miércoles, 18 de mayo de 2011

Fin de época?



No sé para cuantos años irá ya, acaso quince, que me enganché al ASTRA. El caso es que desde entonces veo el mundo de otra manera. Y sobre todo lo propio, que se me hace de una pequeñez insoportable. Ahora salto de Tokio a Qatar, de Londres a Seul, de Atlanta a Pekín, de New York a París, y tiro porque me toca. De los Pirineos para abajo, muy de vez en cuando, paseo por las regionales más que nada para darme un homenaje de masoquismo que, como todo el mundo sabe, es gran fuente de placer cuando uno está ahíto de golosinas.

París, capital de L´Héxagone, que dicen los franceses para referirse a Francia. Porque es que, saben, los franceses no pueden parar de hablar ni tampoco de cambiar el nombre de las cosas. No sé, quizá, como dijo Noséquién, cuando no se tienen nuevas ideas se cambia el nombre de las cosas para tener la sensación de que se sigue siendo ingenioso.

Al hablar por hablar le llaman bavarder. No me negarán que suena gracioso. Bien, pues hay como media docena de canales franceses en los que no paran de bavardear expertos de lo que sea que se esté tratando.  Y lo bueno es que cuando bavardean, quien quiera que sea, parece como si estuviese sentando cátedra para los siglos venideros. Yo creo que es cosa del idioma, que predispone de forma natural a enfatizarlo todo y, por tal, a establecer una delgada linea entre lo serio y lo ridículo.

Bueno, pararé  de extenderme más en consideraciones de orden general e iré a lo concerniente, es decir, a la orgía de bavardeo provocada por el asunto de marras. DSK y la camarera de mi amor. Francia y EEUU.  Virtudes públicas, vicios privados. Fin de una época en definitiva.

Les images de DSK marquent "une terrible fin d´époque", sentencia el experto. Un fin de época, un fin de la política que es extremadamente fúnebre. La ejecución mediática del poderoso sin derecho a presunción de inocencia. El fin de la neta separación entre la vida privada y la pública. El fin de la democracia. La victoria del mayflower sobre los sans-coulottes. Del modelo anglosajón sobre el francés. Porque es que, les parecerá curioso, pero para un francés comme il faut los americanos son cualquier cosa menos demócratas. Y si alguien tenía dudas ahí están las fotos de DSK para confirmarlo. Claro que, quién sabe, si DSK no fuese francés... porque es que los americanos, de todos es sabido, no pueden soportar la sombra que les hacen los franceses... y, aun riesgo de sinécdoque, han intentado humillar a "La France" vía DSK. Interesantísimo.

4 comentarios:

  1. Fin de época, seguro, pero para nosotros. Ya verás lo que nos vamos a reír cuando los chinos, los indios y los brasileños (por no hablar del centro de Asia y de parte de Africa) se lleven la mayor parte de los premios nóbeles, sus universidades sean las primeras del mundo, sus empresas otro tanto de lo mismo y nosotros quedemos como el bufón de corte o el que limpia las letrinas.

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  2. Sí, Jacobo, es posible que algo de eso acabe por llegar. Pero de momento lo que sí parece llegado a su fin es este modelo de la "joie de vivre" del sur de Europa. Todo el día pelando gambas y dando a entender que se sabe de todo sin haber estudiado de nada. Hoy mismo nos ha llamado al orden la Sra. Merkel. Ayuda sí, ha dicho, pero habrá que ganársela. ¡Menuda putada!

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  3. Habrá que mandarle un ejemplar de "El Mediterráneo y los bárbaros del norte" de Racionero. No hay nada que desoriente más a estos germanos que una buena muestra de verborrea latina.

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  4. ¡Menudo pájaro! La última noticia que tuve de él fue a través de un artículo en La Vanguardia de la Retaguardia. Cantaba las excelencias de su masía en el Ampurdán. ¡Cómo no! Lástima, terminaba la loa, de esa granja de cerdos que perfuma el ambiente y nos impide contemplar desde la terraza estos espléndidos atardeceres. Porque es que en Cataluña se engordan doce millones de cerdos para consumo mayormente de alemanes y holandeses. Y ese negocio tan fácil y redondo, a qué engañarse, deteriora un tanto la "joie de vivre" de los exquisitos ribereños mediterráneos. Lo de siempre, y todo por no haber querido estudiar.

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