sábado, 4 de agosto de 2012

Ad nausean




Dicen que fue Marx, el de los hermanos, el que dijo eso tan mono de "cada uno según sus habilidades y a cada cual según sus necesidades". Bueno, también lo podría haber dicho mucho antes Jesucristo o, en su defecto, cualquiera con las suficientes horas de sacristía. Da igual quien y cuando lo dijese, porque el caso es que las frases monas rápidamente se las apropia el pueblo para hacer de su capa un sayo. Es decir, pocas habilidades por aquello de las molestias que conlleva su aprendizaje y muchas necesidades por razones de índole tirando a sentimental. 


Se me ocurren estas reflexiones al hilo de las recientes algaradas sindicales que hemos tenido oportunidad de ver por televisión estos últimos días. Tengo que reconocer que he disfrutado con el espectáculo. Y más han debido de disfrutar los actuales responsables de la televisión pública que han insistido en mostrar a los líderes y lideresas sindicales lanzando sus bravatas. Como de cotolengo se hubiese dicho antaño cuando el lenguaje no se cuidaba de los debidos respetos hacia los menos favorecidos por la naturaleza. 


"Vienen a por todos" y debajo un inexplicable "que se jodan", rezaba el eslogan que lucían en sus camisetas negras los amotinados de RENFE. ¿Que se jodan, quienes? Los sufridos viajeros, supongo. Luego, gritaban: "por un ferrocarril público y social". ¡Toma ya!  Y continuaban: "esto nos pasa por un gobierno facha". Para que luego digan que no hay cacumen en las sedes sindicales. 


A mí, la verdad, cuando me pongo tierno, me da mucha pena esa gente que por un cúmulo circunstancias adversas se ven sumidos en semejante marasmo vital. Todo se conjuró para que el cultivo de sus habilidades fuese de una precariedad alarmante a la vez que la insistencia con que se les incitaba a tener necesidades absurdas les convirtiese en vampiros insaciables. Y así es que hora no pueden comprender por falta de preparación y exceso de soberbia. 


Y así corre la historia, con un halo de romanticismo que es que da gusto verlo. Como de pensar que todavía no se ha perdido todo. El otro día los mineros fueron caminando hasta Madrid y Madrid, según titulares de ciertos medios, les recibió con los brazos abiertos. Y no por nada, sino porque a Madrid le gusta conceder subvenciones a los que vienen a pedirlas caminando por la carretera. ¡Lástima de gobierno facha, que si no...! 


Yo, si de mi dependiera, fomentaría ad nausean la pedagogía de ciertos conceptos cuya comprensión sin duda ayudaría a descongestionar de soberbia y hacer sitio a la humildad en los cerebros de esos avezados sindicalistas. Por poner un ejemplo: "valor añadido", es decir, las horas de aprendizaje que fueron necesarias para poder hacer lo que estás haciendo. Si aprietas tuercas y haces remaches en una cadena,  no necesitaste muchas, así que, por favor, no te subas a la parra. Confórmate con saber que los que hicieron posible esa cadena necesitaron mil o diez mil veces más horas de aprendizaje que tú y no por eso van a cobrar mil o diez mil veces más que tú. A lo mejor sólo dos o tres veces, o ni eso. ¿Podrías estarles agradecido, no? 


En fin, cosas así para que el mundo vaya siendo mejor. Aunque no sé porque a la gente, así, de entrada, no le gusta nada que les digas que son unos mierdas. 

5 comentarios:

  1. Oye, que se escribe "ad nauseam", más que nada porque la preposición rige acusativo. En cualquier caso, como descargo mío por haber sido tan mal profesor tuyo de latín, diré que, según todos los indicios, esa eme se dejó de pronunciar como tal muy tempranamente (seguramente Cicerón ya no la pronunciaba). Lo que harían (si pronunciaban algo) era una nasalización de la "a" (ã) un sonido que los portugueses (pão) o los franceses tienen todavía.

    No es que haya que ser muy estricto con los latinajos (la mitad más o menos que aparecen en la prensa suelen estar mal), pero si uno no hace uso de las chorradas que aprendió en la juventud por su mala cabeza, ya verás tú qué frustración...

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  2. Bueno, si meto faltas a troche y moche en español, no te digo en latín. Por lo demás, nunca podré olvidar aquellas clases que me diste en la casa de la Plaza de la Paja. Lamento profundamente no haber podido ser mejor alumno, aunque reconocerás que le eché voluntad.

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  3. Oye, oye, como decía aquel en la genial "Torrente 3". "Don José Luis, ¿cree usted que somos homosesuales o qué?" Porque la casa estaba en la plaza del Peso...

    Por cierto, la escena a la que me refiero debería ser un must en las clases de filosofía. Lo digo por el ejemplo tan bueno de silogismo.

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  4. Por si alguien no lo ha visto, está aquí, por la mitad del vídeo http://www.youtube.com/watch?v=kfij0WaTB9M&feature=youtube_gdata_player

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  5. Jo, qué lapsus. Muy bueno lo de Torrente.

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