Pués es verdád ,Pedro.Siempre me había sorprendido ,durante los anos de la burbuja espanola,los increíbles precios de los restaurantes espanoles.
    Me quedaba helado cuando mis conocidos espanoles me decía que salir a cenar ,por menos de50 euros era impsible,o la comida no merecía la pena...en alemania-y odio alabar a alemania ,y menos en éstos tiempos- salir a cenar -cosa que practican mucho los alemanes ya que aquí no hay tapeos ni apenas bares-cuesta por cabeza unos 20 euros,como mucho,incluido un vaso de vino o cereveza.
    En Alemania ,si alguien te vé en los pocos bares que hay abiertos por la tarde,a eso de las 4(antes no abren) te llaman alcohólico.Y efectivamente ,a esas horas,los únicos parroquianos son gente en esta dirección.ahora que se ha terminado el chollo en Espana ...pues pasa lo que pasa.Veremos cuánto duran las longanizas para atar a los perros por aquí.

    Tengo que ponerme a trabajar,no me apetece un pimiento .

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  2. Lo que sorprende en España, en general, son los precios que cobran por cualquier trabajo de ínfima cualificación artesana. Carpintería, fontanería, albañilería, etc. Lo mismo con la cocinería. Así es que buscando pisos de alquiler encuentras que todos los que alquilan en zonas consideradas como de lujo, los propietarios pertenecen a esa noble cofradía de la baja cualificación. Los mismos que ves con toda su familia llenando restaurantes de 50€ el menú los fines de semana. Con sus cuatro por cuatro y todo eso. Mientras tanto, médicos, arquitectos, profesores, de excursión con bocadillo. Es una especie de degradación del sistema.

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