Resulta que en Fermoselle fue precisamente ayer cuando llegó el verano propiamente dicho. Hasta ayer había sido un asco, nos dijo la encargada para todo del hotel. O sea, que todavía no había hecho el suficiente calor como para que las comadres y los compadres pusiesen por obra la que es su más querida tradición. Usease, que en llegando la noche, y una vez cenados, sacar las sillas a la puerta de sus casas y allí organizar animadas tertulias hasta altísimas horas de la madrugada. Así que, nada, nosotros habíamos cenado huevos fritos y por tal nos fuimos por ahí a dar vueltas para bajarlos un poco antes de meterse a la cama. Serían las doce o así cuando volvimos al hotel con el natural cansancio de un día muy trabajado. Nos metimos a la cama y... había una animada tertulia justo debajo de la ventana. Cerramos, pusimos el condicionado y nada. El aparato o era viejo o era una caca. Aguantamos como pudimos. A las tres o así se calmó la cosa. Por un rato, por que se fueron las comadres y vinieron los borrachos. El lugar, al lado de la plaza, junto a la iglesia, y los bares por demás, sin duda tenía su atractivo. Eran las cuatro o así, cuando volvió la calma.
El caso es que uno nunca aprende. Habíamos pedido una habitación en el ala este justo por que las del oeste daban a la Plaza. Y en la plaza una legión de obreros martilleaba todo el día para que la plaza de toros desmontable estuviese lista para las próximas fiestas. Total que seguro que si no decimos nada nos dan una habitación más silenciosa porque en la plaza, con todos aquellos trastos, seguro que no ha habido tertulias. Bien el caso es que mejor o peor dormidos hemos seguido nuestra intención inicial de salir a la carretera con las primeras luces. No por nada sino porque las previsiones de calor eran de las de freír huevos en el asfalto. Así que a las siete ya estábamos en marcha. Hemos dejado las calles desiertas y salido a la general.
¡Ay va, pero si aquí hay una plaza de toros! ¿Esta plaza es fija?, le he preguntado a un señor que había por allí. Sí, sí. ¿Y, entonces, por qué están poniendo una portátil en la plaza? Porque esa es para el encierro. Bajan desde allí los toros y llegan hasta la plaza. Pues que sea para bien de todos, le he dicho en son de despedida. Y, entonces, él, ha dicho: sí, para bien, con esta crisis, una crisis de cojones, todo el pueblo en el paro.
La verdad es que sí que se veía un poco pachucho todo aquello, pero ¿crisis de cojones? Yo diría que en España podrá haber crisis de muchas cosas, económica, social, moral, pero de cojones... no me lo creo. En España nunca ha habido ni habrá crisis de cojones porque son cojones lo que le sobra a todo el mundo. ¡Faltaría más! Ahí está el pueblo llano venga a dejarse cornear por las plazas del ruedo ibérico para que los telediarios puedan gozar de alguna animación.
Total que hemos salido con la fresca más fresca, hemos intercambiado opiniones con un lugareño sobre los cojones patrios, hemos visto una pyme dedicada al Bioart y hemos tirado para adelante con la esperanza de encontrar lugar donde echar algo al coleto. Diez kilómetros más allá, en un bar de carretera de profunda raigambre vetona, lo cual, parece ser, les sirve para cobrar el doble que si fuese español a secas. En fin, mucha Vetonía, pero las haciendas del camino ya no se llaman hacienda, ni dehesa, ni explotación vitivinicola, ni nada de eso, se llaman "natural reserve". Por estar más al día, supongo.
Pronto, del red splash on the east horizont ha salido un disco naranja que no paraba de ascender a la vez que giraba a melocotón sin presagiar cosa buena. Menos mal que soplaba una ligera brisa de nordeste que nos aliviaba los rigores. En Bermillo de Sayago hemos hecho un alto para repostar gasolina. En un bar muy moderno que estaba justo enfrente de un centro de salud no menos moderno. Luego, ya, en Pereruelas, a doce kilómetros de nuestra meta, estabamos para el arrastre. Unos señores muy amables nos han indicado lugar en el que repostar. Yo lo he hecho con un blanco de Toro de los que resucitan a un muerto. De marca Colegiata, con la que ya habíamos tenido algún lance en el pasado. Pare ya, le he tenido que decir a la posadera que me ha llenado casi lo que podría ser un vaso de agua. Aquí los ponemos así, me ha contestado. Bueno, si es así...
Al dejar Pereruelas no he podido por menos que preguntarme, ¿pero tantos hornos de barro utiliza el personal? Porque en Pereruelas hay como cincuenta naves que se dedican a fabricarlos y exponerlos junto a la carretera. Desde luego, me he dicho, habrá crisis, pero no de hornos de barro. Ni de "adecuaciones recreativas", de las que hay a mansalva por todo el territorio nacional. Por cierto, las mesas de las adecuaciones del Sayago son de piedra saguayesa, como no podía ser de otra manera. Ni de cojones, en fin. Crisis, quiero decir.
Ya se veía Zamora. Aunque no sea Brideshead, a ella hemos retornado.
Hará más de veinte años que yo no me paso por esa tierra. La impresión que me dio la última vez fue como la del páramo del perro de la novela de Conan Doyle, todo muy abandonado, perdido y hasta siniestro. Durante un tiempo tuve la tentación de irme a vivir allí aunque solo fuera por sentirme al margen del mundo. Esos edificios modernos y toda esa invasión de los usos de nuestra época parece que la han cambiado. El río de Heráclito...
ResponderEliminarSon las a7 y cuarto y tenemos temporal del mar del Norte,12 grados y lloviendo.Pero el día ha empezado redondo.Un café y un buén artículo de Pedro,que le alegra la vida a cualquiera.
ResponderEliminarEl tema de los cojones es muy típico de nuestra querida patria,A todo le echan cojones.La espana casposa y secular de mi ninez...
siempe fuí amante de los toros hasta que me hice mayor y ya no le hecho cojones a nada.Ahora soy amante de los animales..se renblandece uno,gracias a dios,con los anos.
Yo padecí en mis tiempos valencianos de los cojones que todo el mundo echaba por doquier.Vivía en un primero de la Plaza del Puig,un pueblo maravilloso pero que en verano.-que era casi todo el ano-se llenaba de hordas con ganas de fiesta,toros embolaos,arroces a banda multitudinarios y más barbaridades-Eso sí,todo ello animando por una juventud hasta las cejas de pastillitas ..
Pedro,cuando tengas un ratillo échale un vistazo a mi historia de "TRibulaciones de Francisco Barrado, a ver qué te parece
ResponderEliminarsaludos
Te prometo, Ignacio, leer las Tribulaciones de Francisco Barrado tan pronto como aposente el culo. Lo de Juan de Salamanca me encantó. Es un tipo de literatura a la que pocos pueden dar verosimilitud. Por eso te aconsejo Houellebecq, porque nunca hasta leerte a ti -y los sonetos de santi por descontado- había conocido a nadie que tratase tan bien "el tema".
ResponderEliminarSanti, a pesar de Heráclito, pienso que debe seguir habiendo muchos hound de Barskerville por allí. Mejor como estás, a dónde vamos a parar.
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