Decimos crisis pero a lo mejor es lisis. Creo recordar que los procesos febriles que, como ustedes saben, están provocados por la activación de los mecanismos de defensa del organismo frente a determinados ataques a su integridad, se suelen resolver, cuando se resuelven, de dos formas bien diferenciadas: por crisis o por lisis.
Por crisis es cuando te pones a morir, con temperaturas por encima de los cuarenta grados centígrados, sudas toda la noche como un cosaco en plena batalla, sueñas horrores y, a la mañana siguiente, te despiertas fresco como una rosa y con ganas de irte a correrla por ahí.
Por lisis es cuando el malestar es difuso, el debilitamiento progresivo, la fiebre no es muy alta pero apenas baja de un día para otro. Y así es que, cuando se considera que se ha llegado a la curación, la situación física y anímica es tan precaria que se necesitan largas convalecencias para recuperar la verdadera normalidad.
Bien, pues puestos a aplicar el análisis citado a la actual situación de indudable fiebre socio-política-económica-armamentística, yo tendería a decantarme más por la opción de la lisis que no de la crisis.
Por así decirlo, nos estamos ajustando a lo que se podría denominar modelo tipo "dama de las camelias". Es decir, un lánguido yacer entre encajes que hay que lavar todos los días para ocultar las pruebas del mal subyacente. Esos esputos sanguinolentos de los que nos vemos incapaces de prescindir y que, como diría Marx, el de los hermanos, nos están llevando de la nada a las más altas cotas de la miseria.
Esputos sanguinolentos de todos los tipos de los que los medios de comunicación dan cumplida cuenta todos los días con el correspondiente regodeo que la hazaña exige y merece.
Por ejemplo, el ABC nos cuenta que un tal Paco Roncero ha abierto en Madrid un "restaurante del futuro" en el que al comer intervienen todos los sentidos. Eso sí, a mil euros del ala el menú. ¡Toma esputo! Y aunque ustedes no se lo crean, allí a nadie se la chupan ni nada de eso. No, la cosa es mucho más sofisticada. De tipo multisensorial: tú empiezas a comer, un suponer, un plato de moluscos y, de pronto, "grandes pantallas que bajan del techo, juegos de luces que cambian, sonidos diferentes, aromas, temperaturas… Un sofisticado sistema en el que se han incluido materiales cerámicos avanzados, aluminio de aeronáutica, tecnología de alta precisión e ingeniería derivada de la industria del cine". Luego, por si no has tenido suficiente, hay a tu disposición una oleoteca en la que puedes catar 216 tipos diferentes de aceites de oliva, eso si, todos españoles. No sé, pero así, a bote pronto, se me ocurre que has tenido que nacer muy pobre y haber ascendido, como digo, a las más altas cotas de la miseria para sacar algo en limpio de todo eso, pero no sé, claro, porque cada uno es hijo de sus circunstancias y experiencias y... en fin.
Pues sí, me decanto por llamarlo lisis, porque todo parece indicar que va para largo, sin horrores ni sudores, y con mucha multisensorialidad por medio. O sea, como de cosa de pobres venidos a menos. De yonkis, por así decirlo, que esos sí que son sensibles. O, por poner otro ejemplo, del viceconsul del Reino Unido en Cuernavaca, que de puro sensible que era no soportaba llevar calcetines aunque las circunstancias le exigiesen vestir frack.
Bueno, la verdad es que a mí mientras no se hundan los mercados, crisis o lisis me la traen al pairo... pero en algo hay que entretenerse con más o menos acierto.
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