martes, 30 de agosto de 2011

Porque se me ha caído que si no...

Que por buenas ideas que no quede. Todavía estoy viendo a Revilluca subido a un estrado levantado al efecto desde el que pronunció un transcendental discurso en el que entre otras cosas vino a decir: "Pueblo de Laredo, Nación Cántabra, os lo prometí y desde aquí os lo entrego". Y hacía un gesto con los brazos extendidos como de dádiva, al estilo del que usó el diablo cuando tentó a Jesucristo desde el Tibidabo de Barcelona.

Aquellos eran tiempos, cuando la fiesta no cesaba porque los bancos alemanes ponían la bebida a cambio de una sonrisa. Y aquí es que no parábamos de partirnos de risa: ¡Otra de hormigón, Oto! Y Oto le daba a la palanca y el hormigón fluía cantarín para ir a anegar otra hectárea de interés socioculturoecoloartístico y demás hierbas. No problem




Bien, buenas ideas siempre las hubo. Unos señores llaman a los hermanos Calderón para que les decoren un hotel en Laredo. Y los hemanos Calderón idean un pequeño paraíso en medio de aquel caos de hormigón aluminósico. Y los dueños del paraíso se obstinan en conservarle tal cual fue ideado. Y los clientes podemos así disfrutar de unos días amables cuando venimos huidos de las fiestas de nuestro pueblo.





Pero las buenas, buenas, buenas, las tienen los Revillucas de turno. Cogen, agarran y dicen: que me pongan aquí un trono de hormigón para que pueda venir a inspeccionar la construcción de mi particular Escorial. Y empieza la música de las excavadoras. Y a su son crecen los sueños. Y los delirios. Esto se llenará de millonarios. Y de tías buenas. Y cosas así... hasta que negros nubarrones se otean por el horizonte. Jo, tío,  los alemanes parece que ya no sonríen. Les ha cambiado el gesto. Bueno, dicen entonces los revillucas, siempre nos quedarán los maestros, y los médicos, y los policías, y los jubilados, unos cagones todos a los que se la puedes meter como quieras que puedes estar seguro de que no van a mover un dedo.

Y el Escorial, entonces, queda convertido en una instalación minimalista que admira a extraños y da pol saco a propios.

En fin, como dijo  aquella niña que jugaba al diábolo en la película Viridiaña: porque se me ha caído que si no...  Conocen alguna frase que exprese mejor la idiosincrasia de este país de las mil y una noche de botellón.






No hay comentarios:

Publicar un comentario