sábado, 10 de septiembre de 2011

Burros viejos teñidos

¿Es la muletilla una pesadilla? No sabría que decirles al respecto. Pero si sé que se pegan al cerebro como el chicle a la suela del zapato, o la sandalia, y cualquiera sabe lo que eso quiere decir. 

Es caso es que por razones personales, que nada tienen que ver que yo sepa con haber contribuido a matar un mesías, vivo convertido en un perpetuo huidor, como el judío errante para que me entiendan. Y así es que, precisamente ahora, ando en trance. De Palencia, donde apenas llevo tres meses, quiero trasladarme  a Santander.  En teoría es momento óptimo como les hubo pocos para andar de aquí para allá. Hay miles y miles de personas insignificantes que a costa de permanecer anclados lograron hacer patrimonio, o sea, comprar pisos. Pisos a los que, por cierto, como al cántaro de la lechera, se les va el valor por todas grietas que les salieron cuando estalló la burbuja. ¿Que hacer con ellos? ¿Venderlos? No hay forma. Ni siquiera por la mitad de lo que costaron. Y producen gastos. Pues, entonces, con harto dolor de mi corazón lo sacaré al mercado del alquiler. Pero con condiciones. A buen precio, con garantía... haciendo las cosas bien, en definitiva. Y... ¡leches! No llega el cliente ansiado. Habrá que ser menos exigente. 800. 700. 600. Y sigue sin llegar. Y eso a pesar de que lo tengo amueblado a capricho. ¿A capricho dice usted? Me cago yo en los caprichos de la gente insignificantes. Su piso, señor, señora, se diría acondicionado para un baile de vampiros. En fin...

Total, que pasé el día de ayer dejándome enseñar pisos  por los  "comerciales" de turno. Caros y epouvantables casi todos. Y en lugares, por lo general, vedados a gente vieja. Por lo de las cuestas, digo, que en Santander, como todo el mundo sabe, están por todas las partes.  Pero no era de pisos de lo que yo quería perorar hoy, era de muletillas. Y es que ayer me clavaron una que no he conseguido despegar en toda la noche y lo que va de mañana. Y me temo que si no escribo sobre ella, no voy a poder liberarme. Se trata de "estaríamos hablando". ¡Por cien mil demonios hirsutos! Por qué cada vez que un comercial te enseña una habitación, cocina o lo que sea, te tiene que decir: estaríamos hablando de una habitación de dos camas, con armario y mesita de noche. Eso ya lo veo  yo,  les contestaba, y, por cierto, que mejor fuera que no hubiese nada. Y la tía seguía: estaríamos hablando de una cocina con lavadora y lavaplatos... ect.. Estaríamos hablando. ¿Quién les habrá dicho que esa frase es rentable? Bueno, a lo mejor lo es. No sé, me declaro absolutamente profano en técnicas de marketing.

Es como el "¡Ya te digo!" que viene imperando de un tiempo para acá. Aunque juraría que ya va de retirada. ¡Ya te digo!, con una entonación entre chulesca y despectiva. Como de, claro hombre, a mí me vas a decir, yo ya vengo de vuelta.

Y bueno, la que llegó a desesperarme fue aquella que no se le apeaba a Felipe González de la boca cualquiera que fuese el motivo por el que tuviese que abrirla. "Se lo digo honestamente". Todo era oírsela pronunciar y empezar a imaginarme a un tratante de burros viejos teñidos en una feria de pueblo. Se lo digo honestamente. Faltaría más. Mi pobre padre que en paz descanse solía contestar a ese tipo de afirmaciones con un refrán que, honestamente les digo, creo que es de los más bellos que ha dado la lengua del imperio: "prevención a destiempo malicia arguye".  Seguro que Felipe lo desconocía, porque si no...

En fin. Ya digo. La vida.

6 comentarios:

  1. La verdad es que no lo conocía,pero es un refrán maravilloso,de esos que encierran tanto significado y son tan atinados..que habiéndolo dicho no hay más que decir.
    Lo del "se lo digo honestamente" que es algo más fino,mas sincero (sincero!!!) si cabe que el "se lo digo sinceramente",siempre me produjo hilaridad.Cuando alguien me decía esto (en alemán abunda mucho:"ich bin ehrlich")o me lo dice,me pongo en guardia automáticamente..Pero a partir de ahora,...ya tengo la frase perfecta...el Refrán...
    Veo que vuelves a tus fueros,estás más agudo que los últimos días,más suelto con la mano,aunque te veo algo pesimista...Pues si vuelves a Santander...-cuántos veranos he pasado yo en Santander..comiendo ruedas de atún,carne de potro..-pues me das una tremenda envidia...quién pudiera...Existe todavía aquella Cafetería..La Suiza creoq ue se llamaba..en el paseo del Puerto...

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  2. Gracias, Ignacio, por los ánimos que me das. Se necesitan. Ese refrán recuerda algo al famoso excusatio non petita, acusatio manifesta. Pero creo que le supera con creces. Me parece que le cita la Celestina. O acaso el Critilo del Criticón.

    Lo del Suizo, no sé. En cualquier caso la renovación, no siempre para mejor, del sindicato hostelero, es imparable. De las cafeterías de mi niñez no queda ninguna. Lo cual, dados los años que han pasado, tampoco es de extrañar.

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  3. entonces,siendo de Santander..al lo mejor ,por casualidades de la vida,conoces a un tío mío,Sebastián.Vino rico de Francia en los 80 y se compró varias casas o apartamentos ,dos de ellos en la Calle Santa Lucía.Era o es algo conocido en Santander por que cuando se tomaba algún vino de más ,se soltaba por bulerías,y no lo hacía nada mal.
    Fué campeón de Espana de billar,allá por los 60,y para todo el tema de cartas y juegos era un manitas.Debe andar por los 77 anos.Yo apenas ya voy por Santander.La familia de su mujer -que en paz descanse-me mira con muy malos ojos por que piensan que cuando voy por allí no es para visitar a mi tío si no para darle coba y que me deje alguna casa o apartamento en el testamento...cosa que no me disgustaría nada.A lo mejor te doy una sorpresa y te hago una visita un ano de estos .Tengo que ir a gijón a visitar a mi buén amigo Luís Arias y puedo aprovechar para tomarte unos vinos contigo

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  4. No, no conozco a tu tío. Alguna vez, de joven, fui por las calles de vinos a ver qué se podía pillar, pero ya hace tanto...

    Pues sí, si vienes por aquí me agradará mucho ir a dar una vuelta por ahí. Aunque no te puedo asegurar a donde irán a dar mis huesos porque siempre, a los cuatro días de permanecer en cualquier sitio, siento como si me estuviese persiguiendo alguna erinia furiosa.

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  5. Y yo que pensaba que con la edad se hacúa uno sedentario...

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  6. No, Ignacio, yo creo que con la edad se acentúan las tendendencias. Y lo único que te puede parar es la biología.

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