Nosotros lo llamamos Formación profesional, ellos Apprenticeship. O sea, el aprendizaje de un oficio por medio, mayormente, de la práctica. Y entonces van los ingleses y se preguntan: ¿qué podríamos hacer nosotros para elevar el prestigio social de este tipo de aprendizaje?
Hay un artículo de Janet Murray en The Guardian del 27 de Agosto que analiza minuciosamente estas cuestiones. Análisis que utiliza como "material y métodos" la comparación de lo que al respecto pasa en Inglaterra y en Suiza. Para empezar en Inglaterra sólo un 6 % de los alumnos se decanta por este tipo de educación mientras en Suiza dos de cada tres la escogen. Para seguir, el paro juvenil en Inglaterra es del 26% mientras que en Suiza es del 7%. Cifras que, sin duda, sólo a un tonto no le haría pensar que una cosa tiene que ver con la otra.
Inglaterra y Suiza, dos países tan parecidos por historia: Newton y Cavendish versus Euler y los Bernoulli. Y tan distanciados por el modelo educativo y el paro juvenil. ¿Qué mosca le ha picado a alguno de los dos? Bien, se lo diré, ha sido la mosca de la tontería social la que ha picado a los ingleses. Como si se tratase de hidalgos montañeses parece que ahora les ha dado por querer tirar el pedo más alto que el culo. Y, claro, quieren tener una licenciatura universitaria aunque sea al precio de que sólo les sirva para despachar copas en un bar nocturno. Una licenciatura, ya te digo. Cualquiera que haya vivido en Salamanca, un suponer, sabe de sobra lo que cuesta conseguir una. Las hay que te las dan adjuntas a la cajetilla que sacas de la máquina expendedora del bar de la facultad. Se lo aseguro.
Por el contrario, en Suiza, no hay grandes diferencias de prestigio entre una cosa y otra. Y si la hay, va de soi, porque a la universidad sólo acceden los que desde las primeras enseñanzas muestran capacidades sobresalientes. El resto está tan contento con hacer un apprenticeship de tres a cuatro años, de los 16 a los 20, tres días en la empresa, dos en el aula, por semana. Y a los 21 ya son todos hombres, y mujheres, hechos y derechos que no necesitan a sus papis para nada que no sea referencia para no repetir errores.
Sí, la diferencia entre unos y otros es la tontería que se instala en las sociedades decadentes que valoran más las apariencias que las realidades. ¡Lo que no sabremos de eso los españoles que podemos presumir de un cincuenta y pico por ciento de paro juvenil!
En resumidas cuentas, lo que podrían hacer los ingleses para para prestigiar el apprenticeships es volver a por donde solían, es decir al pragmatismo genuino que les hacía tirar los pedos más abajo de lo que su culo les permitía. Es decir, volver a como cuando andaban sobrados.
¿Pero no habíamos quedado en que la cultura nos haría libres y buenos ciudadanos? Aunque habría que preguntarse si esos dos conceptos no son antagónicos.
ResponderEliminarRespecto al concepto de cultura me remito al artículo de Sánchez Ferlosio que reproduje en la entrada "Dos pilares" del 5 de Agosto.
ResponderEliminarLo del antagonismo entre libres y buenos ciudadanos no lo pillo.
Vamos a ver. Estoy de acuerdo con el libro ese de economía que dice que si todos fuéramos ingenieros el mundo iría mejor que ahora, o sea, que si la instrucción y el conocimiento se convirtieran en dominio universal, saldríamos todos ganando. La cosa es que -por lo menos en mi época- lo que recibíamos en las facultades de letras de las universidades españolas eran cualquier cosa menos conocimiento. Uno de los profesores más brillantes de lenguas clásicas que conozco hoy en día me consta que dejó de ir por clase en segundo de carrera, se lo curró todo en su casa, con la bibliografía y los textos. De mi propia experiencia no escribiré, para evitar pasar un mal rato, pero lo cierto es que cuando me pongo a pensar en verdaderos maestros de los que aprendí algo, me sobran los dedos de la mano. Todos hemos leído en alguna contraportada de un libro eso de que al autor lo echaron de Oxford o de Cambridge por su mal expediente. Nunca he leído cosa igual referida a Salamanca o a la Compllutense, porque el que no aprobaba presentándose en marzo, era porque no quería.
ResponderEliminarUn poco la diferencia está en eso: mientras que los ingleses han multiplicado sus universidades como nosotros, han mantenido sus dos universidades de élite, respetadas en todo el mundo. Yo no sé si alguna vez desde el Renacimiento hemos tenido universidades de élite.
Bueno, decía arriba que "en las facultades de letras". Tengo un amigo médico de mi edad que terminó medicina con no malas notas casi sin pasar los dos últimos años por su facultad. Tenía la buena costumbre aquella de Descartes de estudiar tumbado en la cama, a donde le llevaban los apuntes, calentitos de la tienda de fotocopiadoras donde los vendían. Supongo que ahora te los podrás bajar de internet mediante un módico pago...
El problema, creo, es que tiene mucho más prestigio ese, o esa casi siempre, psicólogo-a que va corriendo a donde se produjo un accidente para consolar a las víctimas que ese otro que le pides una pieza complicada para el motor de un avión y te la clava. Claro, uno-a pasó por la universidad mientras el otro-a se calzó el mono a edad muy temprana. Clichés que no han sido superados todavía.
ResponderEliminarSr. Devorador, el libro de Sánchez Ferlosio, no se cual es y buscar en el pasado de este blog es un poco pesado, así que agradecería que el título fuera citado. Respecto a la libertad y a lo insalvable de la convivencia humana le remito a Dostoyevsky, por ejemplo "Memorias del subsuelo", vale la pena echarle una leída de vez en cuando.
ResponderEliminarEn esta dirección, Anónimo, encontrarás el artículo de marras.
ResponderEliminarDe lo de las "Memorias del subsuelo", tomo nota.
http://elpais.com/elpais/2012/08/03/opinion/1344016812_971199.html