sábado, 12 de febrero de 2011

¡Dichosa Historia!

Dicen que conocer Historia es muy útil para no repetir los mismos errores del pasado. Francamente, suena bonito, pero no me lo creo. Cuando el río de los sentimientos se desboca de nada sirve que unos cuantos miles de ilustrados quieran encauzarlo. La masa arrasa con todo y nadie puede prever lo que  crecerá después entre los escombros.

El caso es que cuando se produce una conmoción, como la de ahora en el Magreb, la gente en general muestra una impaciencia enorme por ver la resolución del conflicto. Y suele tener tendencia a desear las opciones de corte romántico. ¡Que se vaya el tirano! ¡Muerte al opresor! Y cosas así. El caso es, como en casi todo, no pararse a pensar. Lo guay es dejarse llevar por los sentimientos junto a la barra de un bar y largar con aplomo de conocedor. La Historia en plan competición deportiva. Saber desde el principio de qué lado estás, quién es el bueno, quien es el malo... en fin, como en los cuentos para niños.

Se acuerdan como las masas europeas pedían indignadas -indignación: lo que reviste de respetabilidad a un idiota- que se parase a los servios fuese como fuese. Y fueron felices cuando los americanos bombardearon Belgrado. ¿Sabían esas russonianas masas contra quién estaban luchando los servios? No, porque sólo les interesaba saber que el fuerte estaba masacrando al débil y eso tenía que acabar. Pero resulta que después hemos sabido que el débil era un redomado hijo de perra que controlaba, y sigue controlando, las mafias más asesinas de toda Europa. Entre sus muchos "negocios" destaca el tráfico de órganos. Cuando les salía un cliente receptor, ellos iban, agarraban a un prisionero servio, le pegaban un tiro en la nuca y le sacaban los órganos. Bueno, hoy muchos piensan que quizá nos equivocamos bombardeando a los servios.

O la famosa teoría de las revoluciones burguesas. Cuando se llega a una determinada masa crítica de clase media, las sociedades estamentales explotan y sobreviene la democracia, dicen los entendidos. Bien, pues no fue eso lo que paso en Persia. Y no porque allí no hubiese clase media de sobra. Echaron al Sha con el aplauso de los europeos, sobre todo franceses, y vinieron los ayatolas. Y en esas andan, como se suele decir, como puta por rastrojo. Y no hay forma de echarlos por más que lo intentan.

Lo de Irak mejor ni mentarlo, porque desató pasiones tan desproporcionadas que daban ganas de irse. Los americanos, tan malos ellos. Apenas hace diez años de todo aquello y ya nadie parece acordarse de que allí reinaba uno de los tiranos más sanguinarios del siglo. 

Y ahora en Egipto. ¡Qué se vaya Mubarak! Etc., etc.. Bien, de vez en cuando le echo una mirada a Al Jazeera. Hoy salían los militares triunfantes con sus hijitos e hijitas en los brazos. ¿Saben cómo iban vestidas las niñitas de los militares? De riguroso islamismo. Y las imágenes más repetidas eran las de la multitud enardecida paseando a hombros a los imanes. O sea, que conviene esperar para hacerse una idea más aproximada de la realidad. Y hay que estar preparado para todo. Puede que desemboque en democracia. ¡Ojalá! Pero la mosca detrás de la oreja no deja de hacer premoniciones funestas. República islámica en el horizonte. ¿Se imaginan? Compartiendo frontera con Israel.

Sí, en cuestiones de Historia conviene tener paciencia antes de hacerse una idea. Y no digo, ya, antes de tomar partido. Porque lo que realmente cuenta, no nos engañemos, es lo que a nosotros nos conviene...  que no creo que sea, un suponer, repúblicas islámicas por doquier.  Aunque nunca se sabe.

1 comentario:

  1. Pues es verdad que nunca se sabe. Irán parecía estar a punto de caramelo -basta echarle un vistazo a "Leyendo Lolita en Teheran"- para desarrollar una democracia y mira cómo acabo. Cuando un pueblo con un nivel cultural superior al de la mayoría del resto del mundo islámico acabó como lo hizo, con Egipto -treinta por ciento de analfabetos- no parece que la cosa vaya a ir mucho mejor.

    Pero esto de los pueblos y la química -afortunadamente- no se puede predecir. Me dio por pensar hoy de qué hubiéramos sentido si hace cuarenta años hubiéramos vista a los militares llenando el vacío de poder que dejó Franco con el apoyo tácito de los curas... ¿O en realidad las cosas fueron así?

    No sé, como decía el que sabe: "Mientras los dioses no cambien nada ha cambiado". Esperemos que los del Nilo sean más benevolentes que los del mar Caspio. Más que nada, por el bien de todos.

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