miércoles, 26 de enero de 2011

Maliaño for ever


Uno vive en una calle chula. Calle de La libertad que es el nombre que toma la calle de La concordia tras cruzar la Avenida Bilbao. Avenida Bilbao, así llamada, supongo, por haber sido, años ha, la carretera general de Santander a Bilbao y viceversa. La carretera, dicho sea de paso, por donde tatas veces venía yo completamente mareado cuando mis padres me llevaban de Liérganes a Santander para ver el Circo Americano o cosa por el estilo. Es que aquellos coches, un Opel del 33, y aquellos baches y curvas de aquellas carreteras...

La Concordia, como en París. Libertad, acaso la palabra más hermosa, por lo que significa, lo único, acaso, por lo que merece la pena perder la vida como bien le explicaba Don Quijote a Sancho.

—La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres. Digo esto, Sancho, porque bien has visto el regalo, la abundancia que en este castillo que dejamos hemos tenido; pues en mitad de aquellos banquetes sazonados y de aquellas bebidas de nieve me parecía a mí que estaba metido entre las estrechezas de la hambre, porque no lo gozaba con la libertad que lo gozara si fueran míos, que las obligaciones de las recompensas de los beneficios y mercedes recebidas son ataduras que no dejan campear al ánimo libre. ¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo!

También hay calle principal dedicada a Menéndez y Pelayo. Bien está. Recuerdo que me fastidió mucho ver como los nacional-socialistas catalanes, nada más llegar al poder, le retiraban la calle que tenía dedicada en Barcelona a este prohombre de las letras castellanas. Sin duda por considerarle un facha. No se pararon a considerar la historia. Hubiesen aprendido que estudió en Barcelona y apoyó sin fisuras a la cultura catalana. Pero no era catalán y además iba a misa, quizá demasiado. Como demasiado era el coñac que bebía, en fin, pero su obra es ingente y eso no se puede negar por muy catalanista que se sea.

Calle también principal, aunque menos, es la dedicada a Concha Espina. Otra gloria regional que traspasó algo las fronteras. No conozco mucho su obra, pero me cae bien. Dicen que se adelantó a su tiempo y eso siempre es de agradecer. Baroja hubiese dicho: tuvo algo de precusora.

Menos principal, pero céntrica y con monumento incluido, es la que se dedica a el Dr. Don José Barros con sus bigotes retorcidos hacia arriba. Había oído hablar del tal Señor y, si la memoria no me engaña, puede que hasta haya sido testigo de un encuentro ocasional entre él y mi padre. Pero no lo aseguraría. Y, en cualquier caso, me agrada que el municipio homenajee a un colega. Un colega, que por cierto, según cuentan los más viejos, se entregaba a fondo a su tarea. No como otros.

En fin, puede que sí, puede que no, pero me consuela pensar que el nombre de calles y plazas dice bastante de las gentes que las habitan. La Concordia en París. El Sol en Madrid. Eros en Londres. El Tiempo en New York. Libertad en Lisboa... Catalunya en Barcelona.

2 comentarios:

  1. Los nombres de las calles. Fíjate que los romanos, prácticos como eran, no tenían. Ni estos japoneses, por no hablar de los neoyorkinos que ponen nombres tan poéticos a sus avenidas. Estos nombrs nos acompañan diariamente y es posible que conformen más de lo que pensamos nuestros mapas mentales. Una vez estuve a punto de comprar una casa que ni me gustaba ni nada por la simple razón de que la calle llevaba el nombre de un maestro mío extraordinario (el dialectólogo Antonio Llorente).

    Pedía Aresti en un poema que nunca pusieran el suyo a una calle de Bilbao. Seguro que alguno del consistorio, no demasiado leído, tuvo la idea y hasta a lo mejor la hay. Yo lo que consideraría una victoria póstuma es el que un puticlub de bandera llevara el mío.

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  2. Pues sí, no me parece mala forma de inmortalizarse. Por cierto, se me había olvidado comentar que las actuales autoridades municipales, de catadura nacionalsocialista, tienen la faraónica pretensión de soterrar la avenida de Bilbao. Ayer pude ver las calles empapeladas con llamadas a la insumisión. La gente no quiere tres años de tortura para que todo quede bonito, como en las casas de los pobres. ¡Qué país! No se cansan de perforar lo que sea. Vayas por donde vayas no paras de ver escavadoras, tuneladoras, cualquier cosa que se pueda manejar sin estudios previos. Un encanto. A lo mejor voy a la reunión que a tal efecto hay hoy a las ocho, aquí, al lado de casa, en un instituto.

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