Cualquiera que vea lo que pasa estos días en Madrid y se deje llevar por los sentimientos o, incluso, las emociones, podrá concluir que, o bien, el mundo está a punto de reconstituirse gracias a un renacimiento de los valores morales que preconiza el cristianismo, o bien, que el mundo está en trance de tirar por la borda los avances dolorosamente conseguidos en lo que hace a la libertad individual. Pues bien, no se amoínen, porque ni lo uno ni lo otro. Sencillamente, todo ello, no es otra cosa que un evento. Un evento a lo grande, lo admito, pero evento al fin y al cabo.
Si ustedes son finos observadores de la realidad que les circunda estoy seguro de que ya se habrán apercibido de que el tipo de empresa que más ha proliferado en los últimos años es el que se dedica a la "organización de eventos". Empezaron organizando las fiestas de cumpleaños de los niños y han acabado, como éste de Madrid, montando la de Dios es Cristo, nunca mejor dicho. Sí, sí, son omnipresentes. Vas pedaleando por mitad del Sayago, allí donde ni las hormigas sobreviven, y ves en lontananza una conurbación de jaimas con su generador de cien mil vatios para darles aire acondicionado... en fin, no otra cosa que la instalación para un evento del que sus participantes guardarán memoria mientras no les llegue el alzheimer. O así debiera ser al menos, porque la condición de evento, por encima de todo, se la da la vocación de constituirse en "acontecimiento histórico", por decirlo con la retórica para oligofrénicos al uso.
Acontecimiento histórico de los que, por definición, tienen que cambiar el mundo. ¡Puaf! Tenemos inflación. A un acontecimiento histórico le sucede otro de dimensiones que crecen exponencialmente. Al final, si tienen la suerte de vivirlo, verán como lo del fin del mundo, con su juicio y todo, lo organiza "Eventos Puri" o empresa similar.
Así que, que nadie se llame a engaño, porque lo que nace para ser único, o sobresaliente, cual el evento, a fuerza de clonarse se desnaturaliza para acabar, como no podría ser de otra manera, en agua de borrajas. A Dios gracias. Y el mundo sigue su marcha al mismo paso de siempre. ¿Que a qué paso? Se lo diré.
Si Agamenón se tira diez años fuera de casa por lo que sea, cuando vuelve, Cliptenestra, su mujer, ya se ha liado con Egisto. Así que, pobre Agamenón. Y pobre Cliptenestra, porque a su hijo Orestes no le va a gustar nada lo que ha hecho con su padre y le va a hacer la vida imposible.
Si Layo se cree que quitando de en medio a Edipo va a perpetuar su preeminencia, va dado. Edipo volverá, le matará, y gozará de Yocasta. Y luego, cuando Edipo tome conciencia de su realidad, se sacará los ojos para no ver lo que ha hecho.
Lo mismo que Medea seguirá destruyendo a los hijos que tuvo con Jasón cuando éste se va con otra. No por nada, sino porque desde lo más profundo de su conciencia le llega una voz que dice que esa es la única venganza que puede funcionar en este caso.
Por no hablar de Penteo, que quería acabar con tanta fiesta. Su misma madre, Ágave, hija, por cierto, de un rico bodeguero, fue la encargada de convertirle en filetes para comérsele después con patatas en compañía de sus amigas.
Y, y, y... bueno, les podría poner unos cuantos ejemplos más, pero mejor será que cojan, agarren, se vayan a la biblioteca y busquen Esquilo, Sófocles y Eurípides. Y luego, si quieren, para redondear con humor, un poco de Aristófanes. Ahí está todo. O casi todo.
El secreto están en el "Everybody wants to rule the world" y ya está. Dentro de quince días el Rey y Benedicto estarán patas arriba, Zapatero chocheará (más que ahora) y los muchachos del evento y los indignados andarán empujando cochecitos de niño y comprándose segundas viviendas. Habrá otros que querrán mandar en el mundo y todo dará igual, lo mismo que ahora.
ResponderEliminar¿Quién ha sido el ser más importante de la historia? Cristo, claro. Pero enseguida viene uno y te dice: ¡NOOO!: Mahoma. Y otro por detras sostiene que Budha, que Confucio o que Fidel. En fin, que da igual. Yo tenía un conocido que fue número uno en notarías y se pensó el mejor del universo hasta que se dio cuenta que desde que habían puesto el examen de notarías debía de haber sesenta o setenta numeros uno, a fulano por año. Desde entonces habrán salido veintitantos. Lo mismo pasa con las medallas olímpicas, los campeones del mundo, las bodas del siglo y para de contar. En fin, que "nada es nada hasta que nada acaba", qeu decía el poeta: es bobo, pero genial poeta...
VIDA
ResponderEliminarDespués de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
Grito "¡Todo!", y el eco dice "¡Nada!".
Grito "¡Nada!", y el eco dice "¡Todo!".
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.
No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)
Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.
echaba de menos ya tu bendito sarcasmo.Éran las vacaciones.Me has echo gozar como siempre..
ResponderEliminarYo me refería a un soneto, sí, pero a uno de los que escribió García Calvo al principio del "Sermón del ser y del no ser". En cualquier caso este es mucho mejor, dónde vas a dar. Es que tienes unos paisanos muy apañados...
ResponderEliminarLa traca final de los kikos ha sido maravillosa. Recuerdo qeu a una novia mía, fanática católica, que defendía al Opus a capa y espada, le parecían fanáticos. Cómo serán...
ResponderEliminarBueno, en la entrada que hago hoy doy información de primera mano sobre esa gente iluminada. Si no fuese porque vivimos en los tiempos que vivimos y sabemos lo que sabemos, sería para preocuparse. Pero, luego, lo piensas y comprendes que todo ello no es algo que se pueda diferenciar de lo que pasa el día del orgullo gay. Fanáticos de lo que sea a los que se libera de ataduras por unas horas para que consuman por los bares de la zona.
ResponderEliminar