martes, 24 de julio de 2012

Sentido de la historia




Pero qué demonios está pasando aquí.  Si fuese un conspiranoíco pensaría que hay por ahí, en alguna especie de Olimpo, unos tipos poderosos que están moviendo los hilos en el sentido que más les conviene para preservar sus privilegios sin importarles un pepino los estragos que van dejando a su paso. Pero, claro, uno, que ha leído a Tucídides, sabe de sobra que conspiranóico e imbécil, o ignorante si les gusta más, viene a ser más o menos lo mismo. Tucídides nos enseña, entre otras cosas, que es imposible entender desde el presente los íntimos mecanismos que están marcando el sentido de la historia. Por así decirlo, uno suele apuntar muy mal cuando se pone a señalar las palancas que están moviendo el engranaje. Pasa el tiempo y salen a la luz los verdaderos motivos y te das cuenta de que no habías dado ni una en el clavo. Y si diste una, fue por casualidad, porque como eres un largador profesional y tiras a graneo es normal que de vez en cuando le partas el ala a alguna paloma que pasaba por allí. 


Pero, bien, una cosa es no saber lo que está pasando y otra no ser consciente de que lo que está pasando no es uno de tantos episodios del normal transcurrir. Indudablemente, todo apunta a que estamos atravesando un periodo de los que hacen época. Como un surco más profundo de lo normal para separar el antes del después. Sabemos del antes y de algunas de las semillas y fertilizantes que cayeron en el surco, pero no tenemos ni idea de lo que va a crecer en él después. Aunque, claro, cuesta poco comprender que ponerse a especular sobre lo que vendrá puede ser divertido e incluso tranquilizador, sin olvidar a los hacen de ello su ganapán. 


En cualquier caso, una cosa es segura, cuando se tranquilicen las aguas habrá sido porque las estructuras por las que nos regiremos se adaptarán mucho más a la realidad social que lo que lo hacen las actuales. Porque esa es la cuestión y la madre de todos los males de la historia, que la sociedad avanza y las estructuras tienen una querencia insufrible al anquilosamiento. Bueno, bien, supongo que ahora para no caer en la charlatanería barata tendría que especificar a qué y quién me estoy refiriendo cuando digo sociedad que avanza y a qué y quién cuando digo estructuras que se anquilosan. Y no por nada si no porque, al respecto, es muy fácil caer en los tópicos al uso. Resumiendo para no cansar, diré que, en términos generales, avanzan los valientes y se anquilosan los cobardes. Sí, esfuerzo contra pereza mental. O, disfrute contra aburrimiento, si quieren. Solitarios contra vampiros, quizá.


Esperar para ver y que el futuro nos coja lo más aprendidos que nos sea posible. 











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