miércoles, 4 de mayo de 2011

La moral del mundo

Tengo entendido que dentro de esa parte de la filosofía que llamamos lógica hay una figura, la aporía, que plantea dificultad para el paso. Es decir, es uno de esos razonamientos que no hay forma de llevarlos a un fin determinado. Por muchas vueltas que le des siempre quedas cojo de alguna pata. ¡Qué le vamos a hacer! Así es el mundo que no todo tiene una solución inmaculada.

Viene a cuento lo dicho de lo que vengo observando en los medios desde que se publicó la noticia de la muerte, o asesinato si quieren, de Ben Laden. Sobre todo en los medios franceses que no hacen otra cosa que debatir para poner de relieve las sombras de la operación llevada a cabo por "los americanos". Bien es verdad que para cualquier francés que se precié de tal, ya sea gaullista, ya sea de gauche, no hay cosa que le pueda producir mayor satisfacción que pescar a "los americanos" en flagrante impureza. ¡Abrenuncio, Satanás!

Porque vamos a ver, ¿no hubiese sido mucho más correcto que "los americanos" le hubiesen dicho a Ben Laden: date preso en nombre de la ley, rey de los muyahidines? Y luego, haberle organizado su particular calvario para que la chusma hubiese podido expresar la suya. Y etc., etc., para que el mito se hubiese podido hinchar tanto que no siglos sino milenios fuesen necesarios para desgastarlo.

Fíjense, que, además, la pista que les llevó a Ben Laden, la obtuvieron mediante tortura. ¡Hay que fastidiarse!  Esta gente no respeta ni derechos humanos ni nada. ¿A dónde vamos a llegar? Porque esa es la grandeza de nuestro sistema político, que concedemos a nuestros enemigos los derechos que ellos nos niegan. Y si nos sacan un ojo, en vez de ir a por el suyo, debemos ponerles a güevo el otro para demostrarles nuestra superioridad moral... que no hay nada como eso para bajarles de su quimera.

Me recuerda mucho todo esto al estruendoso rasgar de vestiduras que se produjo cuando  el Reino de España decidió ir a cazar etarras a la República de Francia. Por aquel entonces, el Reino se debatía con una tremenda aporía. La República daba cobijo a los etarras y se negaba a cualquier tipo de colaboración con el Reino. Y en el Reino, los etarras no paraban de hacer de las suyas que no eran precisamente visitas al Santísimo. ¿Qué hacer entonces? ¿Usted por dónde hubiese tirado? Pues bien, se tiró por donde se tiró, de forma chapucera, todo hay que decirlo, y los resultados fueron óptimos. No por nada sino porque la República vio las orejas al lobo y empezó a colaborar. Lo cual, como que no les gustó nada a todos los que hubiesen querido, por lo visto, que se hubiese convencido a los franceses por medio de la reentronización de Pepe Botella en Madrid, o cosa por el estilo.

Pues sí, señores, hay aporías que sólo tienen una salida, la que dio Margaret Thatcher cuando unos policías  de los servicios secretos británicos mataron a tiros en Gibraltar a unos terroristas del IRA. "He disparado yo", dijo entonces Margaret.

3 comentarios:

  1. Aunque luego hay víctimas colaterales.Pregúntaselo a Segudo marey,que se hinchó a comer latas de fabada,eso sí,del "Litoral" un montón de días...

    ResponderEliminar
  2. Pues sí, Ignacio, ese el caso, que no para de haber víctimas colaterales cualquiera que sea el conflicto. Yo mismo, cuando fui a trabajar al País Vasco allá por los primeros ochenta, estuve tres meses sin cobrar porque al fámulo que llevaba los papeles en el INS le dio por vasquizar mi nombre y, luego, los ordenadores del banco no daban razón de mí. No veas lo que me costó arreglar aquel embrollo.

    ResponderEliminar