Ya les dije el otro día que me había comprado un libro electrónico y andaba un tanto desesperado tratando de cogerle el punto. Bajar libros de la red, instalar diccionarios y esas cosas. Bueno, a estas alturas ya todo eso es pan comido. Y, no se engañen los nostálgicos, el invento es una de las siete maravillas de la creación. Poder llevar encima lo mismo El Quijote que la Autobiografía de Thomas Jefferson, pasando por donde quieran hasta unos cuantos miles de títulos, no es cosa baladí. Por muchas razones, entre las cuales no es la menor que ya no se justifica el ancla que supone una biblioteca de papel, con balumba de bibelots para más inri, para transitar por la vida. Ahora los intelectuales, ya sean orgánicos, de izquierdas o de derechas, podrán ir de aquí para allá livianos de equipaje sin por ello perder de vista sus útiles de trabajo.
Pero no todo son parabienes. Hoy me entero que una tal Lucía Echeverría anda desesperada porque a consecuencia de la maravilla que vengo de alabarles su oficio de escritora no le da para vivir. Primero le toco a la música, luego al cine y ahora a la literatura. Y no creo que haya marcha atrás. ¿Que se acabará la creación? Bueno, eso ya lo veremos. Aunque tampoco, supongo, sería grave. Porque, si no ando equivocado, todo lo que había que decir ya está dicho. Ahora sólo hace falta que lo asimilemos por tal de ser un poco mejores.
Pero volvamos a Lucia. Una vez la vi en un programa literario de la televisión y no me convenció un pelo. Demasiado rebelde para cosa buena. Por lo visto había escrito una novela con mucho sexo de la que se hizo un película que barrió en taquilla. Mejor para ella. Supongo que aprovechando aquel tirón se habrá forrado vendiendo libros que no pasarán a la historia. Pero todo filón acaba por agotarse y al suyo ya le toca. Tengo una hija, lloriquea, y con lo que ahora gano escribiendo no la puedo mantener. Porque la gente, según ella, se ha acostumbrado a robar -bajar de la red libros gratis- y esto no va a cambiar hasta que se desacostumbre. ¡Menudo razonamiento de lumbrera!
Bueno, no voy a entrar ahora en disputas sobre si esta bien o mal bajar de la red cosas gratis. Ya les dije alguna vez que esa controversia es inútil. Mientras las circunstancias lo permitan sin arriesgar nada por ello, ya me dirán... No, lo que yo les quería señalar es esa especie de ingenuidad de las editoriales y demás que se sienten víctimas del atropello. ¿Cómo puede ser que cuando, inocente tú, vas y te acercas a ellas para comprar un libro electrónico, las muy ladinas pretenden cobrarte como cuando antaño ibas a la librería a comprar un libro de papel? La verdad, no se me alcanzan las razones que les asisten. Y si piensan que con leyes se van a salir con la suya, van dados. La red tiene tantos caminos para transitar que es imposible controlar todos los carrefures. Sólo la buena voluntad de los consumidores podría funcionar y eso, ¡ay!, para cuando los peces canten opera.
Sí, es un tema curioso que desde luego debe de preocupar sobre todo a las editoriales. Fíjate tú -ya lo habré dicho mil veces- que salvo gente como Alberti y tal no sé de ningún poeta que haya vivido de su poesía, y él lo hacía, como todos esos poetas soviéticos mantenidos por el estado, a causa de su ideología y su infame obrar en consecuencia.
ResponderEliminarPor lo demás, pues ya sabes: buenos se debieron de poner los monjes en el escriptorio cuando vieron una imprenta y no te digo los músicos mediocres que vivían del directo cuando apareció el gramófono, o los aduaneros con la UE y así hasta el infinito. Nada dura para siempre, pero desde luego que la gente no va a pagar nunca lo mismo por un libro de papel que por uno electrónico por mucho incienso que le echen. En definitiva, cuando hay ya millones de libros legalmente gratis, no sé quien va a ser el tonto que va a pagar por ellos. Yo no, desde luego.
A mí lo que más me maravilla de todo esto es que gente como Arcadi Espada adopten una postura tan beligerante al respecto. Será, supongo, porque son incapaces de superar aquello que decía Nietzsche de situación equivalente a opinión. Les perjudica, luego es injusto. Infantil de todo punto. No se les alcanza que lo único que les pasa es que han perdido un privilegio. Lo suyo no es luchar contra molinos de viento, es más fantástico todavía porque luchan, como bien dices, contra el normal transcurrir de la historia. Naturalmente, yo tampoco pienso gastarme un duro en libros en lo que me quede de vida. Pienso sacar todo el jugo a los doscientos € que me ha costado el ebook. Faltaría más.
ResponderEliminarEn cualquier caso me parece que tienen razón, que es su trabajo y que nadie tiene derecho a copiarlo sin pagar. Lo que no entiendo en absoluto es cómo la gente, teniendo todos los clásicos gratis, todas esas grandes películas del cine mundial, se gasta la memoria del disco duro en cosas que no las debería querer uno ni regaladas. Más misterios...
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