Uno de los capítulos más desternillantes, según para quien, de la serie televisiva británica "Fawlty Towers" es el dedicado crear equívocos con unos turistas alemanes. En él podemos ver a John Clease aireando lo que el inconsciente colectivo de las islas guarda pudorosamente bajo las alfombras. Y es que hay cosas que, por muy bueno y educado que sea uno, son difíciles de olvidar en una o dos generaciones. El zumbido de los V-1 y V-2 todavía resuena para muchos por los cielos de Londres.
El caso es que estamos viviendo unos días que, porque ya no nos creemos nada, que si no nos estaríamos apretando los machos. Porque, según cada vez más comentaristas de los que saben de todo, la sombra de la Alemania más siniestra vuelve a sobrevolar nuestras cabezas. Nos ha utilizado, dicen, de forma sibilina para conseguir su reunificación y, ahora, conseguido ya su objetivo, ahí os las apañéis con todas las supuraciones que he contribuido a produciros. Y es que uno va por ahí y, efectivamente, no cuesta darse cuenta de que todas las supuestas ayudas recibidas de Alemania, vía Comunidad Europea, no han tardado en volver a donde salieron: Mercedes, BMWs, y demás cacharrería con el sello inconfundible de la ingeniería teutona. No hay otra cosa digna de mención.
Do you mean worst?, le preguntan a un experto en la CNN. ¡Beyond worst!, responde éste con cara de las peores circunstancias del mundo.
Estamos apañados. Claro, la CNN es anglosajona. Lo mismo que la CNBE, BBC, Blomberg, etc.. Se supone que arriman el agua a su molino. O sea a la City y a Wall Street. La libra esterlina y el dólar. Y, enfrente, quedándose seco, Frankfurt, con toda la Eurozona a cuestas y nadie que le defienda.
Demasiadas monedas de referencia para una región que ya no es lo que era. Ricos venidos a menos con inflación de inteligencia. Todos concluyen lo mismo: la culpa es del otro. Que cada palo aguante su vela.
Desde luego que no hay que ser un lince para darse cuenta de que esto de la Unión Europea ha sido un fraude en toda regla. Frankfurt y Londres. ¿Para qué necesitábamos dos? Cincuenta idiomas que no son diversidad cultural sino barreras al entendimiento. Cincuenta telekones que son vampiros que nos dejan secos a nada que vamos cuatro pasos más allá de nuestra casa. Cincuenta de todo para que no podamos hacernos una idea de lo que somos y dónde estamos.
Sí, muy bien, y ahora, ¿qué hago yo con mis ahorros? Porque si me los convierten a pesetas... apaga y vámonos. Bueno, no creo que lleguemos a eso, porque también he oído decir en France24 que los que más iban a perder si el euro se va al garete serían los propios alemanes. Claro que en France24 son jueces y parte de la otra parte.
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