martes, 18 de octubre de 2011

Isla desierta

Hay una pregunta que no por frecuente en todo tipo de entrevistas deja de parecerme bastante tonta: ¿qué libro se llevaría usted a una isla desierta? Buñuel dice que cuando se la hacían, al principio, empezaba a pensar en éste o aquel, pero que al final pensó que la mejor respuesta era ninguno. Para empezar nadie suele ir de grado a una isla desierta y si, por casualidad, o más bien accidente, cae atrapado en una, lo último en lo que supongo se pondrá a pensar es en un libro concreto. Cualquiera puede servir en tal caso. Uno sobre ajedrez, por ejemplo, como en una película que vi cuando era chaval, que sirve para convertir al protagonista en campeón una vez recuperada la libertad.

Personalmente, si tuviera que elegir, preferiría uno con las páginas en blanco y un lapicero. Así podría atrapar mis pensamientos y conservar mis recuerdos. Y, por ende, tener una muleta en la que apoyarme a la hora de reflexionar sobre las cosas de la vida, la propia y la ajena.

Aunque, ahora que caigo, si bien se mira por el lado de la metáfora, la mayoría de nosotros, afortunados mortales, nos pasamos grandes trechos de la vida en la dichosa isla desierta. Unas veces por necedad, otras por desidia, otras, simple y llanamente, por expreso deseo. Deseo de soledad, de experimentar la nada, de abandonarse a ensoñaciones que recrean mundos tan maravillosos como imposibles.

Imaginar, lo que nos asemeja a ese Dios en el que no creemos, pero envidiamos. Porque si yo fuera Él, ni te digo lo bien que iba a poner todo esto que me rodea. Armonía total, aburrimiento infinito. Afortunadamente, de las ensoñaciónes nos saca cualquier vecino que se pone, un suponer, a colgar un cuadro. Entonces, la isla desierta se desvanece y volvemos a la realidad, ¡ay!, el pico y la pala, y los callos en las manos.

Sí, definitivamente, si tuviese que recluirme en una isla desierta, en vez de un libro, prefeririía llevarme un pico y una pala. O un cuaderno y un lapicero.

5 comentarios:

  1. Lo fino es decir que te llevarías El Quijote, a Shakespeare, la Ilíada o a Quevedo. Robinsón también debe de ser bastante agradecido, más que nada por las ideas. Hay uno por ahí también que podría ser bastante agradecido y que se llama "Técnicas superiores de masturbación masculina", el problema es que lo sacaron sin santos y uno se lía mucho con las explicaciones a palo seco. Bueno, yo, después de mucho pensarlo, creo que me llevaría el libro de Penrose, el "Road to Reality". Creo que tiene todos los condimentos para mantenerte entretenido unos cuantos años: matemáticas superiores y física del mismo estilo explicada en prosa arregladita sin hacer concesiones al divulgeo. En fin, toda la historia de la humanidad que le interesaría a un extraterrestre, me imagino.

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  2. No está mal pensado lo de "Road to Reality". Claro que no sé yo si uno dará para tanto. me tendré que aplicar este invierno.

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  3. Pues a aplicarse, que si no a uno le come la polilla. Por cierto, hay una página en internet en la que los lectores comparten opiniones acerca de los ejercicios y cosas asį. Creo que el link aparece en la pągina de Wikipedia de Penrose o del libro.

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  4. yo ,la verdad,no me decidoqué llevarme...Aquí en el mar del Norte,en unas islas que están prácticamente enfrente de mí,mandan siempre a un estudiante oestudianta,de unos 20 anos,a pasar 8 semanas sólo en la isla,con la intención de que apunte datos de las mareas,movimientos de los pájaros migratorios ..etc...creo que por no haber ,no hay ni ducha ni agua caliente.Eso sí ,le dejan un ordenador para que no se suba por las paredes.Debe ser una experiencia muy instructiva e interesante,ya que muchos apenas se alegran después de volver a la civilización...habría que preguntarle a ellos que se llevaron a la Isla...

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  5. El ordenador, desde luego, puede ayudar. Si hay cabras por la isla, también. Pero un Quijote estoy seguro de que me aplastaría. Quizá un manual de ajedrez. Como en aquella película en la que Curd Jürgens está prisionero en una celda y encuentra bajo el colchón del catre un manual de ajedrez. Le salva la vida.

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