miércoles, 1 de agosto de 2012

Exageraciones olímpicas




"He sido humano toda mi vida", dice un tal Phelps que por lo visto es el deportista que más medallas ha ganado en los Juegos Olímpicos de los tiempos modernos. ¡Menos mal porque si no...! Claro, cualquiera podrá comprender que ese Sr. Phelps después de pasarse ocho horas diarias durante los últimos veinte años entrenando en una piscina no tenga el cerebro para otra cosa que para parir tonterías. ¡Humano toda su vida! Bueno, también podría ser que haya querido decir que él no es un mono, aunque todo apunta a que sus intenciones hayan sido las de rebajar un poco su condición cuasi divina. 


Lo de los Juegos Olímpicos tiene su miga. Cuando empezó la cosa, allá, por lo que se conoce como Antigüedad Clásica, tenían tanta importancia que si había guerras, que casi siempre las había, se paraban por unos días para que todo el mundo pudiese ir a contemplar en paz y armonía como competían los atletas venidos desde cualquier rincón de la Hélade y no sé si de más allá. Atletas que, en cualquier caso, no creo que hubiesen estado ocho horas diarias durante veinte años entrenando sino, más bien, batallando en las guerras o cultivando los campos y, luego, al atardecer, yendo a echar una carrera por los alrededores o a distenderse en el gymnasium del pueblo. Y sí, si por casualidad ganaban una corona de olivo en los juegos su condición cambiaba, se hacían famosos y, a lo mejor, llegaban a jefe de su comunidad. Ahí paraba todo, porque, además, los Olímpicos no eran los únicos juegos, estaban, por ejemplo, los del Istmo que también eran famosos e incluso puede que más que los Olímpicos en algún momento de la historia. Luego, no sé como se fue apagando todo aquello. Supongo que igual que el resto, aunque ahí quedaron los textos de historia y literatura en general para perpetuar el mito. 


Lo de los Juegos de la Era Moderna es otra cosa. Es algo que nace con el desarrollo de la publicidad como motor de la economía. Y, ya saben, quien dice publicidad dice exageración, que es lo que en realidad vienen a ser los Juegos se miren como se miren, ya sea desde la horrible insensatez que es entrenar ocho horas diarias durante veinte años a la despampanante y hortera ceremonia de inauguración con la que el otro día nos obsequiaron los londinenses. 


Así son las cosas de la publicidad: exagera que algo queda. "Much ado about nothing", según expresión muy inglesa por cierto. El resplandor de la horterada ilumina las mentalidades modeladas por la socialdemocracia incitándolas al consumo naïf. En este caso, acudir en persona a visitar los lugares en los que tuvieron lugar aquellos hechos memorables. Y ahí esta el quid de estos juegos de la era moderna, que consiguen poner por unos días a una ciudad en el centro del planeta y, si esa ciudad sabe hacer el hortera medianamente bien, quedará como objeto del deseo de ser visitada por una o dos generaciones a escala mundial. O sea, millones de turistas en perspectiva. ¿Hay quién dé más? 


En resumidas cuentas, ¿qué es el COI?, se lo diré, la agencia de publicidad más importante del mundo. Tan importante es que ni siquiera tiene que dar cuenta de sus beneficios. ¿Que son los JJ.OO.? Un inmenso spot publicitario capaz de sacar a una gran ciudad de su letargo económico, cuando no de su decadencia... eso sí, a costa de convertirla en meca turística, es decir, putas, drogas y rock and roll. 


Luego, lo de los atletas nadando en la piscina o corriendo por las pistas, para dar pena a nada que lo pienses. Pobres chicos y chicas, no quiero ni pensar en los sacrificios y privaciones a que se someten por un improbable beneficio. Hay que ganar una medalla para cobrar los dividendos y eso es tan difícil... Cuanto mejor hubiese sido para la inmensa mayoría de ellos trasladar esos sacrificios y privaciones de la cancha al aula. Pero, en fin, como dijo aquel torero con mucha razón: "tie queabé gente pató". 



2 comentarios:

  1. Yo lo que echo de menos de estos juegos olímpicos son las carreras ce burros a las que tanto cantó Píndaro.

    Lo de los chavales que se esfuerzan sí que es muy triste. Una vez apareció un programa en el que se recordaba a la gente que había ganado medallas en Barcelona: muchos de ellos habían sacrificado cuatro años de su vida para vencer en jokey sobre hierba, digamos. Hoy en día ellos tenían trabajos normalito, tirando a bajos y nadie se acordaba de sus medallas. Es normal: si uno se pone a contar medallas y las multiplica por todos los juegos que ha habído desde Barcelona sale una buena cantidad. Es imporsible que la gente se acuerde de todas.

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  2. La estadística ni me la mientes porque entonces se desmorona el invento. En habiendo millones de competiciones de todo tipo cada año lo realmente sorprendente sería no ganar alguna de vez en cuando. Luego está la habilidad de los propagandistas de la cosa nacional para conseguir que la gente piense que el mundo sólo se interesa por aquel deporte en el que has ganado. Y eso por no hablar de las inversiones económicas. ¿Qué de mérito o de extraño puede haber en que el Barcelona o el Madrid ganen prácticamente siempre? Si invierten cien veces más que otros lo raro sería que perdiesen. Es cualquier cosa menos deporte que, para serlo, tiene que respetar la regla de oro de competición entre iguales. En cualquier caso, el invento funciona bastante bien para lo que se persigue, o sea, manipular sentimientos por medio de engendros elevados a la categoría de símbolos identitarios.

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