Ayer, mientras comíamos en la Bodega La Montaña nos dedicábamos a proyectar el recorrido que pensamos hacer en bicicleta, ya mismo, por tierras de Castilla. No era fácil porque las zonas más accesibles y planas de esa región ya las tenemos muy trilladas. Ahora tendremos que tirar hacia el este por donde el terreno es más abrupto y, probablemente, el tráfico más denso. En cualquier caso, que por intentarlo no quede.
En esas estábamos cuando los vecinos de la mesa de al lado, después de pedir educadas excusas por haber estado escuchándonos, nos indicaron que el recorrido que estábamos escogiendo quizá no fuese el más adecuado. Ellos eran de Valladolid y sabían de qué hablaban. Bueno, en realidad él era de Bilbao y había tenido que salir pitando de allí por lo que todo el mundo sabe y calla. Grandes aficionados a la moto, parece ser que sillonnent le territoire sin cesar no quedándoles ya parcela por descubrir. Bien, sea como fuere, el caso es que nos enzarzamos en una animada conversación sobre esto y lo de más allá que duró hasta bastante más allá del final de las ingestas.
Nada del otro mundo, por otro lado, gente civilizada que no necesita de especiales afinidades para entablar conversación. Me ha pasado muchas veces, sobre todo en Madrid. Gente sin recelos que se abandona al azar y aprovecha el vuelo de una mosca que pasaba por allí para lanzarte un guiño cómplice y hacer un comentario de los que buscan contrapartida. El inicio de algo que no por fugaz dejará de ser intenso. Sal de la vida que le dicen.
Y ya, volviendo para casa, comentábamos el lance. Sostenía María que la posibilidad de enrolle varía mucho en función de la procedencia de los vecinos de mesa. Si fuesen de Cantabria, aseguraba, prácticamente imposible. Con gente de Castilla, como había sido el caso, mucho más fácil. Bueno, no sé, porque este tipo de apreciaciones entran de lleno en la categoría de los tópicos. Mi madre, por ejemplo, siempre opinó al respecto más o menos lo mismo que María. La gente de la Meseta es para ellas mucho más abierta que la de la Costa. De la Costa de Santander en concreto que es la Costa que ellas mejor conocen. Y, sin embargo...
Qué duda cabe que la geografía, el clima, la estructura social, la educación, y montón de cosas más, influyen en la forma de ser de las personas. Pero luego hay que tener en cuenta a las personas como conjunto y a las personas como individuos y, ahí, se rompen muchos esquemas. Y así es que después de una vida larga ya y relativamente intensa, habiendo tomado de asiento muchas veces lo que sólo era de paso, y viceversa, si alguien me preguntase al respecto de lo que les vengo comentando le diría que, en mi modesta opinión, varía muy poco de unas regiones a otras el porcentaje de gentes abiertas y cerradas, lo mismo que el de imbéciles y amables. En fin, si de colectivos queremos opinar, sería más apropiado, pienso, agruparlos por nivel educativo y cosas por el estilo que no por procedencia... pero comprendo que esto es más dificultoso y menos lucido.
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