martes, 27 de marzo de 2012

Reinosa


Para mí Reinosa es algo más que ese sitio donde nieva mucho. Allí nació mi madre. Y allí un día de octubre de 1934 un sindicalista cargado de razones entró en el negocio que tenía mi abuelo en la Calle Mayor y sin dar explicaciones le descerrajó seis tiros en la barriga. Luego, ayudado por sus amigotes correligionarios, lo arrastró hasta la Plaza del Ayuntamiento para exponerle al escarnio público mientras agonizaba. Entonces fue cuando llegó un carbonero con su camión y, haciendo frente a los luchadores por las conquistas sociales, agarró a mi abuelo, lo envolvió en mantas, lo subió a la caja del camión y lo llevó Hoces abajo hasta Valdecilla. Allí lo operaron y duró seis días. Pobre abuelo mío, pero más pobres todavía aquellos luchadores por las conquistas sociales. Porque mi abuelo murió, pero a aquellos luchadores les quedó todavía un gran recorrido para seguir siendo chusma. Y, al parecer, sus herederos siguen en las mismas, venga y dale a las conquistas, o sea, lo que sea con tal de no abrir un libro no vaya a ser...


Es por tal que siempre que atravieso Reinosa un escalofrío me recorre la espalda. Mezcla de rabia, pero también de orgullo, porque algunas de las obras de mi abuelo todavía perduran en el pueblo y dan fe de su  calidad humana. Incluso, si me apuran, me honro de que su nombre encabece la lista de los caídos por Dios y por España que, ya borrosa, aún se puede leer sobre la pared sur de la iglesia.  


Bien, por Dios y por España, en el caso de mi abuelo quería decir por el civismo y la modernidad. Él viajaba todos los años por Europa a la búsqueda de innovaciones para sus empresas. Él iba a misa, bien sur, pero en su casa la biblia era Galdós y su religión el liberalismo. En fin, que había que quitarle de enmedio.


Me viene todo esto a las mientes porque, por un lado, el domingo estuvimos por Reinosa y alrededores. Un día esplendido en todos los sentidos. Y luego, por otro lado, porque el jueves próximo los conquistadores sociales vuelven con la matraca. Quieren paralizar el país porque les sobran razones. ¡Cómo no! A la chusma siempre le sobran razones y hay que dejarlos porque, como dijo el clásico, no pueden tener otra cosa. 


 Por cierto, el jueves tengo cita con el cirujano. Espero que los conquistadores no se interpongan en mi camino.  





 

4 comentarios:

  1. Esa puñetera manía de que los malos son los otros. Esta lacra de los mantenidos por el Estado, políticos, sindicalistas y sus luchas ya es que estomaga. Yo no me haría muchas ilusiones con respecto a lo de tu cirujano. Aunque me gustaría tanto equivocarme...

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  2. Es curioso porque los tipos más reivindicativos que he conocido eran gente que hubiesen podido estudiar de no gustarles tanto andar por las cocinas. Con la relativa igualdad de oportunidades que hay hoy en día empezaría a ser prudente reconocer que cada uno se labra su particular infierno. Yo, si fuese Dios, como decía Buñuel, de inmediato desmontaba toda la cosa sindical y dejaba que cada patrón se entendiese con sus empleados. Seguro que así estaríamos un poco menos estomagados.

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  3. Conozco bién ese sentimiento,Pedro.Y lo peor es que algunas veces ,hoy en día,tengo la impresión de que muy poco ha cambiado.Cuando éra jóven y veía a los macarras.-de cualquier color-andando por las calles Salamntinas,siempre me preguntaba:"Joder,estos tíos ,en una guerra...." Si le anhadimos la terror´ifica falta de educación y formación que literalmente nos arrasa...no sé.Por eso te comprendo ,Pedro,a a Santi también.He llegado a pensar que podía estar equivocado..que quizá yo he leido demasiado...o soy muy diferente...pero siempre llego a la misma conclusión :embrutecimiento general,cenutrios al poder

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  4. Sí, eso creo yo, Ignacio, cenutrios al poder. También me gusta sandios. Pero en fin, eso ya lo dijeron aquellos griegos que dejaron el círculo cerrado. El recorrido de la democracia lleva de la excelencia inicial al triunfo de los cenutrios y vuelta a la tiranía. Dios quiera que no volvamos a las andadas.

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