domingo, 17 de junio de 2012

Three coins in the fountain

Al sur de la provincia de Santander -llamémosla por el nombre que mejor le sienta- hay un valle que bien pudiera ser un reino independiente por lo fácil de su defensa en caso de ataque. Valderredible. Lo atraviesa serpenteando de oeste a este un Ebro joven y caudaloso en estas épocas del año. No por los naturales deshielos primaverales sino porque los regantes de La Ribera tienen sed y piden al pantano que hay un poco más arriba que abra sus compuertas. Por el norte, limita el valle una sierra de colinas boscosas de apariencia impenetrable. Por el sur, unos imponentes farallones de unos doscientos metros de altura le separan de la Lora de Valdeajos. En medio, una vegetación exuberante entre la que por aquí y por allá aparecen conglomerados de tejados de los que emerge la torre de una iglesia. De vez en cuando, pequeñas parcelas roturadas que casi nuca llegan a la hectárea y nunca a las dos. Trigo,cebada, centeno e incluso vi una con avena... apenas para el porridge mañanero de una familia numerosa durante un mes, calculo. También patatas y maíz. Y algo de ganado bovino y ovino. Lo demás, lo de siempre, intentos frustrados de turismo. Apenas vimos gente que pareciese foránea y, luego, lo más terrible, los carteles de "se vende" se han propagado por el valle a modo de epidemia incoercible. 


Cuando salimos de la capital amenazaba lluvia y así continuó hasta la misma cima de la cordillera donde dejamos la autovía para adentrarnos por una secundaria. Entonces, el sol emergió con toda su majestad en un cielo azul radiante apenas perturbado por algunas nubes altas. En Villanueva de la Nía aparcamos el coche y continuamos en bicicleta. Un vientecillo del este nos frenaba unas veces y otras nos impulsaba. Es que la carretera cambia mucho de dirección porque sigue los tortuosos meandros del río. Apenas había tráfico. No tardamos en llegar a Polientes. Paramos en la fonda de la plaza a repostar energías. Estábamos solos en la terraza. Un lugar ciertamente envidiable. Continuamos camino, pasamos Ruerero, Ruijas, Repudio, Cadalso... ¡qué nombres! Por cierto, quizá Jacobo nos podría decir porque hay tantos nombres de pueblo en la región que empiezan por Ru. No paramos hasta llegar a Orbaneja del Castillo, ya en tierras burgalesas. 




En Orbaneja del Castillo había estado una vez hace casi cincuenta años. Y no se me olvida porque entonces vi cosa sorprendente. En medio de una plazoleta rodeada de media docena de casa ruinosas estaba plantada una vieja muy revieja toda de negro con las piernas abiertas y soltando el grifo. ¡Dios, aquello nunca se paraba! Parecía que se iba a ahogar en el charco que estaba formando. Por lo demás, no se veía un alma. Bien, pues ahora, todo aquello está santillanizado y casi que como que da grima verlo. A un lado, por donde pasa la carretera hay una cascadilla con unos pozos a los que la gente que cree en el amor tira monedas. Sí, allí se veían algunos turistas sacando fotos. Un matrimonio discutía frente a la cascada porque ella le pedía a él unas monedas para tirar al pozo y él decía que era una chorrada. Three coins in the fountain, ya saben. 


Emprendimos el regreso. El viento, en contra de todas leyes de la física, no nos era favorable. En esas gargantas profundas con tantas revueltas de poco sirve la dirección dominante del soplo. Al final, siempre predomina el remolino cambiante. Así y todo, fuimos avanzando poco a poco. Pueblo a pueblo, sin encontrar agua, llegamos a Ruerero. Nos metimos por el caserío en busca de una fuente. Seca también. Entonces, de los soportales de una casa salieron dos perrazos que parecían hambrientos. Salimos de allí escopetados y no paramos hasta Polientes. Comimos en la fonda de la plaza, todo hay que decirlo, no tan bien como otras veces. Quizá es la falta de clientes lo que deteriora la calidad. Increíble que estuviese medio comedor vacío. Siempre hubo allí cola de espera los fines de semana. 


Y allí mismo, en Polientes, hay unos lugares muy amenos a la orilla del río para echar la siesta. Así que fuimos allí, extendimos el saco, y nos tumbamos. Apenas me había cogido la somnolencia cuando me alertó el pum, pum, pum, que salía del coche de unos horteras que unos metros más allá asaban chuletas o algo por el estilo. Entonces, de repente, ceso el pum, pum, y al poco aparecieron a nuestro lado los horteras, unos chicos jóvenes que se querían tirar al río desde un árbol que era, precisamente, el que nos estaba dando sombra. Jóvenes maleducados y no por ser vascos en este caso, sino por ser el exudado pestilente de los suburbios de las grandes aglomeraciones urbanas. Todo lo invaden y ensucian con su bien fundada conciencia de impunidad. Nadie osaría pararles los pies sabiendo que mamaron de la idea de que la violencia es rentable. Bueno, no nos quedó otra que plegar el saco y replegarnos hacia la carretera para seguir con el regreso hacia Villanueva. 


No nos costó llegar. El viento había amainado y el tráfico era parco. Apenas unos veinte o así ángeles del infierno que paseaban su ruido de aquí para allá sin otro objetivo aparente que el de hacerse notar. Y, luego, de ciclistas, sólo nos cruzamos con seis en toda la jornada, según me dijo María que no se le escapa una que tenga que ver con bicicletas. 


Curioso valle el de Valderredible. Pocos lugares conocí en el mundo que me parezcan más apropiados para apartarse del mundanal ruido -excepción hecha de los citados moteros- y seguir la escondida senda por donde han ido...

5 comentarios:

  1. Etimología:
    Valderredible = El valle terrible

    Saludos,

    JP

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  2. Yo había pensado que tendría que ver con horrible. Porque así debían de ser allí los inviernos hasta que se mejoraron las comunicaciones. Así y todo debe de ser frecuente todavía que se bloquee en invierno. Por lo demás debe tener un clima más benigno que los otros valles cerrados del sur de la cordillera por estar a menor altitud, unos 700 mts o así.

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  3. Por cierto, acabo de comprar en Ebay un trailer de bici (http://www.ebay.de/itm/ws/eBayISAPI.dll?ViewItem&item=200696610646&ssPageName=ADME:X:AAQ:DE:1123), para bajar desde el monte la leña. No sé si me habré pasado de friqui, cuando mis convecinos no se apean del 4x4 o del tractor ni para mexar.

    JP

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  4. Me parece genial la idea. De este verano no pasa que os hagamos una visita si es que nos dejáis. Tus vecinos, los pobres, qué sabrán ellos.

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  5. Pues con respecto a la primera sílaba de los nombres de los pueblos, de momento no puedo decir nada. La verdad es que si se repite en una zona limitada no puede ser una casualidad, pero hace más de veinte años que estudié dialectología y no me acuerdo de demasiado. Voy a mirar el manual que tengo en mi despacho y ya os diré si encuentro algo...

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