miércoles, 10 de agosto de 2011

Orientación femenina, no, por favor.

El aire de la mañana era rudo y frío. A pesar de que, de entrada, para ir hacia Portugal, nos hemos tenido que tragar una subida de más de tres kilómetros, no había forma de entrar en calor. No hemos sido muy previsores con la ropa. Claro, en agosto y la meseta, quién iba a suponer.

La carretera hacia Alcañices nos ha demostrado muy  pronto que era un verdadero tormento: subidas interminables, bajadas imperceptibles, tráfico endiablado. Así que por qué no cambiar de idea. Pero antes había que completar los interminables 24 kilómetros hasta Ricobayo. No había otra opción posible.

Al fin hemos visto el embalse y unos metros más allá la desviación al pueblo. En Ricobayo había dos bares, uno enfrente del otro. Uno, de pueblo de toda la vida, el otro de progres de los setenta. Después de tantear los dos hemos optado por el de los progres. Lo atendía una señora con pinta urbana a más no poder. Había cuadros por las paredes. A su marido y su hija les va lo de la pintura. Se estaba bien allí. Un café y un minibocadillo de chorizo nos ha sabido a gloria. Luego la madame nos ha informado de la ruta a seguir con un optimismo fuera de lugar. A Miranda de Douro todo recto y llano. ¿Subidas?, hemos preguntado con aprehensión. No, qué va. Nos ha convencido y hemos salido para allá con buen ánimo. Al cabo de un rato ha tocado lo de las cremas. Estábamos en ello cuando ha pasado una pareja de cicloturistas. Les hemos saludado y se han dado la vuelta para venir a cambiar impresiones. Eran de Poitiers y han hecho el Camino de Santiago y ahora están de retirada. Iban a Valladolid a coger el tren. El equipo que llevaban era impresionante. Lo mejor de lo mejor de todo. Hasta la ropa era conjuntada entre ellos. Por aquello de ser franceses y tan amables se me ha pasado por la cabeza proponerles hacer partouze. ¿Q´ est que vous voulez que nous faisón le partouze? No, mejor no meterse en líos, he concluido, y me he callado. Y cada cual ha seguido su camino, nosotros a favor del viento, ellos en contra. Un poco más adelante, en Villalcampo, he visto una escena de burros que me ha llamado la atención. He tirado una foto al vuelo y un hombre que ha aparecido por allí me ha hecho ese gesto consistente en frotar el índice y pulgar de la mano derecha, como pidiendo dinero para que nos entendamos. Cuando ha visto que éramos españoles parece que se ha avergonzado y se ha puesto a hablar de otra cosa.

Un consejo. De las mujeres te puedes fiar en cantidad de cosas, pero de su sentido de la orientación ni se te ocurra. En mitad del camino hacia Miranda esta el salto de Villalcampo. Por lo tanto hay una bajada que dura un buen rato, pero la subida es como diez veces mayor. Parece que nunca se va a acabar. Pero todo llega, claro, y el terreno se hace más o menos llano y con el viento, como digo, a favor, una delicia. A la altura de Torregamones hemos visto un figón de carretera. Inmediatamente hemos vuelto a cambiar de opinión -pensabamos llegar a Miranda- y nos hemos quedado a comer allí. A la vista de los resultados ha sido una buena idea. Allí, en la terraza, entre flores nos ha dado una ensalada y un filete como los de antes que estaban estupendos. Y el vino de Los Arribes, una pasada. Pena de una del País Vasco que había por allí hablando por el móvil para que todos nos enterásemos. Mucho amachu, mucho aita, mucho hostias, mucho cojones, mucha prosodia chulesca. Qué chusma esa gente que, luego, allí, en su maravilloso País, son incapaces de levantar la voz a los de la boina.

Una siestecilla a la sombra de una encina y carretera adelante hasta que empieza la bajada al barragen de Miranda que hace de frontera. Bueno, allí, por aquello de que son Los Arribes hay algunos turistas. Y su centro de interpretaçao y todo eso, en la antigua alfandega.

Y otra vez a subir. Dos kilómetros o así. Andando, por supuesto. Y ya estamos en Miranda de Douro. Un hotel fenomenal.  50 € con desayuno. Wiffi por supuesto. Y albornoces de toalla. Y la amabilidad se le supone. En fin, como dijo Noséquién, siempre nos quedará Portugal.    

9 comentarios:

  1. Ante la duda mejor mirar el Google maps. Le das al botón que dice "terrain" y te salen las cotas de altura y todo eso. Por cierto, a ver si me dejan libre y os ajournizo el mapa.

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  2. Por cierto, yo creo que Nacho no se habría cortado con lo de la partouze...

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  3. Una pena no haber sabido lo de "terrain". Nos habría evitado algún que otro sobresalto.

    Por cierto, sabes lo que opina Nacho de las novelas de Houellebecq.Seguro que ha visto una muy buena versión, a mi juicio, de "Las partículas elementales". Esta hecha por alemanes.

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  4. no ,no la he vistso...la verdad ,de houllebecq sólo conozco algo que escribió por que se refería a Lovecraft ,pero no mucho más..desgraciadamente...tengo que leerlo...

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  5. Pues creo, Ignacio, que si le lees no te defraudará. Tiene momentos estelares que en nada tiene que envidiar a las "Aventuras de Juan de Salamanca".

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  6. Las Aventuras de Juan de Salamanca son de verdad hilarantes: estamos esperando continuación... y quizá una precuela que se podría llamar La vida apócrifa de san Juan de Sahagún o Biografía oculta de fray Luis de León. La podrían promocionar el ayuntamiento charro o la universidad con motivo de cualquier centenario cercano.

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  7. sí,tengo que leerlo,pero como siempre ,tengo tantísimos libros ..a la vez...tengo otro capítulo preparado,el problema es que no se usar el blog y me sale siempre unn churro...

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  8. La vida apócrifa de San Juán de Sahagún no está nada mal...Pero si lo leen algunos Salmantinos no podría volver a mi tierra...

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  9. Tranqui, tronqui, que lo del blog ya lo arreglamos en setiembre. Por los salmantinos yo no me preocuparía: los que te lean no se lo tomarán a mal y los que se ofenderían no creo que sean de mucho leer...

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