lunes, 6 de agosto de 2012

Curiosity




Cómo demonios fue posible que Kepler descubriese no sólo que la órbita de un planeta alrededor del sol es una elipse con el sol en uno de sus focos sino, también, que la línea que une el planeta con el sol barre áreas iguales en tiempos iguales e, incluso más, que el cuadrado del periodo del planeta es proporcional al cubo de su semieje mayor. 


Y eso por no hablar de Newton que entre otras múltiples lindezas nos dejó una Ley de la Gravitación Universal que afirma sin que nadie haya podido desmentirlo hasta el presente que: todo objeto en el universo atrae a cualquier otro objeto con una fuerza en dirección de la línea de los centros de los dos objetos, que es proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de su distancia. 


Ya, muchos años antes, un tal Tales de Mileto había sorprendido a sus vecinos al predecir un eclipse. Se decía que eran brujerías que había aprendido en sus viajes por la Mesopotamia. Y unos cuantos años después un tal Eratóstenes, allá, en Egipto, se las apañó, echando mano de senos y cosenos, para tomarle las medidas al planeta Tierra.   


Así, entre unas cosas y otras traídas al conocimiento universal por mentes privilegiadas, ha podido ser que los americanos de la NASA se las hayan apañado para depositar sano y salvo esta mañana un artilugio explorador en el planeta Marte. Una hazaña donde las haya, desde luego, de  las que hacen pensar que hay algo como de sobrenatural en el ser humano, en algunos seres humanos. Una a modo de iluminación divina o algo por el estilo. Aunque luego, una vez aterrizado el entusiasmo, comprendas que sólo se trata del esfuerzo y constancia de mentes indudablemente privilegiadas. 


El caso es que para regocijo de algunos, entre los que me encuentro, estos hitos de la humanidad es imposible minusvalorarlos. Y así ha sido que todos los medios de comunicación se han visto obligados a relegar a muy segundos planos los plastíferos alardes olímpicos. Ni siquiera pariendo las más insignes chorradas consiguen resaltarlos. "Bolt, más rápido que el tiempo", dice uno de ellos. ¡Qué gilipollez! Siempre hay un tipo que corre más rápido que los otros. Por la misma razón que otro tira los pedos más sonoros. Un accidente de la naturaleza y nada más. Por el querer de los dioses, si es que quieres echarle un poco de poesía al asunto. Pero llegar a Marte y no estrellarse, eso sí que no es un accidente, es un hito en el camino del triunfo del ser humano sobre la naturaleza. Y un mal día para los amantes de "lo natural". ¡Qué le vamos a hacer!













2 comentarios:

  1. Yo me pensaba pasar al blog de Anasagasti, al de Elena Valenciano o al de Rosa Díez, y dejar de escribir en éste, que tiene un tufillo tan facha y no te digo más. Pero bueno, diré algo, porque es intolerable el que, escribiendo todos los días de lo divino y lo humano, todavía no haya un mínimo comentario -condenatorio, por supuesto- del abandono denunciado por Ibarrola del Bosque Encantado que, entre él y unos coleguis míos, estudiantes de la facultad de Bellas Artes de la USAL plantaron en mi tierra charra, exactamente delante de la iglesia en la que a mí me cristianaron (lo que añade carnaza al escarnio). Eso sí es cultura, la cultura hispana que debemos todos defender y no esto de ayudar a los americanos a matar marcianitos. Digo yo.

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  2. El bosque encantado, sí, creo que lo vi. Otra mamarrachada más. A Ibarrola, como a Lorca o a todos aquellos cantautores de cuando la transición nunca podremos valorarlos al margen de su adscripción política. Por más que en ocasiones nos pueda resultar simpática. Aunque, desde luego, hay casos en los que su positiva valoración resulta obvia, como sucede con Mister Vibrator, alias Serrat, que por definición tiene que gustar, y mucho, a las señoras.

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