sábado, 29 de octubre de 2011

El gran provocador

" Lo que hace sociables a los hombres es su incapacidad para soportar la soledad y, con ella, a sí mismos. Es el hastío y el vacío interior lo que les empuja a buscar compañía y emprender viajes."

Si hay un tipo al que no me gustaría perder de vista en lo que me reste de vida, ese tipo es Schopenhauer. Y no quiero que se me interprete mal, como si con ello quisiera dármelas de culto. No, lo que pasa es que Schopenhauer es el filósofo que mejor entiendo, por no decir que es al único que entiendo algo. Y ese algo que entiendo me gusta o, mejor dicho, me calma. Son ideas que me ordenan el pensamiento de forma natural, sin flatulencias ni acideces.

Así, cuando me dice que podemos encontrar motivos y fines para querer cosas concretas, pero no para el querer en general. Y esa es la cuestión que no hay forma de parar ese querer permanente que nos lleva a un esfuerzo sin límites. Porque, queramos o no, alcanzado un fin, ya estamos queriendo perseguir otro. Y así, de forma ilimitada. Y no conocemos otra forma de placer en la vida que el paso rápido de un fin alcanzado a un nuevo deseo. Y si vamos lentos en esto, sufrimos. Y ya no digo si paramos. Entonces es el aburrimiento: "Un deseo sordo sin objetivo. Una languidez mortal".

Dice, también, ¡qué herejía!, que Sócrates no debía ser un tipo muy espabilado. Simplemente es un personaje ideal que utilizó Platón para exponer sus pensamientos. Porque el caso es que, según Luciano, Sócrates tuvo el vientre abultado y, eso, no es precisamente uno de los distintivos del genio. Pero es que, además, tampoco dejó nada escrito. ¿Cómo puede un gran genio no utilizar el mayor descubrimiento del género humano?

Bueno, aquí, sobre la escritura, me da un poco de vergüenza transcribir al autor porque, como es obvio, yo escribo y, entonces, va a parecer que me quiero echar flores encima.  Así y todo voy a arriesgarme con una pequeña muestra. "... por medio de la escritura, esa única guardiana fiel de los pensamientos. Además, todo espíritu que piensa siente por necesidad el impulso, para su propia satisfacción, de fijar sus pensamientos y hacerlos revestir de la mayor claridad y determinación posibles; por consiguiente, de darles cuerpo por medio de las palabras. Pero esto se efectúa mejor que nada mediante la escritura, porque la exposición escrita es esencialmente distinta de la oral, pues sólo ella permite la mayor precisión, concisión y significativa brevedad, convirtiéndose con esto en el molde del pensamiento."

Por lo demás, no se vayan a creer que me trago todo lo que me viene de él. Como con todas las personas a las que trato le someto a un escrupuloso escrutinio de intereses. Y en este caso el resultado es enormemente positivo, pero, como no podría ser de otra manera, no faltan los perinquinosos peros: su amor desmesurado a los perros; su desprecio patético de las mujeres; su antijudaismo... en fin, nada que no se le pueda pasar por alto.

Por cierto, no lean mucho que eso "priva al espíritu de elasticidad, al igual que una presión constante se la quita a un resorte, y el medio más eficaz para no tener ideas propias es abrir un libro tan pronto disponemos de un minuto de ocio."

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