lunes, 3 de octubre de 2011

Corporativismo corleonesco

Profesores y padres escenifican la "muerte" de la educación pública. Bueno, la televisión pública dijo que eran unas cuantas decenas. O sea, que lo único sorprendente es que diesen la noticia. Quizá, digo yo, por la afinidad o simpatía que hay entre las cosas públicas. Porque hay que reconocer que a cualquier cosa, excepción hecha de las mujeres, le pones el calificativo de púbica y automáticamente la revistes de un aura de respetabilidad que la deja fuera de toda sospecha.

Y ese es el caso, que lo que por naturaleza es opinable deja de serlo porque funciona como tópico. Y así es que se discute a muerte sobre si la sanidad y la educación deben de ser públicas o privadas, dejando en segundo plano lo único que, a mi juicio, realmente importa, su calidad. Datisdecuestion: la calidad.

A lo largo de mi vida he conocido a montones de profesores, mayormente del sector público. Y la verdad es que la mayoría, aparte de porreros tenían unas firmes convicciones de tipo, por así decirlo, izquierdistas. A favor de los desfavorecidos y todo eso. Y contaban y no paraban sobre la realidad cotidiana en sus centros de enseñanza de las afueras, eso que los franceses llaman "zonas sensibles".

Bien, todo eso está muy bien, y yo les comprendo. Pero que los árboles no nos quiten la vista del bosque, o sea, los pésimos resultados obtenidos en todas las evaluaciones de carácter internacional. ¿Es que acaso no tendrá algo, aunque sea poco, que ver esa debacle con la capacidad pedagógica de los profesores? Pues chico, parece ser que no. Y no por nada sino porque un profesor de izquierdas, es decir, a favor de la enseñanza pública, no puede, por la propia naturaleza de las cosas, ser un mal profesor.

Y así corre el mundo, amigo Sancho, con la venda de los tópicos sobre los ojos, directo al despeñadero. Pues bien, te diré lo que pienso aunque por ello me apedreen, la causa primera y principal de que los alumnos obtengan tan malos resultados es la escasa preparación de sus profesores. Todo lo demás, mandangas corporativistas de corte corleonesco.

15 comentarios:

  1. Aun siendo del gremio creo que pruebas de lo que dices hay a montones. La primera no tiene que ver con la culpabilidad o no de los docentes, sino del valor en general que le da España como sociedad a la educación. Ya lo he dicho por aquí más de una vez: conozco a mucha gente que se ha endeudado para comprarse una casa más grande; a nadie que lo haya hecho para mandar a su hijo a Harvard (o a estudiar inglés a Escocia un año, digamos). Según parece en Finlandia se exige a los maestros un nivel similar al de un ingeniero: los sueldos también van por el estilo. En España, por el contrario los chavales valiosos no se dedican a la enseñanza -salvo algún chiflado-, sino a hacerse ingenieros. No hay milagros: cada uno obtiene más o menos el valor de lo que paga.

    Por otro lado, a pesar de que yo esté con la reivindicación de los maestros, creo que se lo han montado muy mal. En primer lugar lo último que se puede hacer es dejar a los muchachos sin clase, por ética y por vergüenza torera. En segundo, nunca deberían haber permitido que los chavales se manifestaran: esta es una guerra de los maestros y de los padres. A los menores hay que dejarlos aparte. Finalmente los argumentos que se esgrimen en muchos casos son falacias: se argumenta que los maestros necesitan no sé cuántas horas para preparar las clases. Cuando yo tenía veintitantos y enseñaba latín por los institutos tardaba en preparar una clase el tiempo que gastaba en mirar el texto que tenía que enseñar: o te lo sabes o lo tienes claro. Por otro lado si te gusta lo que haces -a mí la verdad es que me entusiasmaba- con que te dejes llevar por la propia lección y el ambiente de la clase ya lo tienes hecho.

    Los maestros en esto tienen razón (y así lo debería haber planteado si fueran más listos): no se puede equiparar una hora de clase con una hora de trabajo de otro funcionario: la energía que uno gasta en ella te deja agotado. Tras tres horas de soportar la tensión que supone el controlar una clase llena de adolescentes acabas tirado. Desde mi punto de vista personal ese es el límite para hacerlo bien, o sea, unas doce o quince horas a la semana. Dieciocho me parecen ya demasiadas. Veinte, una barbaridad.

    En fin, no nos engañemos. Para esto solo hay una solución: Finlandia. Más pasta, gente más preparada y, sobre todo, una cultura del esfuerzo y de la proporción, en la que el saber se valore y la ignorancia se deseche. Justo lo contrario de lo de ahora.

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  2. Gracias, Jacobo, por tu extensa puntualización. Creo que deja las cosas bastante claras. Para ser buen profesor no hay que ser de izquierdas ni de derechas, hay que tener la categoría de un ingeniero. Y su sueldo, por supuesto.

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  3. Vale, kolegas: pero el debate escuela pública vs escuela privada ni se explica ni se resuelve con reducirlo todo al factor profesor: por encima y por debajo del maestro hay recursos económicos, planes, programas, entornos, ampas, etc., que juegan un papel determinante, no solo en la formación que recibe el alumno sino en la propia motivación del profesor. ¿Acaso no hay profesores muy buenos que están más quemados que la pava de un peta?
    ¿Alguno de vosotros dos ha tenido la oportunidad, con catorce o quince años, de preparar un testículo de conejo para verlo en el microscopio? Yo pude hacer ese y muchos otros experimentos porque en el instituto de barrio al que iba había un buen profesor, en efecto, pero también porque teníamos un micrótomo a nuestra disposición.

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  4. De acuerdo, JP, no todo se reduce a la competencia del profesor, pero reconocerás que es importante. Un buen profesor sin microtomo estoy seguro de que enseña más que uno malo con él. Por otro lado, creo que se sobrestiman los recursos materiales. Hoy, creo, los hay a montones por todas las partes a la vez que una penuria de estado de ánimo propicio al prestigio del saber. Del saber por el saber, como si eso no fuese acaso la mayor fuente de satisfacciones excepción hecha de la que todos sabemos.

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  5. Fijate tu Jp si será importante el profesor que en el mismo centro estudiamos tu y yo y yo no vi ningún aparatito cuando lo había, y eso fue por mera desidia de la profesora a la que le parecía que era muy duro el enseñar con ellos a cuarenta estudiantes...

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  6. Por supuesto: el profesor es importantísimo y determinante. Pero convendréis conmigo en que se desasna mejor a veinte por aula que a cuarenta.Y esa ratio ya no depende del docente, sino de la superestructura.

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  7. En mi clase de ciencias había cuarenta, pero supongo que en la tuya no muchos menos: vuestro profesor se atrevía a manejar los aparatos con los estudiantes, la nuestra no se quería molestar. Ahí está la diferencia.

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  8. Además, por muy mala que sea la situación no tiene nada que ver con la de los setenta: por lo que me han contado el número de estudiantes por aula es mucho menor y los medios infinitamente mayores.

    Lo que no tiene ninguna justificación de ningún modo es dejar a los alumnos sin clase. Los profesores pueden protestar todo lo que quieran, hacer sus manifestaciones y buscar apoyos de los padres y de la sociedad en general, pero no cumplir con su obligación como enseñantes es vergonzoso.

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  9. Para terminar, fíjate qué curioso que el excesivo número de alumnos por aula, la supuesta falta de medios y el resto de las condiciones objetivas para cumplir bien su trabajo nunca ha sido motivo de huelga, sino solo lo que toca al bolsillo o a la comodidad de los maestros. Con esa actitud se transmite que lo fundamental no es la enseñanza pública y el conocimiento de las nuevas generaciones, sino el buen pasar del funcionariado: lo demás son rellenos que se incluyen como espantajos pero que son cosas prescindibles.

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  10. Será porque el mío era el catedrático y la tuya una pnn...

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  11. No: era una titular y de hecho un día nos llevó los cacharros a la clase, pero nos advirtió que era el último día que lo hacía, que era mucho trabajo.

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  12. Me congratulo mucho de veros tan enzarzados. Efectivamente, creo que los medios materiales son importantes. Pero también me pregunto en dónde está el límite. Porque, en mi experiencia con la medicina, he creído constatar que a partir de cierto nivel de equipamiento la asistencia empieza a empeorar. Se confía a los medios lo que sólo puede ser tarea humana. El sentido común y todas esas cosas.

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  13. Yo te puedo contar mi experiencia en la universidad: ahora raro es el profesor que no usa el Power-point, las aulas con ordenadores y cosas por el estilo; sin embargo las clases que tienen más éxito son aquellas en las que el profesor se lo curra en la pizarra y sobre todo está disponible para los estudiantes. Los medios, el internet son elementos fabulosos; pero llega un momento en que el profesor desaparece tras todos esos medios y se convierte en una sombra. En ese momento no hace falta para nada: la mayor parte de los estudiantes saben manejar el aparataje mejor que los docentes e incluso son capaces de conseguir información a mayor velocidad que ellos.

    Del mismo modo que se dice que lo que más cura es el contacto humano con el médico, en una clase lo más importante es la oportunidad que se le da al estudiante de tener contacto con personas de la generación anterior que saben más que él y que no son miembros de su familia. Los aparatos ayudan, pero solo eso: ayudan.

    Finalmente no nos engañemos: si este no fuera año electoral, si la Comunidad de Madrid no estuviera en manos del PP o si las competencias de educación estuvieran en manos del gobierno central -que sería lo lógico- esta huelga no se produciría. Lo sabemos todos, me imagino.

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  14. Lo que os pasa es que veis la tele. Si prescindierais de ella (ojos que no ven) no daríais tanta importancia a los sucesos coyunturales (corazón que no siente).

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  15. ¡Ajá! Nos has pillado JP. Confieso que entre película y película, zappeo un rato. Y, ahora, en cuanto me instalé en Nueva Montaña, lo primero que voy a hacer es enchufarme al ASTRA. El ocio es largo y los entretenimientos cortos.

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