La verdad es que ya estoy bastante harto de este tema, pero es que las circunstancias me llevaron ayer a Madrid y no podría sosegar los recelos que me produjo la visita si no me desahogo en algún lugar.
No muy de mañana, con la mochila en bandolera, me fui a tomar el talgo . Una mañana límpida, fresca, me las prometía felices. Me siento, saco el "Diario" de Gide y me dispongo a enfrascarme, pero, ¡ay!, justo en los asientos de al lado, una mamá con tres niños. La mamá al móvil, los niños dando pol saco. La típica señora joven de Santander a la que su marido surfista ha mandado con toda la tropa a casa de sus padres. En fin, mal que bien y dado el interés de lo que se cocía en el Diario puede evadirme en cierta medida, pero el señor que tenía al lado, de Valladolid por cierto, no pudo más y estalló. Si no le contengo, la esposa del surfista con su móvil y todo y los surfitines lo hubiesen pasado mal.
Nada más bajar del tren me dí cuenta de que en Madrid corría un aire muy agradable. Raro para las fechas. Pero duró poco la impresión, lo que se tarda en subir de los andenes al vestíbulo de la estación. Había allí tal marabunta de arrobados fieles que no se podía dar un paso. El metro ni les digo. Así y todo conseguí un asiento. A mi lado había dos señoras de mediana edad e inconfundible look caribeño que no tardaron en empezar a manifestar su malestar. A ver si se van de una vez y cosas así. Les di cuerda. De pronto, sin que les pueda contar como se había llegado hasta allí, una de las dos señoras estaba contando la historia de una cura que violaba todos los días a su hija. En apariencia, en medio de aquella selva sonora, nadie que no fuésemos nosotros tres podría haber escuchado lo del cura violador, pero los designios del Señor... un jovencito que acarreaba toda la balumba de símbolos del encuentro místico se nos acerco antes de apearse en Alonso Martinez y con cara de angelical indignación nos espetó en la cara: no tienen ustedes ni idea de lo que hablan. Otro más normal hubiese dicho ni puta idea, pero el dijo ni idea a secas. La verdad, dada la saturación mariana del vagón, aquella salida nos hizo mucha gracia. Las señoras siguieron comentando cada vez más procaces y yo me bajé en Tribunal.
Por Fuencarral hacia la Gran Vía el ambiente cada vez se cargaba más. Grupos de iluminados con cruces y banderolas cantando loas al Señor. Parecía una película ambientada en la Edad Media, de esas en las que grupos de personas iban por los caminos anunciando el juicio final. Sentí un gran alivio cuando franqueé la puerta del FNAC. Iba allí en busca de alguna de las novelas de Gide. El día anterior había estado dando un repaso al autor con Isi. Los Alímentos Terrenales, me había dicho, es el libro que había cambiado la vida de un compañero suyo de colegio mayor que luego resultó ser uno de los fundadores de ETA. Bueno, con esa y otras anécdotas tenía suficiente información para elegir. Pero no había nada de Gide en francés en el FNAC. Casi me alegré porque cuando más avanzo en el Diario más me voy convenciendo de que todo Gide está en él. No puede haber más. Tanta es la profundidad de la confidencia:
18 de junio
Amo a Madeleine con toda mi alma; el amor que siento por Marc no le ha robado nada.
(Grantchester), 15 de julio
Esperé a Marc la primera noche; en vano. Al día siguiente, 14 de julio, me extenué durante todo el día. Dos veces con M. (Madeleine); tres veces solo; una vez con X; luego solo dos veces más. Absurda necesidad de exceso; después, de aniquilación... de punto final. Hoy...
Dejé FNAC y bajé por preciados hasta Sol. Allí era lo de otras partes, pero multiplicado por cien. Los grupitos de catecúmenos parecían competir entre sí en la cosa del ruido. Tantanes y todo eso. Unos de Singapur que parecían los de aquel spot de Schweppes de los años setenta. Los apacentaba una cura con su inglés macarrónico. Por Arenal subía hacia Sol una colla de americanos del norte. Seguían todos a uno con pinta de Gigantón Malambruno que portaba una cruz dorada de proporciones vaticanas. Banderas al viento, guitarras, tantanes... y, como no puede faltar entre católicos, un imbécil con una bandera que reivindicaba la independencia de California. En fin, diría que vomitivo todo si no fuese porque uno es voiyeur vocacional y cualquier cosa que se sale de lo normal no puede dejar de interesarme.
Así que, aunque todavía era pronto, decidí irme a comer. Al restaurante Public, en la calle del Desengaño. Había por allí más putas de lo acostumbrado que se mostraron más insistentes de lo habitual. ¡Pobrecillas!, me dije, cómo les habrá ido estos días... con tanto cura por las calles. Comí, salí a la calle y otra vez las putas insistieron. Me dirigí a Bilbao, a meterme en El Comercial a tomar café y hacer tiempo antes de acudir a la cita que tenía concertada.
Caía ya la tarde cuando, cumplidos ya mis compromisos, salí a la calle para ir a tomar el metro en Moncloa, camino de la estación. Me dolía algo la cabeza. Me senté en mi asiento dispuesto a llegar a Chamartín más o menos restaurado. ¡Domage! En Argüelles entró en el vagón un nutrido grupo de adolescentes católicos, y católicas, italianos e italianas, en plan sortu de la badane. No pude más. Puse mi lengua detrás de los dientes apretados y emití un ¡Chissss! con toda la fuerza de mis pulmones. Surtió el efecto deseado. Entonces, aprovechando el tirón, dije con la mayor circunspección de que fui capaz: ¿Pero es que el Papa no os enseña educación? Me miraron, ciertamente, sorprendidos. Incluso, diría que con cara de poner la otra mejilla por si quería seguir explayándome. Bueno, en cualquier caso bajaron el tono de sus efusiones lo que no fue óbice ni cortapisa para que, nada más llegar a Chamartín, me tomase un gelocatil en previsión de mayores males de difícil sobrellevar.
El tren de regreso venía casi vacío. Y silencioso hasta que una gitana empezó a contarle sus cuitas a alguien por el móvil. Esa pobre gente con tanta raigambre familiar vive en un verdadero infierno. Y no paran de salpicarnos.
me he reido un montón,Pedro.Tenía ya en la imaginación perfectamente fotografiada la escena qut tan bién recreas,las calles llenas de gentes con las banderas y seneras Católicas..eso es alucinate.Me transporta a mi más oscura ninez.Yo tengo un amigo,Pedro Angulo,que Santi conoce,hombre eruditísimo,siempre me confiesa que cuando ve una procesión o un acto como el que tu has presenciado en las calles de Madrid,siente un incontenible deseo de levantar el brazo,como en los tiempos de Franco.Y él no es facha,todo lo contrario..pero es que la iglesia es mucha iglesia,qué le vamos a hacer!!!!
ResponderEliminarSí, hijos, con cosas como esta uno casi hasta comprende la necesidad que tiene algunos de coger una kalashnikov y hacer uso de ella.
ResponderEliminarLo de que si el Papa no os enseña educación fue para inscribirlo en una piedra negra por la estación de metro más cercana.
Por cierto, la hija que se violaba el cura, ¿era la de la señora o la del propio cura?
Sí, Ignacio, la Iglesia es mucha Iglesia. Pero mi impresión es que de tanto alumbrar al santo le acaba quemando. Esto de Madrid puede producir un empacho de los que traen cola. Lo de la hija que se violaba el cura, Jacobo, no te puedo puntualizar, porque con aquel barullo...
ResponderEliminarSí, los de la Iglesia deberían estudiar un poco menos de teología -que más allá de lo básico da igual- y pensar un poco en la física: lo digo, obviamente, por lo de la acción y la reacción. Decía hoy la prensa que de los kikos no sé cuántos miles de jóvenes habían prometido vocación frente al jefe de su banda: seguro que acaban profesando la décima parte. Por otro lado están todavía cerca en la memoria las tropelías que hicieron durante el Franquismo, más que nada, el olor a cutredad que exhalaban por cualquier rincón que iban. Seguro que a ti te han recordado aquellas "misiones" que tuviste que vivir cuando eras estudiante y de las que hablas en alguno de tus libros.
ResponderEliminarCon respecto a lo del cura que se violaba a quien fuera, pues da lo mismo: hemos oído historias con versiones de todo tipo, sin ir más lejos, aquél patriarca de la parte del Génesis que se tiraba a sus hijas borracho y tal. Lo que me parece raro es lo de las putas, que tuvieran tan poco trabajo...
sí,pero es que la crisis ..ahora se la pelan en casa,para ahorrar.
ResponderEliminarLo de la Iglesia, ya sabemos, pero y qué me decis del Monsieur Gide. Ocho veces en un día. Cuesta creerlo.
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