Tengo una cierta y persistente sensación, que espero se me pase pronto, de estar de más aquí, donde estoy, en este planeta Tierra. Quizá sea paranoia, depresión o cualquier otro trastorno de la psique, pero también puede ser, simple y llanamente, clarividencia. Observo, medito y concluyo: soy un pesado lastre que contribuye a impedir el ansiado despegue.
No, no precipiten el juicio que, de momento, no está en mis planes facilitar el aligeramiento de las bodegas. Mientras los dioses no dispongan lo contrario seguiré por aquí. Eso sí, apenado por mi culpa.
Porque eso es lo que me aflige, el sentimiento de culpa. Eres tú, me señalan una y otra vez desde todas las esquinas. Tú, viejo improductivo. Tú, detractor de recursos. Tú, sanguijuela insaciable. Tú, tú, tú... tú, en definitiva, sobras.
Ese es el sentido y corolario de toda crisis: deshacerse de la ganga. ¿A qué engañarse?
Así que, una de dos, clandestinidad o vejación.
For God's sake, ¿Cuantos años lleva usted con la misma monserga? ¿Acaso no se aburre de repetirse a si mismo?
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