viernes, 3 de agosto de 2012

Argent de poche




Hay hoy cabeceras de periódicos que no se paran en mientes y achacan la culpa de lo que nos pasa directamente a Alemania. A decir verdad, lo que ahora procedería sería ir a donde los directores de esos periódicos y pegarles un par de tortas por ineptos, mentirosos, insidiosos y, en definitiva, instigadores al odio como fórmula de autodesculpabilización. 


Pero yo vi ayer expresarse al Sr. Draghi y no me quedó la menor duda de en dónde reside la enjundia de la cuestión que nos atormenta. Nadie presta dinero a un tarambana si antes no tiene claro quienes son sus fiadores. Claro, me imagino que el Sr. Draghi, o cualquiera de sus segundones, se habrán dado estos días una vuelta por Santander y habrán podido comprobar en qué se gastan el dinero las autoridades y sus súbditos. Poco estimulante, la verdad, esa contumacia con la que todos ellos se obstinan en cubrir los suelos de las alamedas y paseos con una costra de grasa que obliga a un esfuerzo suplementario cada vez que quieres dar un paso hacia adelante... precisamente ahora, cuando más escasos andamos de recursos energéticos. 


No, la cosa está clara, nos prestarán dinero, pero siempre que sea en forma de argent de poche, o sea, un poco cada fin de semana para que puedas ir por ahí sin ser menos que los otros, pero de todo punto insuficiente para que puedas irte de farra. Y como no te portes bien el resto de la semana, adiós argent de poche. 


Y ahí está el meollo de todo este asunto: nuestras autoridades no quieren volver al colegio. ¡Menuda humillación! Después no les respetaría nadie. Consideran que es mejor echar un pulso al padre par ver si cede un poco. ¡Vana pretensión! El padre sabe de sobra que cada vez que cedió el hijo se agarró una borrachera. Así que se acabó, o cumples o te vas de casa. 


Eso es todo. 

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