jueves, 10 de marzo de 2011

Y sin embargo, se mueve

Con pocos libros habré disfrutado tanto como con  "Del mundo cerrado al universo infinito" de Alexandre Koiré. Posiblemente no sea una obra de las que marcan época, pero a mí seguro que me marcó. Y es que hay libros que te llegan, sin saber cómo, cuando los estás necesitando. Por así decirlo, por aquel entonces empezaba yo a estar más que hasta el gorro de los discursos iluminados de novelistas, filósofos, poetas, por no hablar de psicólogos, sociólogos y demás ólogos que Dios confunda, y, de pronto, me encuentro con un manual de lo tangible, de lo demostrable, de lo sin trampa ni cartón. Una historia, en definitiva, de la evolución del conocimiento científico con sus hitos más memorables. O sea, la verdadera historia del mundo. Y así es que, desde entonces, y cada vez más, vengo pensando que lo que aparece en los libros convencionales de historia, desde las Guerras  Púnicas a la Toma de la Bastilla, pasando por los auges y caídas de tantos imperios, no es más que la digestión de lo que descubrieron mientras jugaban unos cuantos chalados de los que casi nadie se acuerda.

Dicen que todo empezó con un tal Tales, allá, en Mileto, hace dos mil setecientos años o así, cuando se le ocurrió la pregunta fatídica: ¿por qué? Por qué son las cosas como son. Pero no es verdad, más de mil años antes de Tales ya había en Mesopotamia gente que sabía que el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma del cuadrado de los catetos. Porque lo cierto es que con la mutación del mono en hombre, o de la mona en mujer, nació la curiosidad.Y con la curiosidad, el conocimiento. Y con el conocimiento... la tranquilidad para  los que se lo trabajan y la angustia para los que lo rechazan. 

Y en esas estamos, con la pesada digestión de recientes descubrimientos. Un matemático en Tel-Aviv que descubrió un algoritmo. Un bioquímico en Mineápolis que dio con una fórmula. Cosas así que trastocan el mundo sin que haya tiranía, religión o buenas intenciones que puedan impedirlo.

Porque una cosa es lo que vemos a simple vista, la espuma de los días, y otra el motor secreto que mueve el mundo.¿Tú, con cuál te quedas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario