miércoles, 20 de julio de 2011

Instituto de la Felicidad

Ocho islas para vivir un verano idílico. Así reza el anuncio que encabeza hoy la página digital del diario El Mundo. Un verano idílico, ocho islas, ya se me está haciendo agua la boca. O el culo, piritoedros, como decíamos en el colegio. La felicidad al alcance de un puñado de euros.

El caso es que ayer acababa de ver "Rosalie va de compras", el relato de un extraño por exitoso caso de felicidad familiar conseguido a base de fe en la integración a ultranza en el sistema. O sea, en el consumo, para decirlo de una vez y sin rodeos. La acababa de ver y como por descuido fui a dar en el canal 24 Horas en el que estaban retransmitiendo lo que parecía ser un estrambótico telediario. Se estaba extendiendo la presentadora de nariz mal retocada en una noticia que pronto captó todo mi interés. No por la noticia en sí, que era una verdadera patochada, si no por su procedencia. Tenía su origen en un denominado "Instituto de la Felicidad".

No me lo podía creer. ¿También hay un Instituto de eso? Y estará financiado con dinero público para más inri. Desde luego que no hay límites para la sinvergüenzonería. Aseguraban los del Instituto que las personas más felices vivían más y tenían menos ataques cardiovasculares. Algo que hasta un niño sabe que es, exactamente, todo lo contrario. A no ser, digo yo, que se haya inventado recientemente una nueva máquina para medir la felicidad que compute como positivas las más onerosas privaciones. ¡Por Dios bendito, pero a donde vamos a llegar si ya ni siquiera va a poder salir la danza de la panza!

Conmocionado como estaba, apagué la tele y encendí el ordenador en busca de veracidad. Y sí, efectivamente, hay un Instituto de la Felicidad, pero no exactamente. Para hablar con propiedad hay que decir Instituto Coca-Cola  de la Felicidad. O sea, que está financiado por Coca-cola, algo a lo que el telediario, por causas que se me escapan, no aludió. Pues bien, ¿saben quien es la luminaria que encabeza el plantel de "nuestros expertos" del citado Instituto? Pues, pásmense, el Sr. Eduard Punset. Esa mezcla de embaucador, marciano y catalán -por lo de las pesetas que no son puñetas-. Nunca vi a nadie decir más tonterías tan bien adobadas de verosimilitud. Cualquiera con tendencia a desprevenirse se las puede tragar como si fuesen la quintaesencia de la sabiduría consolidada. El pájaro es un avezado maestro en presentar lo que son meras suposiciones, agradables suposiciones por lo general, indemostrables por lo demás, como si fuesen verdades demostradas por la experimentación científica de altos vuelos. La resonancia magnética y todo eso.

En fin, otros nombres relevantes e ilustres entre "nuestros expertos": Vallejo Nájera, Tierno, Pimentel, Urra...

Así que nada, si quieren un poco de felicidad, ya saben, denle a la Coca-cola. Yo, lo confieso, de vez en cuando, cuando necesito subir la moral mayormente, no puedo resistirme, me voy a un Mac Donald y me endoso entre pecho y espalda un menú a base de Big Mac, patatas fritas y coca-cola. ¡El paraíso! Se lo juro. Y no vean como sienta. Ni rastro de resaca.

4 comentarios:

  1. Antes veía los programas de Punset, pero sin planteármelo los he dejado de ver. La verdad es que me aburren. En el fondo, como diría una amiga americana, es como sexo sin correrse. Un día está bien, pero dos ya agobia. Mejor pasar la hora con un buen libro de ciencia. Eso sí que es orgásmico.

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  2. Dónde vas a parar, con un libro, por ejemplo de Feynman, reflexionas y aprendes que todavía no has empezado a saber lo elemental. Pero estos Punset, Krisnamurtis y demás embaucadores tienen la habilidad de hacer creer a la gente que en dos tardes ya saben todo lo que hay saber. Como la economía que le iba a enseñar Jordi Sevilla a Zapatero. ¡El daño que han hecho y hacen esos tipos a la humanidad! Porque antes de escucharlos la gente sabe que no sabe y se queda quieto parao, pero ahora que están convencidos de que saben, átales en corto.

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  3. Ese punto que tocas es seguramente la tragedia de nuestra época: ya por no saberse no se sabe ni que no se sabe nada.

    Cuando comenzó la crisis de Fukushima leí un comentario: "Esto no puede pasar nunca en España porque somos el país del mundo con más científicos nucleares. Basta entrar en un bar y escuchar las conversaciones"

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  4. A España ni me la mientes porque es punto y a parte. Acuérdate de aquella escena de Viridiana. La niña intentaba jugar con un diábolo y no daba una. Y entonces dice: porque se me ha caído que si no...

    Esa es la frase que, para mí, mejor representa a este país.

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