lunes, 23 de enero de 2012

Que bonito sería que las cosas fueran como nos gustaría que fuesen


Dice Monsieur Hollande: "Mi verdadero adversario es el mundo de las finanzas". Monsieur Hollande es, por si no lo saben el candidato socialista a las próximas elecciones presidenciales de Francia. 


Vamos, que si no ando equivocado a Monsieur Hollande le pasa lo mismo que a Inaki Gabilondo que les comentaba el otro día: los dos tienen perfectamente claro quien es el adversario, aunque en el caso de Iñaky, si nos atenemos al tenor de su discurso, bien podríamos decir que el adversario se ha convertido en enemigo a muerte. Es decir, que bien parecía un general enardeciendo a sus tropas antes de lanzarlas al combate, o al saqueo en este caso. 


El mundo de las finanzas: yo, tú, el otro de más allá, hemos acumulado años y con ellos, unos ahorrillos. Y ahora queremos que nos rindan cuanto más mejor. Y Monsieur Holande e Iñaki Gabilondo nos dicen que nanai, que no tenemos derecho, que el bien común, etc., etc., está por encima de los intereses particulares. Ya, y un jamón con tres chorreras. Me gustaría a mi saber cómo tienen ellos cubierto el riñón. 


Yo de finanzas lo único que sé es lo poco, o ínfimo, que me concierne. Cuando empecé a gastar menos de lo que ganaba empecé a acumular algo de capital. Y ahora, las rentas de ese capital se suman a mis ingresos ordinarios. Y así, penique a penique, el capital va creciendo. Bien, podría haberlo enterrado como en la parábola de los denarios, o haberlo gastado en juergas, pero opté por los dividendos. Y por eso, por más que le fastidie a Iñaky, estoy encantado con la existencia de las agencias de calificación del rating. Por ellas sé que tengo mi dinero puesto en buenas manos. Aunque comprendo lo resbaladizo de ese terreno y las considerables posibilidades de batacazo. Pero, qué es la vida sin arriesgar mínimamente. 


Siguiendo con este paseo entre el whisfull thinking y la realidad, paso a comentar otro asunto de rabioso candelero. Me refiero a ese gordo que han pillado en Nueva Zelanda por tener una página web dedicada al intercambio de archivos. Bueno, había que ver lo contento que estaba ayer Arcadi Espada con la noticia. Le llamaba gordo de la forma más peyorativa posible y, también, hizo el esbozo de una biografía del tipo que  no dejaba lugar a la menor compasión. Te comprendo en parte, Arcadi, porque a ti te estaba perjudicando ese tipo. Pero no te comprendo en la parte que hace referencia al estado de la cuestión. Veamos, tu apelas al orden moral para condenar la conducta de los que intercambian archivos en la red. Incluso vas más allá y argumentas que esa práctica, al cargarse los derechos de autor, supone el fin de la creación. Bien, te acepto la primera, el mundo ha encontrado un nuevo medio para que el número de inmorales crezca si es que eso es posible. Pero la segunda... permíteme que lo dude o ni siquiera eso, porque, además, es que acaso no hay ya suficiente creación acumulada a la que ni de lejos se le ha empezado a hincar el diente. Quizá porque fuese bueno parar y reconsiderar, han sido los dioses omnipotentes los que han promocionado el desarrollo de esa tecnología nefanda. 


Yo, la verdad, esperaba algo más de ti, Arcadi. Esperaba que te supieses sobreponer al binomio situación/opinión. Y, también, que hubieses superado esa perversión del pensamiento que lleva de la opinión repetida a la convicción. Por mucho que insistas nada va a cambiar si la tecnología existente no lo permite. Todos los jueces y FBIs del mundo no podrán parar las descargas si no hay medios informáticos para conseguirlo. ¿Qué me dices de eso? Tú, seguro que lo sabes. ¿Hay medios o no los hay? Yo he oído de todo al respecto. Aunque te confieso que tiendo a creer a los que dicen que es muy difícil el control. Cierras una página, dicen, y al día siguiente hay cien nuevas. 


No sé, no tengo ni idea, pero, en cualquier caso, estoy convencido de que una aproximación inteligente al asunto pasa más por aclarar los aspectos técnicos del embrollo que no por llamar indeseables a los aprovechados. Porque, la verdad, a veces parece que ante la impotencia tecnológica lo que se está proponiendo es la teocracia de los creadores. Ya digo, no sé, porque ¿que es preferible, inmorales o teócratas? 
  

10 comentarios:

  1. No, hombre no, Iñaki y el otro viven con lo puesto. Ahorraron algo y eso, pero en cuanto el paro empezó a apretar le dieron esos ahorros a los comedores de Cáritas (o a lo que se dé en Francia).

    Lo de la piratería en internet, el que se haya convertido en un tema tan acuciante y de tanto interés me parece un síntoma de eso que repetían las abuelas de que lo que menos vale es lo que más caro cuesta. Para mí es alucinante el que toda la gran literatura esté gratuita ya en internet, que lo estén las partituras de toda la música que merece la pena (o de casi toda). Tengo el iPad este con el que escribo lleno de libros electrónicos y que ahora me acuerde tengo cuatro o cinco piratas, quizá alguno más, porque no sé muy bien si las obras de Lorca lo son, las de Neruda o las de algunos autores más del siglo XX. También dos libros de problemas de Go que he estado buscando y que solo los he encontrado en ediciones piratas en una web polaca, creo. La verdad es que no tengo más libros piratas no porque yo sea el santo Job, es que no me interesan en absoluto. No tengo edad para perder el tiempo con literatura de primera categoría cuando me queda por leer tanta de categoría primerísima superior.

    Películas la verdad es que he visto alguna por el Megaupload (la última hace dos o tres semanas, pero llevaba dos o tres años sin mirarlo). Pues otro tanto de lo mismo: para ver las películas de Almodóvar o cosas así no tengo dos horas, lo siento. En fin, que si se quiere que la gente deje de piratear hay algo muy fácil de hacer: se paga a la gente a tanto por visionado maratónico de toda la filmografía del mismo Almodóvar, se convierte en un trabajo como otro cualquiera, con hora del bocadillo, del café, fichando y todo eso. En cuatro días esas películas no las iba querer ver nadie ni en pintura.

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  2. Yo nunca he bajado nada por pura pereza. Bueno, de vez en cuando meto un libro en el papyre, pero creo que los bajo de sitios legales. Y desde luego siempre son clásicos que descubro que me los había perdido. Por ejemplo la Autobiografía de Jefferson, un libro realmente notable.

    Lo de estar al día está bien para treintañeros que tienen que aguantar el tipo en los bares de copas hasta altas horas de la mañana. Si están al día pueden lucir más lindo.

    Por lo demás, películas, entre las que te dejan las amistades y las que sacas de la biblioteca acabas empachado de séptimo arte.

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  3. Solo una puntualización.
    Posiblemente no se pueden detener los avances tecnológicos que hacen posibles las descargas. Tampoco la ley puede impedirlo totalmente, aunque se lo proponga con todas sus fuerzas.
    Lo mismo ocurre con todos los aspectos del derecho.
    Que el robo, casi siempre de objetos de poco valor, en tiendas, supermercados y grandes superficies, esté tan generalizado y no haya sido posible erradicarlo (entre otras razones por lo fácil que es y las pocas consecuencias que acarrea el ser pillado) no hace aconsejable que la ley se derogue para "normalizar" práctica tan extendida. Se podrían poner muchos otros ejemplos en la vida cotidiana sin llegar a delitos considerados graves.
    Si admitimos como legítimo el derecho a la propiedad privada (por supuesto que hay gente que lo pone en duda, aunque no creo que sea tu caso) los derechos de autor, cuando no han prescrito por el tiempo, son tan lícitos como el derecho a cobrar dividendos por el capital, a las herencias o a los benéficos derivados de las patentes, aunque nos parezcan algunos de ellos injustos.
    IFG

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  4. Quizá, IFG, yo no me he expresado bien. Porque no estoy en contra de los derechos de autor ni mucho menos. Lo me choca en la postura de personas que considero inteligentes como Arcadi Espada, es que enfocan el asunto desde el punto de vista de lo que sería deseable en vez de en el de lo que es posible. Por lo demás, al ejemplo que pones le encuentro una pega: no distingues entre tangibles e intangibles. Los intangibles, por su propia naturaleza, se prestan divinamente al arte del birli-birloque, nada por aquí, nada por allí, y ya lo tengo en el bote.

    Concluyendo, si es posible el control, estupendo. Si no es posible, me parece ridículo seguir apelando al sentido moral de la chusma para solucionar el problema.

    En cualquier caso, nada nuevo. La historia está llena de ejemplos de lucros que se vinieron abajo por la propia naturaleza de las cosas.

    Respecto a los dividendos, ni me los toques.

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  5. Permitidme que coincida con vosotros, Nipónico y Devorador: no podría expresar mejor las dos ideas que me vinieron a la cabeza en cuanto se empezó a poner en portadas y discusiones este tema.
    Primera: qué difícil poner vallas en esta pradera... Precisamente la gracia de internet es la velocidad y la facilidad de intercambio de todo lo inmaterialmente intercambiable -que es mucho-, con el aliciente del anonimato, si se prefiere, y con el empujón definitivo de la práctica gratuidad del asunto para el usuario.
    Segunda: quizá es un poco simple, pero... a mi me da igual que se prohíban esas descargas: como lectora, casi todo lo que pueda querer leer va a ser libre, incluso hasta podré elegir ediciones o traducciones de las más recomendables..., hombre, algún contemporáneo habrá o algún muerto hace menos de... -¿son 80 años?-, del que también busque leer, pero probablemente lo encuentre en la biblioteca. Pues eso: si ya veo que no me va a dar tiempo a leer lo imprescindible, no voy a perder tiempo con lo necesario...
    Y respecto a la música y el cine, parecido.
    Hay algunas ideas que no están mal para quien tenga mucho interés: por ejemplo, páginas legales donde puedes verte películas de todo género por uno o dos euros, según la novedad. Aquí en provincias hay poco que ver en los cines, y tienes que sobreponerte al vértigo de las salas preparadas para el 3D, al ambientador y al volumen ensordecedor de los 20 trailers iniciales.
    Y luego, ya con un poco de mala uva, me da un poco de reparo la actitud de cierta marea de "creadores y artistas" que afilan las lanzas para defender el derecho a vivir de su "obra", cuando a muchos apenas se les conoce libro y medio, o un par de discos que hoy se graban como churros.
    Claro que no está bien que terceros se lucren con tu trabajo gratuito, que en la actualidad los mecenas ya no son lo que eran, ...pero habrá que repasar las biografías de los grandes hombres, a ver cuántos han vivido (como marqueses, que es lo que la gente mayormente quiere) exclusivamente de su trabajo creativo.
    En fin...

    Anónima

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  6. Gracias, Anónima, por tu comentario.

    Aparte de esas páginas que dices de las que te puedes bajar películas por uno o dos euros, están los amigos colecionistas de toda la vida que no saben que hacer con lo que tienen y están deseando largarlo. Quizá entre los jóvenes no se dé ese fenómeno, pero entre los mayores es muy común. Y entre los muy mayores, como mi madre de cien años, ni te digo: tiene toda la casa ocupada con vídeos. Una colección impresionante a la que no se le ve salida. Por otro lado,también están las bibliotecas públicas que prestan. La de Palencia, por ejemplo, tiene una colección para perderse.

    Coincido absolutely con lo de las salas de cine. Mis últimas experiencias al respecto fueron hace ya muchos años en Salamanca. Me preguntaba si se habrían vuelto locos todos porque soportaban aquel ruido atroz sin el menor pestañeo. Quizá, pensé, sea debido al hábito de las discotecas y bares de copas que yo nunca tuve.

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  7. Sí, hace muchos años dejé de ir al cine por el mismo motivo: un volumen sonoro insoportable y la publicidad abusiva. Creo que en los últimos cinco o seis años solo he ido a ver "Que King Speech¨.

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  8. Ruego a todos los santos, santitos, y dioses que ha habido y habrá, que nuestros gobernadores no lleguen nunca a reparar en que existen unos locales públicos llamados bibliotecas...
    Llevan poco presupuesto, apenas el sueldo escaso de un titular y un par de auxiliares, y una calderilla para compras. Los usuarios no se reúnen en grupos, suelen ir de uno en uno y sentarse lejos unos de otros, así que no hay mucho peligro de asociación ilícita.
    No concibo sin embargo para mi solaz y salud mejor lugar. La que me corresponde por distrito es un lujo. Tiene de todo. Sirve al tiempo como gimnasio si decidimos ese día cultivar el córpore también, pues, además del paseo hasta el lugar, permite decidir si utilizar ascensor o trabajarse los 30+descansillo+38 escalones del acceso, pues se ubica en la tercera planta de un grandioso edificio -antaño Capitanía General y Cuartel de Infantería, y hoy Centro Municipal de Usos Múltiples: esto sí que es "todo por la patria"-.

    Una vez allí, el silencio, la luz adecuada, el olor neutro, altos techos donde ensimismarse, un laberinto de estanterías donde hacer flexiones y extensiones, y toda suerte de ejercicios oculares.
    Y es apto para todos los públicos: sin discriminación. Yo, incluso, me hago acompañar a menudo de mis hijos, pues tienen una zona especial habilitada para enanos; esto está muy bien pensado, porque los ejercicios de estantería y las zonas de asiento están a su altura y, como suelen ser menos silenciosos al desplazarse, no molestan nada a los adultos. En cualquier caso, tengo comprobado que, en general, hasta los niños se transforman al visitar el sagrado lugar: insospechadamente, empiezan a hablar muy poco y muy bajito, o directamente pasan de ti como si no existieras, y quedan a su aire entre una verdadera montaña de cuentos (no tienen aún el gusto formado, claro, y tienen que verlo todo).
    La mía tiene un grandiosa colección de música. Y no está nada mal servida en películas: muchos clásicos y buenos documentales.
    En fin, uno de los paraísos terrenales al alcance de mi mano.
    Abrazos,
    Anónima

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  9. Vive Dios que este comentario bien merece todo un post. Gracias, Anónima.

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  10. Un honor, Devorador.
    Anónima

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