jueves, 5 de mayo de 2011

Sigo sin fiarme del Caserío


Tengo entendido que estos días se anda debatiendo con la acostumbrada virulencia de rigor sobre la pertinencia o no de que el brazo político de ETA entre en las instituciones. Hombre, me increpará alguien, ¿por qué dice usted que esos señores son el brazo político de ETA? Recuerde que han rechazado la violencia política. Y yo voy y me caigo del guindo.

Como si a una gente que lleva medio siglo quitando de en medio a todo el que les estorba les fuese a costar mucho decir digo donde dijeron Diego. Para seguir con su estrategia necesitan pillar dinero y, eso, en este país, no hay mejor forma de hacerlo que convirtiéndose en representantes de la soberanía popular. Y me temo que lo van a conseguir. Les diré en qué me fundo.

Es que anoche, en ese zappeo final que suelo hacer antes de irme a dormir, fui a dar en una especie de rueda de prensa que estaba dando el lekandari en la televisión del País Vasco. De Euskadi, como repetían hasta la sociedad todos y cada uno de los participantes. Y no crean que todos los periodistas eran, en teoría, de medios afines al Caserío, no, que allí estaban representantes de El Mundo y El País. Pero daba igual, todas las preguntas y respuestas llevaban implícita la idea de que "El Caserío" es un país como cualquier otro de la Unión Europea. Por lo menos diezcientas veces lo escuché: como cualquier otro país de la Unión Europea. Y no crean que la frasecita era privativa de los medios nacionalistas, no, ni mucho menos, que al lekandari  le salió con mucho salero varias veces, por no hablar de los corresponsales de los medios, por así decirlo, españoles.

O sea, nada que ver. Como les gusta decir a los catalanes cuando se ponen filósofos: una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Dos entidades con historias y tradiciones completamente distintas y que como buenos vecinos de vez en cuando deben ponerse a la greña para resaltar sus identidades correspondientes. Así que, qué derecho tienen los españoles a vetar en las instituciones a los que tienen demostrada su calidad de patriotas de su país que es como cualquier otro de la Unión Europea.

En fin, más o menos, ese era el tenor de la rueda de prensa que estaba dando el lekandari. Un lekandari, convine recordarlo, que se dice no nacionalista. Y por eso es que, como les iba diciendo, sigo sin fiarme del caserío. Pero es que ni un pelo.

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