jueves, 1 de septiembre de 2011

Tapa imperial

Anoche se escucharon movimientos en el hotel. Vaya, nos dijimos, se acabó la tranquilidad. Unos jóvenes se bajaron de una furgoneta con un montón de trastos y entraron por la puerta de servicio. Después, el silencio. Esta mañana he bajado a desayunar y he empezado a hilar. Se ha producido un déferlement de imsersatos troncholaris sobre el césped del jardín. Ciento cincuenta euros, he escuchado que le decía una a otra. Luego, desde la habitación, he seguido la pesquisa. Justo, debajo de la ventana han colocado una mesa en la que una pareja de jóvenes con bata blanca atendían a los pacientes imsersatos. Éstos entregaban una carta como de seguridad social y la pasta. Los jóvenes firmaban y devolvían la carta. Y los imsersatos se han ido amontonando alrededor de la puerta por donde anoche entraron con los aparatos. Después, en un visto y no visto, han desaparecido todos. Sabe Dios qué será lo que les están haciendo, pero apostaría cualquier cosa que tiene que ver con la extracción de mantecas.

Está claro, los jubilados son un "nicho" de negocios que no tiene fondo. Sólo hace falta un poco de imaginación y bastante cara dura para ponerse en marcha. Los pobres, con ese aburrimiento que busca inútilmente alivio. Se tiran a todos los pozos con la fe del catecúmeno y raramente reconocen que han salido escaldados. Y, a veces, incluso pillan, y viven una breve primavera.

Pero bueno, no era eso lo que yo quería contarles hoy. A lo que me quiero referir es a las inmensas posibilidades de satisfacción que se les ofrece si se deciden a venir a Laredo cualquiera de los tres primeros fines de semana de septiembre. Podrán comer y beber como un emperador con solo seguir La Ruta de la Tapa Imperial. Tienen dos opciones: crianza o caña, 2,5 €; cosechero, penique o mosto, 2€. Les confieso que no sé lo que es penique pero les prometo que antes de retirarme hoy ya lo habré aprendido. En cualquier caso, para más información: www.desembarcodecarlosv.org. Que no sabía Carlos V lo que habría de dar de sí su desembarco fortuito en Laredo.

Y luego no sólo eso, que por otra parte está el colorido renacentista de la villa marinera. ¡Menudas fotos que se pueden hacer entre tapa y tapa.

2 comentarios:

  1. Con respecto a los imsersatos, recuerdo que hace ya unos cuantos años prometías un monografico intitulado: "A los viejos, ¿matarlos o dejarlos?" que a mí me hacía mucha gracia. ¿Acabaste perpetrándolo, o no?

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  2. Como con todos mis monográficos éste también quedó en agua de borrajas. Ahora bien, estoy muy de acuerdo con Martin Amis cuando afirma que la próxima guerra será la más cruel que ha conocido la humanidad porque será entre jóvenes y viejos. Y por eso recomienda que pongan en todas las esquinas máquinas expendedoras de cócteles letales para que los viejos podamos optar antes de que sea demasiado tarde.

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