martes, 19 de abril de 2011

Curiosa espirlochería.

 A Teresa con cariño

Viene de antiguo. Cojes, agarras, un suponer, Anábasis de Jenofonte que es lo que tengo más reciente y ves que  no hay personaje que se salve de añadir a su nombre la ciudad donde nació. Aristónimo de Metidrio, Agasias de Estinfalia, Calímaco de Parrasia, Aristeas de Quios. A veces, con la ciudad no tenemos bastante y, entonces,  se añade el linaje para redondear: Cefisodoro de Atenas, hijo de Cefisofonte; Anfícrates de Atenas, hijo de Anfidemo, etc..


Hoy recibo un mensaje de Teresa a propósito de la última excursión realizada por la asociación montañera de la escuela oficial de idiomas. Dice textualmente: "..tuvimos representación de 7 nacionalidades: alemana, canadiense, española, inglesa, irlandesa, ITALIANA y peruana. Y en el grupo de los españoles también podríamos especificar que hubo representación gallega, leonesa, burgalesa, vasca y cántabra, (por lo menos hasta lo que yo sé). Un grupo muy variopinto como veis."


Convendrán conmigo en que, cuando menos, es curiosa la inmarcesibilidad, perdón, de la costumbre de identificar, e incluso calificar, a las personas según su lugar de origen. Porque mi impresión es que, salvo casos extremos de arcaísmo o miseria, el origen geográfico de las personas aporta más bien poco a la diferenciación entre ellas. Y, si se me apura, añadiría que ni siquiera la diversidad de los idiomas es causa eficiente a la que achacar biodiversidad significativa. Aunque, claro está, otro cantar sería lo del linaje, ya que nadie en su sano juicio me va a negar ahora que no es lo mismo nacer en la casa de un mafioso siciliano que en la de un calvinista ginebrino.  Aunque nunca se sabe a ciencia cierta porque si los dos acaban estudiando en la misma universidad... o luchando en la misma guerra. 


Porque vamos a ver, ¿no es infinitamente más efectivo para significar a alguien esa máxima evangélica que reza "por sus obras los conoceréis"? Desde luego que para mí sí. Una persona es lo que hace con su vida. Lo que lucha o zanganea. Lo que aporta o lo que vampiriza. Cosas, en fin, más ligadas a lo que se dio en denominar potencias del alma que no al puro azar. 


El caso es que no es por nada que me mosquee ese afán de conservar la identificación de las personas por su origen. Resulta que las circunstancias de la vida, o lo que fuere, me llevaron a pasar largas temporadas en regiones en las que porcentajes significativos de su población le dan una importancia cuasi mística al hecho casual de haber nacido donde han nacido. Y si tú no eres de allí, pero vives allí, tendrás que escucharles cien, mil, cien mil veces al día, la monserga de que su origen divino les diferencia a tope de ti, simple mortal. Y claro, ya saben lo que se esconde detrás de esa en apariencia ingenua pretensión. Se lo diré: se esconde la odiosa convicción de tener más derechos y menos deberes que los metecos, charnegos, maketos, o como quiera que se le diga a los que no viven donde nacieron porque lo hacen donde les da la gana o les viene bien. 


No, lo confieso, no acepto la variopintabilidad de un grupo por el distinto origen geográfico de sus componentes. Más bien creo en la homogeneidad que le da compartir una afición. Lo demás, pelillos a la mar.  

1 comentario:

  1. Pero k devoradores k sóis, pretendéis acojonarme, no? No va conmigo, así k "os jodan" (perdón x la expresión). A mi no me va el kedarme atrás, ni de coña, ya os lo montaréis. Veo k os va el rollo de kemarme, no? Jaja, ilusos, váis mal, intentarlo x otro lado, conmigo no, no lo consiguieron a los 14...no lo conseguirá nadie en mi vida. Que os den por el orto, os gustará, se os nota, se os nota.

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