viernes, 8 de junio de 2012

Cambio de escenario por movimiento de ficha




Por encima de la cubierta de los juzgados se ve una gran panorámica. Con la pequeña aguja neogótica de Las Salesas en primer plano y la Peña  Cabarga de fondo. Bueno, supongo que si alguna vez se va la bruma podremos ver las altas cumbres de la Cordillera Cantábrica. Y en medio de todo eso, por donde la ciudad pierde su casto nombre, es decir, el culo, lo que nunca sale en los prospectos turísticos, los polígonos industriales y demás.


Eso es lo que puedo contemplar si me asomo al balcón. El nuevo escenario después de mover ficha, por decirlo en el llano lenguaje de nuestros queridos representantes de la soberanía popular. 


 En fin, poca novedad por el momento. Lo que más, que me he tenido que enfrentar a una cocina de inducción. La clave para resolver el enigma ha sido bajar hasta el próximo bazar para comprar las cacerolas apropiadas. No todas sirven, la inducción las requiere con unas características específicas. O sea, que para acogerte a los presupuestos ahorros energéticos de la inducción debes comenzar por hacer una pesada inversión. Ejemplar metáfora de la vida en general. 


Por lo demás, no he colegido otra curiosidad que la del paisanaje que merodea por los alrededores durante las mañanas. Ayer me entretuve escuchando lo que un yonki les decía a unos colegas a propósito del juicio al que acababa de ser sometido. "Ya le he dicho al juez, yo a ese le agarro y le parto el alma...". En realidad decía el arrrrma. Y todos le escuchaban con lo que parecía devoción. Como se escucha a un protagonista. Bueno, como es de suponer, gitanos no faltan, aunque, por lo que he podido comprobar, para esta etnia, con su cultura y tal, lo de los juzgados nada que ver con lo de los hospitales. A los juzgados sólo van los presuntos implicados y no toman de asiento lo que sólo es de paso, como en los hospitales que hasta colocan tendales en los pasillos para secar las coladas que hacen en los lavabos. Y, luego, ya, para dar y tomar, con su inconfundible aspecto de ejecutivo ramplón, los letrados, de oficio y de lo otro, y ellas siempre con tacón alto. Y eso es todo por ahora, porque jueces, lo que se dice jueces, o se camuflan muy bien o entran por puerta secreta, porque yo no les he visto. 


Ya digo, mueves ficha y cambias de escenario. Ya sólo te queda esperar para ver por donde ataca el adversario. Son las reglas del juego. 













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