domingo, 17 de julio de 2011

Música no solicitada

Hay a las afueras de Palencia un parque, por así decirlo, natural. Son cientos, acaso miles, de hectáreas de encinas y quejigos. Está al oeste de la ciudad, en los alcores que la dominan. Cruzas el Carrión por cualquiera de los puentes, tiras hacia donde está la institución sanitaria San Juan  de Dios, cuzas el Canal y giras a la izquierda. Sigues por la carretera que al principio bordea el Canal de Castilla y luego le abandona a la vez que comienza a escalar. Al principio hay carril bici, después, la crretera que apenas tiene tráfico. Subes y subes y subes durante cinco o seis kilómetros y ya estás en lo alto del alcor. En pleno corazón del parque. Hay algunas instalaciones, pero mínimas. Y,en general, bastante limpio. La verdad es que sorprende y hasta maravilla.

Subimos en bicicleta y anduvimos por allí. Había  de vez en cuando una familia que había desplegado toda su parafernalia campestre en medio de la espesura. Gente humilde, supongo, que gusta de acarrear cuantos más trastos mejor.  Por lo demás, algún caminante despreocupado por cualquiera de los innumerables senderos. Corría un airecillo fresco que era perfecto contrapunto al sol de mediodía. 

Como se acercaba la hora de comer pensamos que quizá en un lugar que hay por allí que llaman la Casa Grande  podríamos calmar nuestro apetito. Nos acercamos. Es una casa de piedra de torre central y dos cuerpos laterales. Está en medio de un descampado apropiado para que aparquen cuantos más coches mejor. Rodeamos el edificio en busca de una entrada. Apenas comenzado el movimiento ya recibimos la bofetada en plena neurona. Una música aflamencada sonaba a plena potencia. Encontramos la puerta de un lugar con todas las caracteristas del perfecto locus amenus. Pero, ya digo, la música le hacía impracticable de todo punto. Se lo dije al dueño de no muy buenas formas, supongo. El tipo y la tipa que me escuchaban parecían Don Tancredo ante el toro. Sin lugar a dudas no entendían nada. Les estaba hablando un marciano.

Es una tragedia. La inmensa mayoría de la gente de este desgraciado país está convencida de que si te obliga a oír música te está haciendo un grandísimo favor. Y como les encanta hacer grandisímos favores para que te saques el muermo de encima, pues van y te endosan una de musicoterapia a todo volumen. Y así es que estés donde estés, vayas a donde vayas, no te libras de la medicina. "Fantastic", como repetía una y otra vez Richard Burton en "la noche de la iguana" cada da vez que uno de sus congéneres hacía una mamonada.

Total, que enfilamos la cuesta abajo y en un periquete ya estábamos en el corazón de la ciudad. Elegimos una terraza de la Plaza Mayor para comer. La Trebede se llama el lugar. La comida, cara y mala. Pero eso fue lo de menos. Justo en la mesa de al lado había una familia compuesta de matrimonio y parejita de infantes. El niño, de unos cuatro años o así, estuvo toda la comida gritando "tengo caca" y, de vez en cuando, "era una broma". Y los padres como si nada. En fin. No siempre se acierta.

6 comentarios:

  1. No he conocido trabajo más terrorífico que la crianza. Llega un momento en que el agotamiento es tan grande que te la suda lo que sea, la molestia que dé el niño al vecino, si lo golpea, acuchilla, apedrea o guillotina. Yo hablo de mi experiencia con uno. Si son dos, ya el nivel es de premio de exposición universal. Santo Tomás...

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  2. Si, así es sobre todo desde que te pueden llevar a la cárcel por arrear un sopapo al angelito. Y la gente no es tonta. De nuevo ha caído la natalidad en España a niveles infímos. Hasta los emigrantes han cortado en seco.

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  3. Para mí el misterio es cómo se tienen ganas de repetir después de traer al mundo a uno. Si no es masoquismo no sé qué se es.

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  4. Es inconsciencia. Y también consumismo. Muchos con tal de tener, tienen hasta hijos. Y luego, que te los crie Dios. O el Estado socialdemócrata que viene a ser lo mismo.

    Luego está el asunto de la venganza de los miserables. Echar hijos al mundo para que lo destrocen todo. Un verdadero consuelo.

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  5. Acabo de oír en Radio Nacional a una señora que se encarga de la llamada violencia de género decir que ha bajado la edad en la que los chavales dan de hostias a las chicas y afirma: "Tenemos que intervenir". Benditas palabras que revelan la intención y el pensamiento de cada uno.

    Hay que intervenir en Afganistán, en Grecia, en la escuela, en la cama de cada uno. Lo de la responsablidad personal, el tomar la vida en tus manos, el ser hacedor de tu destino, ahí se queda. Lo siento mucho, pero estas cosas, como todas las importantes de la vida, solo tienen una solución personal. Si un día tu marido te pega y no pones la mayor tierra por medio que puedas o después vuelves con él luego no te quejes. No hay más.

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  6. Lo de la violencia de género, o machista como dicen en el telediario, es punto y a parte. Es donde el estado socialdemócrata piensa que se puede sacar toda la espina que le clava su delirante utopía. Y una vez más demuestra que no sabe nada de la vida. En fin, recuerdo haber escrito una entrada sobre esto en el blog "Las casas del canal". Creo que argumentaba que mientras haya gente viviendo junta habrá hostias a destiempo porque por alguna parte habrá que drenar el jodimiento. Y por dónde mejor que por la cara del que más te quiere.

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