miércoles, 25 de enero de 2012
alea jacta est
No hago apuestas sobre si sí o si no acabarán construyendo una réplica, cutre supongo, de Las Vegas en los alrededores de Madrid. Lo único que sí creo saber sobre seguro es que la suerte ya está echada. Y no es cosa de ahora que de lejos le viene el garbanzo al pico. Porque venimos siendo, somos y seremos, un país mayormente dedicado a proporcionar infraestructura al vicio de las clases pudientes y ociosas del mundo mundial.
Por poner un inicio a la creación de esa infraestructura hablemos de la descolonización de Argelia. Había en aquel territorio unos señores que contrastaban con el resto de la población por llevar zapatos de cuero negro en vez de alpargatas. Por eso se les llamaba pied noir, pies negros. Ni que decir tiene que eran los ricos del lugar y concitaban el odio de las clases populares. Entonces, cuando pasó lo que pasó, los pied noir tuvieron que salir por pies de Argelia y, como en Francia no les querían porque traían malos recuerdos, se vinieron casi todos para España con, todo hay que decirlo, el riñón bien cubierto. Pues bien, aquellos señores se establecieron en el lugar que más les recordaba al de donde venían, o sea, la costa mediterránea, e invirtieron allí sus cuantiosos ahorros en montar la más densa red de prostíbulos de carretera hasta entonces conocida. Los famosos clubs que alegran la noche de las carreteras con sus atrevidos neones multicolores.
Para empezar no estuvo mal. Ya teníamos el embrión del más importante de los tres componentes de la triada milagrosa: sexo, drogas y rock and roll. Lo demás, como se suele decir, por añadidura. Sólo hizo falta hacer la vista gorda a las mafias que necesitaban territorio para blanquear y expandirse. Primero, la italiana que, como es fácil suponer, se encontraba tan en su casa que ni siquiera se les notaba la procedencia foránea. Luego, las aborígenes surgidas al calor de las corrupciones propias de un régimen autoritario. Las sudamericanas de la droga, también. Y, por fin, la apoteosis, las rusas que aunque se hacen notar de lo lindo a nadie se le ocurriría perseguirlas por aquello de que sin el lubricante que aportan al sistema los engranajes se griparían.
Ahora, parece ser, quieren desembarcar las americanas del juego. Y quieren imponer unas condiciones draconianas. Una especie de miniestado dentro del estado con sus no leyes por así decirlo. En los alrededores de Madrid, como les decía. Y la Presidenta Esperanza se lo está pensando. Porque la cosa va de 200.000 empleos. La mitad de los parados que hay en la comunidad. Y claro, la oposición y los sindicatos han puesto el grito en el cielo por el solo hecho de que Esperanza se lo esté pensando. Como si no supiésemos que si ellos fueran gobierno, no sólo no se lo hubiesen pensado antes de aceptar sino que, además, hubiesen puesto su lindo culito a disposición de la parte contratante.
En resumidas cuentas, nuestro destino como país es el de proporcionar entretenimiento atrevido a las clases pudientes y ociosas del mundo. Así que, ¡buena gana de invertir en investigación! Aquí lo que hace falta son escuelas de camareros, de taperos y chaperos, de disc-jokeys, de croupiers, de geisas y, si me apuran, de camellos. Sí, necesitamos que nuestros profesionales rocen la excelencia. Porque, aunque el vicio es casi infinito, la competencia es mucha y todo apunta a que irá a más.
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La lástima es que de aquí a cuatro días también para limpiar el culo a los turistas va a haber que tener estilo, estudios o por lo menos educación. Yo no es que haya viajado mucho, pero no he visto nunca tan malos modos en el gremio hostelero como los que se gastan algunos españoles: empleados soeces en alojamientos de cuatro estrellas, sobrecargos de Iberia en vuelos internacionales que trataban como ganado a los extranjeros y a cuerpo de rey a los dos españoles que íbamos en la nave, camareros insultones en restaurantes de varios tenedores. En fin, la Presidenta ella verá, pero no le veo mucho futuro a ese proyecto. Aunque la verdad -puede que sea el síndrome del emigrante- con el panorama actual no le veo futuro a casi nada. Ya sabes: universidades sin presupuesto para calefacción, institutos de bachillerato en los que hay que estudiar con mantas, centros de excelencia que cierran, un país en el que es más importante mantener los privilegios de las castas sacerdotales antes que formar a las élites... No sé, pero no le aconsejaría a ningún joven con talento que intentara quedarse en España. Y la verdad es que me duele.
ResponderEliminarNo te preocupes, Jacobo, que los jóvenes talentos ponen pies en polvorosa tan pronto les apunta el bozo y ni por cien mil demonios hirsutos se quedarían aquí. Por lo demás, es verdad lo que dices, nuestros profesionales del sector turístico suelen dar asco. Las geisas, por poner un ejemplo, si te guías por lo se ve en las películas porno españolas, son ordinarias y sin técnica ni método. De usar y tirar, por así decirlo. Yo, propondría un programa estatal que las subvencionase masters en Tailandia. ¿Has visto "Enmanuelle II"? Se ven allí unas tecnicas de masaje depuradísimas. Todo con las tetas. Seguro que el que prueba quiere repetir, y ese es el punto, que la repetición supone pernoctaciones y, por tanto, riqueza para la nación. Yo, por si las moscas, a Tailandia ni me acerco, no me vaya a quedar colgado de aquello como mi admirado Houellebecq.
ResponderEliminarNo he visto la Enmanuelle II, pero sí la primera, que además la tengo por ahí en la estantería, aunque hace tiempo que no la veo. Creo que también hay una escena de esas. La verdad es que debe de ser un placer que te hagan esas cosas con tanta habilidad y finura. Digamos lo que digamos como en todo no hay quien supere a los profesionales. Un amigo mío gay siempre quería llevarme a Tailandia. Decía que era el paraíso. El siempre volvía con fotos de playas paradisíacas rodeado de jovencitos nativos en tanga. La verdad es que siempre tuve tentación de ir, pero al final no lo hice para que no hubiera malentendidos entre él y yo y porque, siendo yo de naturaleza pacata y provinciana estaba casi seguro de que al final me iba a acabar pasando lo que a los turistas paletos de "Los pájaros de Bangkok" a los que acaban timando de muy mala manera.
ResponderEliminarEn fin, lo que dices del porno nacional me parece que debe de ser verdad; yo lo cierto es que casi solo he visto japonés y americano, pero la realidad de que Rebeca Linares se tuviera que buscar la vida en Estados Unidos porque en su tierra casi no tenía futuro me parece indicio de que incluso la industria del vicio deja bastante que desear en nuestra tierra.
No conocía a Rebeca Linares, pero, sí, efectivamente, acabo de ver "Marck Ashley hace crujir el culo de Rebeca Linares" y una vez más se demuestra que este país expulsa a sus mejores.
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