lunes, 3 de septiembre de 2012

El barco de los locos



Seguro que de media docena no baja las veces que he visto esta película, "El barco de los locos", la última hace dos días y les puedo asegurar que como si hubiese sido la primera o mejor si cabe. Es una de esas que llaman "coral", es decir, que tiene mil historias, cada una con sus protagonistas y todas ellas unidas por el tragicocómico sabor de la decadencia. Porque la decadencia es trágica, sí, quién puede dudarlo, pero también se presta como quizá ninguna otra situación vital al chiste fácil y, por supuesto, negro. 

La acción transcurre en el año 1933 en un barco de pasaje que no por casualidad es un barco alemán. Alemania 1933, ya saben, Hitler acaba de ganar las elecciones con la promesa de restaurar allí aquella perdida edad de oro, etc, que diría D. Quijote. Son los años de la Gran Depresión. Del "sálvese quien pueda". El mundo está digiriendo los grandes inventos surgidos de los avances de la ciencia  y la tecnología con el consiguiente corolario de millones de personas por todas partes sin tener nada que hacer. Y claro, en esas circunstancias lo que se conoce como darwinismo social campa por sus respetos. Sólo los mejores sobreviven dignamente, ya sea por el mérito, ya sea por la sinvergüenzonería, que para el caso de poco sirven distingos.  

Y en el barco hay de todo eso. Incluso una persona normal en todo salvo el pequeño detalle de ser enana y contrahecha. Borrachos, proxenetas, nazis, judíos, ingenuos, deshechos sociales con su correspondiente princesa del pueblo, lo que ustedes quieran lo encontrarán allí sabiamente matizado para que alcance todo el esplendor de la metáfora. Por ejemplo, el nazi será el charnego que es el más catalanista de todos para hacer olvidar sus espúreos orígenes. La morfinómana princesa del pueblo que seduce al ingenuo e impecable doctor porque es el que tiene el talonario de recetas. El judío que de tan alemán como se siente es incapaz de comprender que es el mismo quien ha incubado el huevo de la serpiente. El proxeneta es el bailarín flamenco español que maltrata a sus hijos y prostituye a su cuerpo de baile. Los maltratados hijos del bailarín son los que arrojan al perro por la borda. El perro arrojado es el que hace las veces de hijo nohaymasqueuno de un matrimonio de científicos alemanes. El desherado de la tierra que se tira al agua para salvar al perro y muere en el intento es al que han quitado por seguridad el cuchillo con el que esculpía las figuritas de animales que tanto le gustaban al artista fracasado e integro que viaja por la cara a costa de su novia. Bueno, todo está hilado con más o menos enrevesamiento para que se vean las grietas de una sociedad que se desmorona sigilosa y educadamente. Como quizá esté pasando ahora, pero, claro, con otros matices.Quizá, a qué engañarse, esté pasando siempre. 

Bueno, creo que se puede recomendar al que quiera pasar una buena de estas veladas largas que se avecinan. 

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