martes, 19 de abril de 2011

Tremenda contradicción, compañero

 Entre el enorme bagaje de muletillas usadas por el folclore cubano de la inoperancia  hay una especialmente afortunada: "tremenda contradicción, compañero". Es la que sin duda te soltará un adepto al régimen castrista, ante cualquier pregunta incómoda sobre las "conquistas de la revolución". Tremenda contradicción, o sea, inoperancia. Así no beneficias a nadie, pero tampoco hay quien se pueda sentir molesto. Bien, dicen que el castrismo es un régimen marxista, pero, la verdad, yo, después de lo que he visto, más bien me inclino a pensar que es un régimen lao-tséiano:


"Aunque se gobierne una nación con rectitud,
Y se luche en las guerras con astucia,
El reino se deberá alcanzar por la no-acción.
Este es el único modo de alcanzarlo.
No hay otro. 

No sé si viene esto a cuento con lo que les voy a contar. Resulta que con motivo de haber vuelto a mis reales mesetarios tengo de nuevo la posibilidad de estar conectado al ASTRA. Lo cual no es cuestión baladí ya que el ASTRA te abre una inmensa ventana hacia el mundo desde la que contemplar sus tribulaciones y glorias. Y así es que estaba ayer asomado a un canal francés en el que se debatía sobre una "tremenda contradicción, compañero". 

El asunto, efectivamente, es peliagudo. A alguien de la republicana Francia con mando en plaza, se le ha ocurrido decir que las empresas con beneficio, en vez de aumentar los dividendos a sus accionistas, deberán gratificar con una prima de 1000 € a sus asalariados. Sin duda es una propuesta de intenciones populistas y sin la menor conexión con la realidad: la gestión de las empresas suele ser lo suficientemente sensata como para no molestar ni a los unos ni a los otros con decisiones sesgadas hacia una de las partes. Pero hay que reconocer que la propuesta suena a "aquí estamos nosotros para evitar las injusticias con los más débiles". Imagínense, los capitalistas sin pegar clavo se apoderan de lo ganado con el sudor de la clase trabajadora. El viejo discurso que tantos quebraderos trajo al mundo sin que por ello haya perdido tirón. 

Resumiendo, una pareja defendiendo la medida de los mil € y una señora argumentando sobre la necesidad de que el Estado no se meta en la gestión de las empresas privadas. Porque, entonces ustedes, preguntaba la señora digamos que liberal conservadora, qué proponen, ¿prohibir a los accionistas que vendan sus acciones?. Porque es de suponer que, si la empresa tiene beneficios y no repercute en sus bolsillos, entonces, cojan su dinero y se lo lleven a otra parte. Y, con la misma, adiós mil € para los asalariados. "Tremenda contradicción, compañero". Con lo bien que queda estar de parte de los obreretes y lo difícil que es concretarlo en medidas efectivas. 

En fin, que todo está como está porque hay contradicciones que no se pueden resolver sin quitar el ganapán a  los que viven de sostenerlas. Obreros que no necesitaron estudiar para vivir como capitalistas, capitalistas que necesitaron estudiar para vivir como obreros. Y así, nadie está contento salvo los hemipléjicos morales que se lo pasan bomba pelando la tremenda contradicción, compañero. 

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