martes, 11 de octubre de 2011

Vagabundeo

Tenía, pero hace tiempo/ ahora ya no tengo na.

Ayer estuve en el notario para firmar la venta de la casa que tenía en Alar del Rey. Aparte de que como quien dice la he medio regalado -los tiempos son los que son-, sentí un gran alivio al estampar la firma. Como si me hubiese limpiado alguna inmundicia caída del cielo. No tener nada que no puedas llevar encima es, cada vez más, la meta que me propongo alcanzar para poder considerarme una persona rica. Porque, sí, lo confieso sin sonrojo, quiero ser rico aunque sea a costa de no poder entrar en el Reino de los Cielos.

Ayer, como digo, le tocó a la casa de Alar y pasado mañana le toca a este piso de Palencia que ha sido un verdadero fracaso. Apenas me duró cuatro meses y eso porque la mayoría del tiempo anduve por ahí vagabundeando. Así que pasado mañana le toca a Nueva Montaña y que sea lo que Dios quiera.

La verdad es que lo de vivir en un piso cada vez me parece menos apetecible. Quizá si fuese una altura 42 en el down town de una gran ciudad, no sé, a lo mejor me molaba. Pero en Nueva Montaña tendré que hacer de la necesidad virtud para soportarlo... de muy mala gana en cualquier caso.

Y es que comprendo bien en donde reside la raíz de mi imposible realización como persona. Es ni más ni menos que en mi asquerosa condición de pequeño burgués. O sea, la típica víctima del quiero pero no puedo de por vida. Porque, si fuese un gran burgués, lo tendría claro, sería huésped permanente de un cuatro o cinco estrellas de cualquier megacapital anglófona. O, también, podría optar por un "cabanon" en Cap d´Agde, o sitio por el estilo. Y si fuese menos que un pequeño burgués, me compraría una furgoneta de segunda mano y andaría por los caminos con mi guitarra y mi ordenador. Y también la bicicleta, que se me olvidaba.

Bueno, eso es todo. A partir de ahora me dirigiré a ustedes desde Nueva Montaña.... hasta nuevo aviso.

2 comentarios:

  1. Lo siento, pero a mí en una casa que no me pillen. Primero está el jardín, que si no lo cuidas cada fin de semana al mes está hecho un desastre. Después está la calle, que tienes que barrer, porque los servicios municipales dan cada vez para menos. Finalmente los pequeños arreglos que nadie hace por ti o que si los hace los tienes que pagar a pelo de demonio. Un pisito bien aislado, calentito en invierno, cerca de una buena biblioteca, un supermercado y, si es posible lejos de una escuela, es la gloria. Ahora que lo de vivir en un hotel de cuatro estrellas tampoco será moco de pavo, digo. Le podemos preguntar a Duran y Lleida, que me he enterado de que vive en el Ritz. Qué menos...

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  2. Sí, sí, lo de la casita con jardín para jubilados iletrados. Nunca se cansan de ponerlo todo mejor si cabe. Enanitos incluido.
    Lo de Durán i Lleida (la i, por favor, latina simpre) no lo sabía. Quizá, me digo, la única forma de llegar a vivir mi sueño de estrellas sea metiéndome en política.

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